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La Canción de alba de Nuno Fernandes Torneol
Las Cantigas gallego portuguesas de amigo son composiciones breves de carácter iterativo, es decir, en ellos la repetición de elementos juega un rol destacado.
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Las Cantigas gallego portuguesas de amigo son composiciones breves de carácter iterativo, es decir, en ellos la repetición de elementos juega un rol destacado. En esta poesía confluyen la tradición lírica precedente con elementos espontáneos, dando paso a una sincera voz “femenina”, si se puede llamar así, puesto que los juglares recrean en ellas los sentimientos de ausencia y separación de mujeres del pueblo. Las Cantigas de amigo están llenas de simbolismos; la naturaleza y el paisaje se convierten en el reflejo del mundo interior de su creador.

Uno de los autores más conocidos de la lírica gallego portuguesa es Nuno Fernandes Torneol; su Levad’, amigo, que dormides as manhãas frias con frecuencia antologado como uno de los ejemplos más brillantes del género, ha sido clasificado por importantes críticos literarios dentro del género de canciones de alba o alboradas, aunque otros difieran de este juicio.

En el universo lírico creado por Nuno Fernandes Torneol, el canto matinal de las aves proporciona el escenario perfecto para los requiebros amorosos de una joven; pero el poeta no se limita al locus amoenus sino que, atribuyéndoles intencionalidad humana, usa finamente la prosopopeya, concediendo a las aves discernimiento humano y otorgándoles facultad de hablar de los amantes.

Levantaos, amigo, que dormís en las mañanas frías;

todas las aves del mundo de amor decían:

¡Contenta me fui!

Levantaos, amigo, que dormís en las frías mañanas;

todas las aves del mundo de amor cantaban…

¡Contenta me fui!

Todas las aves del mundo de amor decían;

mi amor y el vuestro en las mentes tenían…

¡Contenta me fui!

Todas las aves del mundo de amor cantaban;

mi amor y el vuestro mencionaban…

¡Contenta me fui!

Mi amor y el vuestro en las mentes tenían;

vos les quitasteis las ramas en que se sentaban…

¡Contenta me fui!

Mi amor y el vuestro mencionaban;

vos les quitasteis las ramas en que posaban…

¡Contenta me fui!

Vos les quitasteis las ramas en que se sentaban

y les secasteis las fuentes en que bebían…

¡Contenta me fui!

Vos les quitasteis las ramas en que se posaban

                y les secasteis las fuentes en que se bañaban.

                ¡Contenta me fui!

La joven recuerda la belleza de la fronda en el momento del encuentro amoroso, es primavera y el canto de las aves se hermana con sus emociones. Con la partida del “amigo” (que sugiere una ruptura amorosa), llega el invierno, simbolizado en la expresión “las mañanas frías”; los árboles han perdido su follaje, las aves no tienen donde posarse ni anidar y las fuentes se han secado; toda la naturaleza habla de él, piensa en las consecuencias de su marcha y se une a la voz femenina que lo llama.

Compuesta en dísticos (estrofas de dos versos) con un estribillo (¡Contenta me fui!), la métrica irregular y la ausencia de ornamentos superfluos y alusiones eruditas caracteriza esta auténtica poesía popular, proscrita en la preceptiva culta del siglo XIII; susceptible de múltiples interpretaciones, de más de un nivel de lectura, la repetición produce un encantador efecto hipnótico que debió arraigarse en el alma de los oyentes de su versión cantada, como duermen hoy en nuestro mestizo inconsciente colectivo multitud de coplas atemporales de algunos sones mestizos cuyo origen ultramarino es innegable.


Escrito por Tania Zapata Ortega

COLUMNISTA


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