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Con la lluvia llegan los hongos
Entre las diversas variedades de hongos, están los hongos alucinógenos. Los antiguos mexicanos llamaban a estos hongos, Teonanácatl (de Teos, dios en náhuatl, y nanácatl, hongo) y eran, por lo tanto, hongos divinos.
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Las lluvias de esta época traen consigo un sin fin de eventualidades, los citadinos pensarán en el tránsito vehicular y el caos; sin embargo, entre las fortunas que obtenemos de la lluvia y la naturaleza, están los maravillosos hongos. 

Los hongos son organismos ubicuos, es decir, los podemos encontrar en casi cualquier lugar, los hay de todos tamaños casi microscópicos como los mohos que, generalmente, los encontramos creciendo sobre alimentos en descomposición; y los más conocidos macroscópicos, como los comestibles siendo, además, visualmente muy atractivos, ya sea por sus formas o colores, por su belleza estética y otros tan impactantes como aquellos pertenecientes al género Armillaria, que emiten luminiscencia.

Existen dos relaciones simbióticas que muy a menudo encontramos en los bosques y de las cuales son partícipes los hongos. Los líquenes, excepcionalmente resistentes a condiciones ambientales adversas, están formados por hongos y algas. El hongo aporta protección frente a la desecación y la radiación solar, la capacidad de fotosíntesis del alga permite un mejor aprovechamiento del agua y la luz; el resultado de esto es la producción de sustancias únicas llamadas liquénicas y la eliminación de sustancias perjudiciales. El éxito de los líquenes los ha hecho diversificarse en prácticamente todos los ecosistemas terrestres, desde el ecuador hasta los polos, y desde las costas hasta las altas montañas, cubriendo aproximadamente el ocho por ciento de la superficie terrestre. La otra relación son las micorrizas, en este caso los hongos hacen equipo con las raíces de las plantas, las plantas reciben minerales y agua y el hongo obtiene carbohidratos y vitaminas que por sí mismo es incapaz de sintetizar. Es posible que un hongo forme micorrizas con más de una planta a la vez, estableciéndose de este modo una conexión entre plantas distintas, lo cual también es una interacción importante en la naturaleza.

En México, estos seres vivos pertenecientes al reino Fungi, han tenido diversos usos desde tiempos prehispánicos hasta la época actual en muy variados campos, como la medicina y la alimentación. Nuestros antepasados, como bien sabemos, poseían un gran saber, principalmente empírico. Un gran ejemplo es que sabían que el moho verde tenía propiedades curativas sobre las heridas, lo que décadas después conocimos como el género Penicillium del cual se obtiene la penicilina, mérito que le valió el premio Nobel al microbiólogo Alexander Fleming.

Merecen mencionarse, sobre todo ubicados en el México prehispánico, los hongos alucinógenos. Éstos han sido utilizados en muchos rituales como medio para facilitar la comunicación entre el ser humano y lo sobrenatural, o bien, en la búsqueda de los dioses mediante estados de trance. Los antiguos mexicanos llamaban a los hongos alucinógenos Teonanácatl (de Teos, dios en náhuatl, y nanácatl, hongo) y eran, por lo tanto, hongos divinos. Los chamanes tenían un amplio y específico conocimiento de los hongos que permitían entrar en estas alucinaciones, pues también la línea entre el trance y la muerte es muy delgada si no se conoce la forma adecuada de consumir los hongos.

Tampoco podemos dejar de mencionar los hongos venenosos, que inclusos al tacto provocan algún tipo de irritación o los que provocan enfermedades a las plantas y animales.

Quizá el mayor aprovechamiento de los hongos ha sido en la gastronomía, pues hay una extensa variedad de delicias culinarias que van desde los sabrosos rellenos de nuestras quesadillas hasta los famosos y olorosos quesos Roquefort de Francia. En México, las entidades que más hongos comestibles producen son el Estado de México, Guanajuato, Querétaro, Oaxaca, Jalisco y Puebla. La gente realiza su propia catalogación tradicional, ya que ellos recolectan diferentes variedades para venderlas en los mercados y son parte de las actividades económicas de diversas comunidades.

Así, los hongos han estado de manera incondicional en nuestros bosques, hogares y, sobre todo, en nuestras mesas. No dejemos de aprovechar estos extraordinarios tiempos de lluvia y hongos.


Escrito por Blanca Mendoza Mejía

colaboradora


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