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Éste es un momento crítico en la historia. En dos meses y medio, el brote de Covid-19 se volvió pandemia y tuvo efectos sociopolíticos y económicos sin precedentes. El coronavirus, que ya fracturó el sistema de salud del primer mundo, surgió de la guerra geopolítica entre Estados Unidos (EE. UU.) y China, por lo que algunos ven esa cepa como un arma biológica para dislocar al gigante asiático. La forma en que la enfrenten definirá el futuro inmediato de su sociedad. Sin infraestructura en salud y con 52.4 millones de pobres, México llega muy frágil a esta batalla contra un enemigo nunca antes visto. Solo con destreza e inteligencia podrá enfrentarlo.
El brote de la cepa Covid-19 expuso los límites de la visión geoestratégica de todos los gobiernos prohegemónicos, que revelaron su incompetencia y cínico cálculo. Mientras los científicos trabajan a contrarreloj por encontrar una vacuna capaz de controlar al patógeno antes de otoño, las corporaciones lucran con el pánico y los pesimistas pronostican un futuro apocalíptico con el que sucumbirá la actual civilización.
La primera ola del virus evidenció el nefasto efecto de la privatización neoliberal del sistema global de salud. Esta crisis dejará lecciones a futuro para la clase política y los ciudadanos, pues solo el tiempo confirmará qué gobiernos fueron más efectivos para combatir la pandemia.
Impacto político
Es previsible que el aumento exponencial del virus incremente la paranoia. Para evitar esa debacle, detener la dispersión del coronavirus depende del compromiso político de los gobernantes. Hoy, cuando se blindan las principales ciudades del mundo y millones se refugian en sus casas para evitar contagios, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncia que algunas naciones “no se toman en serio la gravedad” del caso.
Al estallar la crisis, los medios y analistas occidentales criticaron a Beijing por “censurar” la información y por incurrir en “autoritarismo” al cerrar ciudades. Sin embargo, hoy los geopolitólogos concluyen que el colosal esfuerzo y sacrificio de China compró tiempo al mundo al prepararse contra la pandemia.
Ese país impuso la mayor y más estricta cuarentena de la historia. En Hubei asiló a millones de habitantes en sus casas; cerró fábricas, escuelas, oficinas y paró el transporte. No hacerlo habría implicado el alza en infectados y decenas de miles de muertos. La OMS elogió la decisión del gobierno de Xi Jinping.
Lidiar con el enemigo
La tasa de propagación es del dos por ciento (de cinco a 10 veces más letal que una gripe fuerte) y una tasa de mortalidad del 0.1 por ciento.
La prioridad es cortar el mecanismo de transmisión, pero escasean y seguirán faltando medicamentos.
Más de 500 millones de personas en el planeta dejaron de asistir a las escuelas por el coronavirus.
A la mitad de marzo había 170 mil casos de contagio en más de 150 países, más de cinco mil decesos y 65 mil recuperados.
Hay dos escenarios posibles. En el mejor, el brote se contendrá en seis meses y en el peor, superará ese lapso.
Por la experiencia de China, se piensa que el 80 por ciento de los casos serán leves, el 15 por ciento deberán ir al hospital y el cinco por ciento requerirán cuidado intensivo.
En contraste, la prensa corporativa críticó y sembró la desconfianza contra China. Maniquea, la agencia EFE describió así la apertura de Beijing hacia el exterior en Internet: “por minutos se abrieron las compuertas de la censura en China para que los ciudadanos, que burlan la fiscalización estatal del ciberespacio, se desahogaran por la negligencia que condujo a la epidemia”.
Hoy, cuando China busca reanimar su economía al relajar la cuarentena, muchos alertan sobre una segunda ola infecciosa. Igual sucedió con Irán, con más de dos mil 732 casos y 87 decesos. Arrogante, la agencia Associated Press (AP) calificó la estrategia iraní como “caótica, que muestra que no todos los gobiernos autoritarios son capaces de obtener logros”.
