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Desinterés en Michoacán por los jóvenes
La desigualdad económica que afecta a gran parte de la población de Michoacán limita las oportunidades laborales y educativas de muchos de sus jóvenes entre los 20 y 30 años.
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La desigualdad económica que afecta a gran parte de la población de Michoacán limita las oportunidades laborales y educativas de muchos de sus jóvenes entre los 20 y 30 años.

Miles de jóvenes dependen todavía de sus padres debido al desempleo o a que sus ingresos en la economía informal resultan insuficientes para lograr su independencia.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2023, la tasa del desempleo juvenil en esta entidad fue de 14.8 por ciento, superior a la media nacional del 11.2 por ciento.

A las causas socioeconómicas y educativas se agregan la inflación y la falta de interés de los gobiernos estatal y Federal para elevar las expectativas de vida de los adultos jóvenes.

Hace algunos lustros, muchos de ellos habían terminado sus estudios a una edad adecuada, conseguido empleos estables, formaban familias y habían adquirido viviendas propias. Pero en los últimos años, este modelo de vida ha cambiado en la mayoría de las familias de los municipios rurales y urbanos del estado de Michoacán. 

El estudio Panorama de la sociedad 2024: Indicadores sociales, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), uno de cada dos jóvenes entre los 20 y 30 años sufre inestabilidad laboral y carece de vivienda. La independencia respecto a la familia, casi obligatoria a los 20 años en Michoacán, hoy se demora y se expresa hasta la treintena, incluso más allá. Pero tal situación no es exclusiva de este estado, ya que el mismo informe revela que el 46 por ciento de los jóvenes del país en esas edades viven aún con sus padres y se independizan en promedio a los 28 años. 

A los problemas enunciados se agrega la violencia delictiva y la inseguridad pública que son efecto, asimismo, de la ausencia de políticas de Estado para promover el desarrollo socioeconómico nacional. 

No basta una carrera 

Aunque en algunos aspectos ha mejorado, el sistema educativo de Michoacán no cuenta con las herramientas técnicas planteadas por el limitado mercado laboral. 

Los gobiernos morenistas estatal y Federal no muestran voluntad política para estimular el crecimiento económico o aumentar la demanda de empleo para la juventud michoacana. 

Ana, médica dentista especializada en ortodoncia, confió a buzos que tiene 29 años, que aún vive con sus padres y siente que, como odontóloga, ha fallado porque no tiene consultorio propio.

“La falta de oportunidades laborales es devastadora. Muchos nos esforzamos día tras día; pero terminamos atrapados en trabajos mal pagados que apenas cubren lo básico; y al menos lo que gano, teniendo una carrera, no me alcanza para pagar mi propia casa. 

“A veces me despierto angustiada pensando en el futuro. Quiero un lugar propio en dónde vivir y trabajar, pero la realidad es que los salarios no alcanzan. La educación que tanto valoramos parece no servirnos para nada cuando la esperanza se desdibuja. 

“Es frustrante, porque siento que mis sueños se alejan un poco más cada día. Tengo esperanza en que la especialidad que estoy haciendo me dé mejores ingresos para pronto poder independizarme”, señaló a este semanario. 

El desempleo en México afecta a más de tres millones de jóvenes, según la última encuesta del Inegi; mientras que, mundialmente, este problema inmoviliza a 200 millones, estima la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 

Las crisis económicas, la inseguridad y la pandemia de Covid-19 enviaron a muchos jóvenes a trabajos informales y los obligaron a renunciar a mejores oportunidades laborales. 

La desconexión entre el sistema educativo y las necesidades del mercado laboral agrava el problema. Un estudio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) reveló que, en Michoacán, el 70 por ciento de los jóvenes egresados de instituciones técnicas no encuentra empleo en su especialidad. Esta situación genera frustración y desesperanza. Tal es el caso de Claudia Moreno, licenciada en comunicación, que terminó la carrera hace dos años y en ese lapso ha trabajado poco, siempre con sueldos bajos. 

Por ello permanece con sus padres, se halla frustrada y no se siente libre: “he enviado decenas de currículums, asistido a entrevistas; pero las ofertas son pocas y, la mayoría de las veces no corresponden a mi perfil o el sueldo es muy bajo. 

“Esto me ha obligado a vivir con mis padres; por un lado, es cómodo; pero por otro me frustra no tener mi propio espacio. He notado que mis compañeros que trabajan en el medio tienen dos o tres trabajos para poder subsistir. 

“El costo de la vida ha aumentado, especialmente en las ciudades más grandes. Rentar un departamento, comprar un carro, incluso pagar una buena educación para los hijos, o para uno mismo, se ha vuelto cada vez más caro. Además, la inseguridad también es un factor que genera temor y desconfianza. Esto también hace que seamos más los adultos jóvenes que permanecemos con nuestros padres”, dijo a buzos. 

“Me siento inseguro” 

La precariedad laboral en Michoacán resulta alarmante. Un informe de la OIT advierte que más del 50 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) juvenil se encuentra en la informalidad; es decir, más de la mitad de los jóvenes michoacanos se mantienen sin derechos laborales básicos, no tienen servicios médicos y, por tal motivo, no pueden planificar un futuro independiente.

Daniel tiene 29 años, es repartidor de comida mediante aplicación y este trabajo informal opera como una barrera que le impide pensar en un proyecto de vida más seguro o firme. Es consciente de que esto se debe a la pésima economía en el estado, a la falta de programas de capacitación y políticas públicas que le brinden mayores oportunidades de desarrollo personal. 

