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JOSÉ EMILIO PACHECO. Nació y murió en la Ciudad de México (30 de junio de 1939-26 de enero de 2014). Poeta, narrador, ensayista y traductor mexicano cuya cultura literaria y sensibilidad poética lo convirtieron en uno de los miembros más destacados de la llamada Generación del Medio Siglo. Estudió Derecho y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ahí comenzó a colaborar con la revista Medio Siglo. Más tarde formó parte de la dirección del suplemento Ramas Nuevas de la revista Estaciones, junto a Carlos Monsiváis, y de la redacción de la Revista de la UNAM. Fue también jefe de redacción del suplemento México en la Cultura, en colaboración con Fernando Benítez. Profesor en varias universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, se dedicó también a la investigación en el Departamento de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); como resultado de esta labor de investigación y reconstrucción de la vida cultural mexicana de los siglos XIX y XX, publicó numerosas ediciones y antologías. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán y ruso. La poesía de Pacheco se caracteriza por una depuración extrema. Sus versos carecen de ornamentos inútiles y están escritos con un lenguaje cotidiano que los hace engañosamente sencillos; la conciencia de lo efímero es uno de sus temas centrales, pero su poesía es a menudo irónica, llena de notas de humor negro y parodia, y muestra una continua experimentación en el plano formal. De su poesía destacan Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los trabajos del mar (1984), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989). Como narrador destacan sus relatos El viejo distante (1963), El principio del placer (1972) y La sombra de la Medusa y otros cuentos marginales (1990). Sus artículos y ensayos son numerosos y casi todos versan sobre literatura, aunque también abordan asuntos políticos y sociales. Destaca también su labor como editor y traductor; a sus traducciones, que incluyen poemas de diversas lenguas, el autor prefirió llamarlas “aproximaciones”, por estar convencido de la intraducibilidad del género. Sus dos novelas son ejemplo de sabiduría narrativa: la primera, Morirás lejos (1967), es un audaz experimento que juega con diversos planos narrativos; la segunda, Las batallas en el desierto (1981), es una evocadora y agridulce historia de amor imposible, llena de nostalgia. Entre los galardones que distinguieron su obra se cuentan los premios Magda Donato (1967), Xavier Villaurrutia (1973), Nacional de Lingüística y Literatura de México (1992), Octavio Paz (2003), Pablo Neruda (2004), García Lorca (2005), Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y Cervantes (ambos otorgados en 2009).
PRESENCIA
Homenaje a Rosario Castellanos
¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Mas si alguien vive yo estaré despierto.
ALTA TRAICIÓN
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
y tres o cuatro ríos.
DE El reposo del fuego
10
Hay que darse valor para hacer esto.
escribir cuando rondan las paredes
uñas airadas, animales ciegos,
ácidos perros del furor, guardianes
de un orden que estalló, y entre sus ruinas
quiere la lepra envenenar la tierra.
Hay que darse valor para hacer esto.
No es posible callar, irse al silencio,
y es tan profundamente inútil hacer esto.
Es doloroso hablar. Más doloroso,
más difícil aún, callarse a tiempo,
antes que los gusanos, los instantes
abran la boca muda de una letra
y le coman su espíritu.
Hay palabras
carcomidas, renqueantes: sonsonete
de algún viejo molino.
Cuántas cosas,
llanto de cuántas cosas inservibles
que en el polvo arderán.
Chatarra, escoria,
sorda, sórdida hoguera consumiéndose.
Fuego la luz. Ceniza. Un lirio
es cada
pobre rescoldo triste
al deshacerse.
PREGUNTAS SOBRE LOS CERDOS E IMPRECACIONES DE LOS MISMOS
¿Existe otro animal que nos dé tanto?
Jovellanos
¿Por qué todos sus nombres son injurias?:
Puerco marrano cerdo cochino chancho.
Viven de la inmundicia; comen, tragan
(porque serán comidos y tragados).
De bruces y de hinojos roe el desprecio
por su aspecto risible, su lujuria,
sus temores de obsceno propietario.
Nadie llora al morir más lastimero,
interminablemente repitiendo:
y pensar que para esto me cebaron.
Qué marranos qué cerdos qué cochinos.
FIN DE SIGLO
La sangre derramada clama venganza.
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
No quiero nada para mí.
Sólo anhelo
lo posible imposible:
un mundo sin víctimas.
Cómo lograrlo no está en mi poder.
Escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo
con el cuenco trémulo de la mano
Mientras escribo llega el crepúsculo.
Cerca de mí los gritos que no han cesado
no me dejan cerrar los ojos
UN POETA NOVOHISPANO
Como se ahogaba en su país y era imposible
decir una palabra sin riesgo.
Como su vida misma estaba en manos
de una sospecha una delación un proceso el poeta
llenó el idioma de una flora salvaje Proliferaron
estalactitas de Bizancio en sus versos
Acaso fue rebelde acaso comprendió
la ignominia de lo que estaba viviendo
El criollo resentido y cortés al acecho
del momento en que se adueñaría de la patria ocupada
por hombres como sus padres En consecuencia
más ajenos más extranjeros más invasores todavía
Acaso le dolió tener que escribir públicamente sin
[tregua
panegíricos versos cortesanos juegos de hueco
[ingenio
pomposidades serviles
Sus poemas verdaderos en los que está su voz
los sonetos
que alcanzan la maestría del nuevo arte
a la sombra de Góngora es verdad
pero con algo en ellos que no es enteramente español
los sembró noche a noche en la ceniza
Han pasado los siglos y alimentan
una ciega sección de manuscritos
MALA VASIJA EL CUERPO
Mala vasija el cuerpo. Recipiente
incapaz de rebalse. Y deterioro.
¿Sólo perder ganamos existiendo?
¿Con qué ojos recobrarla, si la órbita
en que la luz se vio sólo es la casa
de las hormigas, su castillo impune?
¿Cómo acercarme así, ya por los siglos
de los siglos, sin pausa ni sosiego,
si no puede volver, si ya la tierra
se aposenta en la boca y la enmudece,
si el eco ardió, la voz que algo pedía?
Y sin eco la voz busca un reflejo,
adentro de los huesos busca y sacia.
Si una rama se mueve, si en la hierba
una brizna se rompe, en los dominios
territorios abyectos de la muerte
¿qué rapiña a la vida está cercando,
con qué rostro morir, cuál sacrificio
reclama la ceniza, y al salvarnos,
qué deterioro, muerte, has perdonado?
YA TODOS SABEN PARA QUIÉN TRABAJAN
Traduzco un artículo de Esquire
sobre una hoja de la Kimberly-Clark Corp.
en una antigua máquina Remington.
Lo que me paguen
Aumentará en unos cuantos pesos las arcas
de Carnation, General Foods, Heinz
Colgate-Palmolive, Gillette
y California Packing Corporation.
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Escrito por Redacción