En cambio, esos medios soslayaron que el presidente de EE. UU., Donald John Trump, calificó al coronavirus como “farsa” de los demócratas para perjudicarlo. Y no condenaron que, ante el alza de infectados, vetara por un mes los viajes de 26 países europeos hacia su territorio y acusara a la Unión Europea (UE) por no actuar a tiempo.
En la superpotencia mundial, los servicios de emergencia prevén que la crisis empeore y pidieron dos mil 500 millones de dólares (mdd) al Congreso para cubrir cuarentenas y tratamientos. Ante la veloz expansión del virus, los expertos denuncian que su gobierno no parece listo. Sin embargo, Trump intenta pactar con un laboratorio alemán el derecho exclusivo de una potencial vacuna contra el coronavirus, según el diario Welt am Sonntag.
Además, Trump pretende usar la pandemia para impulsar su reelección, mientras promueve el muro con México para mantener a EE. UU. “puro” ante un mundo amenazante. Ignorante de la realidad en su nación, afirmó que los infectados “Ya están mejor. Son 15”, cuando entonces había 47 enfermos y nueve de ellos habían contraído el virus sin viajar. Cuando anunció la primera muerte, indicó que era “una mujer de 58 años con mal respiratorio previo”, pero la propia Casa Blanca lo corrigió después al aclarar que, en realidad, había sido un hombre.
Apuntes de una proeza
El 12 marzo, la Comisión Nacional de Salud de China anunció que bajó el pico de transmisión del virus, pero advirtió: “no hay tregua”. Este logro del pueblo chino fue posible gracias a la decisión política de su gobierno de usar todos los medios, entre ellos la tecnología moderna. En 75 días, los drones fumigaron ciudades, con altavoces reiteraron la necesidad de usar protección y entregaron paquetes; robots asistieron al personal médico e impresoras 3D, moldearon mascarillas y, provistos de termómetros, patrullaron calles para detectar enfermos.
Más de 800 millones de personas en 300 ciudades usaron aplicaciones móviles –en Alipay y Wechat, desarrolladas por Alibaba y Tencent– para informar sobre los contagios en zonas próximas. China usó los macrodatos para salvar vidas y registrar la identidad de quienes adquirían fórmulas que indicaran posibles contagios. Usó los códigos QR para ver si alguien corría riesgo de infección o necesitaba cuarentena. Además, se multiplicó el trabajo en casa y la compra virtual de despensas.
Para restaurar su reputación global, China donó 20 mdd a la OMS, medida que difiere de EE. UU. que hace dos años propuso recortar su ayuda a ese órgano. Robbie Grammer y Colum Lynch de Foreign Affairs describen que Washington “juega a acusar a Beijing de todo y China afirma que ya contuvo la dispersión”.
A Reino Unido se le critica por su estrategia contra el virus. El primer ministro conservador Boris Johnson insiste en no aislar al país y pretende aumentar la inmunidad de la población. Esa decisión, que rompe con el consenso mundial ante la crisis, ya dividió a los científicos británicos. Hasta el 14 de marzo había 798 casos confirmados y 10 muertos. Solo el tiempo demostrará si Johnson tuvo razón.
En Italia, los medios de prensa difundieron las largas filas de enfermos en espera de ventiladores y tanques de oxígeno, pero han silenciado el fondo de esa tragedia: que Lombardía privatizó sus servicios de salud para atender a los pacientes más ricos del mundo, no a los italianos. Por esta exclusión neoliberal, el ataque del Covid-19 está siendo implacable: los mil 809 decesos ocurridos hasta el martes 17 obligaron al gobierno de Giuseppe Conte a cerrar la península.
España, con más de tres mil casos, decretó estado de alarma. Cataluña confinó a más de 70 mil personas y en Tenerife se hallan miles de turistas y trabajadores en cuarentena. En Francia, el alza de la infección eclipsó los comicios municipales con un abstencionismo del 46 por ciento que favoreció a la derecha, que se atribuye el triunfo.