Entrevistado por este semanario, señaló; “es un trabajo que me permite cierta flexibilidad, pero la verdad es que los ingresos son muy inestables. Un día gano lo suficiente para comprar antojitos y otras cosas, y otros días apenas para comer. Con mi salario es casi imposible ahorrar para rentar un departamento, pagar servicios y otros gastos. Me gustaría mucho vivir solo. Tener un espacio propio me permitiría más libertad y responsabilidad, pero con mis ingresos es difícil. Además, el miedo a no poder mantenerme me provoca inseguridad. La mayoría de mis amigos están en situaciones similares. Trabajamos en la informalidad, con contratos temporales y sin prestaciones. Esto hace que sea más difícil planificar a largo plazo y ahorrar para cosas importantes. Además, la falta de estabilidad laboral genera mucha incertidumbre y estrés. Sería importante que se generaran más empleos formales, con salarios dignos y prestaciones. También creo que es necesario que se ofrezcan programas de capacitación para que los jóvenes puedan adquirir nuevas habilidades y acceder a mejores oportunidades laborales. Sería útil que se implementaran políticas públicas que faciliten el acceso a la vivienda para los jóvenes”.

En Michoacán, como en muchas otras regiones de México, son múltiples los factores que obstaculizan el anhelo de los jóvenes para construirse un futuro mejor. Uno de ellos, poco visible pero vital, consiste en la presencia de enfermedades crónicas, discapacidades y problemas de salud mental que evitan el avance de muchos jóvenes michoacanos hacia la autonomía. El acceso de la población juvenil michoacana a los servicios de salud pública fue el menor en la República en 2023, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Cuando alguna enfermedad afecta a las personas y éstas no reciben atención médica, se vulneran notablemente sus capacidades físicas, mentales e ingresos. En todas las naciones, los jóvenes son el grupo poblacional con mejor estado de salud, pero son susceptibles de contraer enfermedades comunes y epidemias. Las personas con discapacidad deben superar desafíos adicionales en edifcios, calles, sistemas de transporte público y trabajos, donde pueden ser discriminados. Además, para muchos de ellos y sus familias, los costos asociados a los equipos ortopédicos y terapias pueden ser prohibitivos. 

Falta solidaridad

La miastenia gravis es una enfermedad neuromuscular crónica y autoinmune que desconecta los nervios de los músculos –incluidos los del habla y la deglución– y los entorpece gradualmente hasta inhabilitarlos. Quien entra en crisis diastémica se ubica en una situación potencialmente mortal, cuando los músculos responsables de la respiración se debilitan y requieren tratamiento de emergencia y asistencia respiratoria.

Lizeth Damián, abogada de 31 años, reveló a buzos que esta enfermedad le ha impedido abandonar el hogar paterno, ya que requiere cuidados que no tendría si estuviera sola.

“Necesitaría, en primer lugar, una vivienda adaptada. Un lugar con rampas, baños amplios y espacios que me permitan moverme con facilidad. También sería importante contar con transporte propio o servicios de transporte accesibles. Necesitaría, además, apoyo económico para cubrir los gastos adicionales que implica vivir con miastenia, como la compra de tratamientos médicos, pañales, andadora o silla de ruedas, cuando la mía ya esté demasiado vieja”, explicó a buzos.

Para ella es mucho más difícil encontrar un trabajo estable; muchos empleadores –señaló– no están preparados para contratar a discapacitados porque tienen prejuicios sobre sus habilidades.

A pesar de su buena formación académica, le ha resultado complicado conseguir empleo. Sus padres la apoyan en todo momento; pero reconoce que su dependencia hacia ellos limita su autonomía.

“El gobierno debería invertir más en accesibilidad universal. Esto incluye adaptar edificios públicos, transporte y espacios urbanos para que las personas con discapacidad podamos movernos con libertad. Además −precisó Lizbeth− sería importante crear más programas de empleo inclusivo y ofrecer apoyos económicos a las personas con discapacidad para que podamos vivir de manera independiente. Por otro lado, la sociedad debería ser más inclusiva y cambiar sus actitudes hacia las personas con discapacidad”.

Problemas menores de salud mental como la depresión y la ansiedad también afectan las oportunidades de que los jóvenes alcancen su independencia. Estos trastornos se manifiestan en la falta de concentración y motivación, el aislamiento social y las dificultades para mantener relaciones interpersonales, dificultando el desempeño académico, la búsqueda de empleo y la construcción de redes de apoyo.

La dependencia de los jóvenes michoacanos es demasiado compleja; tiene muchas causas y consecuencias y, para resolverla, se deben crear empleos, ampliar la oferta de los servicios públicos de educación integral y seguridad. Los adultos jóvenes que aún viven con sus padres muestran un menor poder adquisitivo, su consumo es reducido y su aportación a la economía, por tal motivo, es ínfima.

La migración laboral de Michoacán es una de las más relevantes; y la dependencia económica de muchas familias hacia las remesas se agrava cuando los jóvenes no se independizan. La falta de independencia económica dificulta la movilidad social y la posibilidad de acceder a mejores oportunidades laborales en otras regiones.

La situación de muchos jóvenes michoacanos representa una llamada de atención para sus pares de otros estados y los tres niveles de gobierno porque, para que en el país exista realmente bienestar y desarrollo sostenible, es necesario que existan empleos suficientes y buenos ingresos salariales. 


Escrito por Laura Osornio

colaboradora


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