Ejemplo de diplomacia suave e inteligente es la humanitaria decisión de Cuba de recibir el crucero británico MS Braemar, a solicitud de Reino Unido, para llegar a un puerto cubano y repatriar, por vía aérea, a un grupo de enfermos de coronavirus. El gobierno de La Habana autorizó ese tránsito para evitar a éstos mayores riesgos, tras adoptar los protocolos sanitarios establecidos por la OMS.
Ante semejantes gestos de solidaridad de los exhaustos médicos y enfermeros que combaten al patógeno en el mundo, los vecinos de ciudades en cuarentena aplauden cada noche su esfuerzo.
Impacto económico
El fulminante brote de Covid-19 trastocó ya la economía mundial y es difícil saber cuándo se recuperará. En 2019, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE. UU. advirtió que, en este siglo, las pandemias costarán seis billones de dólares (bdd). A inicios de marzo, el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) estimó que la caída del turismo y del sector de salud provocaría pérdidas globales de 308 mil mdd.
A ello se suma que China paralizó su producción y redujo su consumo de petróleo, con lo que bajó el precio mundial del crudo y sacudió las economías de Medio Oriente, Rusia, México y Venezuela, cuyos ingresos por exportación se redujeron.
Sin embargo, los personeros del imperialismo estadounidense no ocultan su afán de lucro con la pandemia. En Fox News, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, admitió que el virus “podría ayudar” a Trump si decae la economía del país asiático. Otros ganadores son las farmacéuticas, las aseguradoras médicas, los fabricantes y vendedores de equipos hospitalarios, así como multinacionales mediáticas.
Lecciones de una amenaza biológica
• No todos los gobiernos pueden o deben copiar la experiencia de China.
• Se puede retrasar la propagación, al mantener el “pico” de la epidemia. Esto solo se logra con sistemas de salud eficientes, no saturados.
• Se debe informar a los ciudadanos. El mejor momento es… ¡Ya!
Preparar los sistemas de salud ante el inminente aumento de pacientes.
• Restringir viajes parece decisivo pero protege poco, pues las personas siempre buscarán cómo trasladarse.
• Gobiernos, ciudadanos y empresas necesitan planes de contingencia y permitir el trabajo en casa.
• La dispersión se aplazará en meses y los médicos sabrán lidiar con esa enfermedad, si ya disponen de antivirales efectivos.
Solo es eficiente un enfoque integral que involucre a todas las instituciones.
Difícilmente se recuperarán los sectores energético, turístico y de transporte en el mediano plazo. La consultora Capital Economicx predice una pérdida de 280 mil mdd este primer semestre y el Banco Asiático de Desarrollo atisba una caída del 0.4 por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB) mundial.
Pese a la caída en las bolsas, no parece probable una recesión. Según The Economist, el efecto coronavirus causará un mediocre crecimiento global de dos puntos porcentuales, el más bajo en 12 meses. En el peor escenario la economía se contraerá hasta en uno por ciento. Todo dependerá de cómo actúen los gobiernos.
La Comisión Europea (CE) reconoció que la economía podría descender este año y propuso aplicar normas fiscales flexibles y ayudas de Estado para alentar las inversiones en salud, empleo y pequeñas empresas. En Italia, el turismo genera 13 por ciento del PIB y el Centro para la Aviación (CAPA) anunció que los perjuicios del Covid-19, en la mayoría de las aerolíneas, podrían causar su quiebra en mayo.
En América Latina, el efecto sería devastador, pues los países del sur están “más expuestos” a la crisis porque China ya es su principal socio comercial, según la calificadora Moody’s. Y todo indica que así será.
Antígeno en espera
En enero, el director del Centro de Investigación y Elaboración de Vacunas del Instituto de Alergia y Enfermedades Infecciosas de EE. UU., Barney Graham, anunció que esa vacuna ya existe; pero la jefa de su equipo, Kizzmekia Corbett, indicó que al rastrear el código genético del Covid-19 se observó que será muy difícil poner el antígeno en la calle antes de un año. Sin embargo, a finales de febrero, científicos chinos anunciaron que les llevaría ocho meses desarrollar una vacuna.
Hasta ahora, el tratamiento que permite la Comisión de Salud de China incluye el Interferón alfa 2B recombinante (IFNrec), medicamento antiviral producido por la avanzada industria biotecnológica de Cuba.
El 26 de febrero, el Covid-19 llegó a Brasil y la previsión del crecimiento bajó del 2.4 al 2.1 por ciento. La Bolsa de Sâo Paulo, la mayor de la región, se convulsionó al saberse que el colaborador de Jair Bolsonaro, Fabio Wajngarten, dio positivo y que había compartido en Miami con Donald Trump.
Sospechosismo
El vocero de la cancillería de China, Zhao Lijian, publicó en Twitter que sospecha que el Ejército de EE. UU. está detrás del Covid-19. Y adjuntó un video del jefe del Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de EE. UU., Robert Redfield, donde reta a su gobierno a decir cuándo apareció el paciente “cero” en ese país, pues afirma que pudo enfermar por “militares estadounidenses que llevaron la epidemia a Wuhan”. Según Redfield, se encontró coronavirus post mortem en estadunidenses diagnosticados con gripe. Y exhortó: “¡Sean honestos! ¡Revelen los datos de la infección. EE. UU. debe explicarnos todo!”.
Cuba no descarta que el brote sea “una acción de terrorismo biológico”. Orfilio Peláez preguntó en Granma: “¿No es muy sospechoso que surgiera en China y que Washington lo introdujera para debilitar a la que, para muchos, es ya la primera potencia económica mundial?”. En México, el origen y la dispersión del virus se atribuye a la Unidad de Armas Biológias del Pentágono. Nada está confirmado.
Entretanto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró que mantendrá sus políticas sociales, pese a la baja en el precio del petróleo. Denunció que el gobierno de Colombia “no contesta las llamadas” para frenar juntos al Covid-19. Paraguay anunció medidas para proteger su economía, como una gran aportación a la salud pública; y Ecuador sufrió una sacudida al caer la exportación de crudo.
México vulnerable
El 29 de febrero se confirmó en México el primer caso de infección: un hombre de 35 años que había viajado a Italia. El Covid-19 llegó a un país de casi 130 millones de personas, de los cuales la mitad no recibe atención médica y más de 16 millones carecen de seguro social. El sistema de salud está rebasado por el aumento de pacientes de las 10 enfermedades que más muertes causan, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi): cáncer; enfermedades cardiovascular, cerebrovascular y hepática; diabetes, obesidad, influenza y neumonía.
En el sexenio pasado, el presupuesto de salud se mermó en más de 20 por ciento, por lo que en 2018, el Centro de Investigación en Política Pública (CIPP) advirtió: “México está al borde de una crisis de salud pública”. De ahí que el impacto del virus podría ser catastrófico. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) prevé que afecte hasta a una tercera parte de la población (75-78 millones), de la que entre el dos y el cinco por ciento serían pacientes graves.
El gobierno actual, incapaz de imponerse ante las corporaciones mercantiles, contempló impasible el alza de precios y el desabasto de antisépticos, mascarillas y otros productos de protección ciudadana. En cambio, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) anunció que dispone de ocho mil 500 camas de urgencia, cuatro mil ventiladores y equipos con personal capacitado. No admite la falta de especialistas en neumología, virología, epidemiología y endocrinología, ni que el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias carece de cuartos aislados. No hay infraestructura para atender infecciones masivas. El Gobierno anunció que no restringirá vuelos internacionales, ni cerrará fronteras y puertos, aunque suspendió clases hasta el 20 de abril.
Por la incertidumbre, el 16 de marzo, el peso rozó la frontera de los 23 pesos ante el dólar, luego de que el 11 de marzo, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) cayera el 5.2 por ciento, cifra que no se veía desde diciembre de 2011. El Banco de México (Banxico) anunció el Covid-19, un nuevo factor de medición económica. La Dirección de Investigación Económica de Moody’s Analytics en México afirmó que la economía mexicana caerá en recesión si empeora la pandemia.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.