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Audaz político-militar con mucho de empresario “burgués”
En las cinco Cartas de relación que Hernán Cortés envió al emperador Carlos I de España y V de Alemania, según la interpretación histórica de Christian Duverger, hay una evidencia adicional a sus reconocidas habilidades como político, militar y probable impulsor de un nuevo Estado nacional renacentista (moderno): su actuación como un empresario “burgués” que apenas un día después de lograr la conquista de México pensó en convertir a la “Nueva España” en un país con economía interna “nacional” y propia y con la capacidad necesaria para establecer relaciones de amplio intercambio externo.
Este hecho fue ostensible, argumenta Duverger, en su proyecto económico de crear puertos marítimos y astilleros en Veracruz, Coatzacoalcos, Xicalanco-Champotón, Campeche, Santiesteban (Pánuco-Tampico) en el Golfo de México, y en Tehuantepec, Zacatula (Ixtapa-Zihuatanejo), Coliman (Manzanillo), Acapulco, Puerto Vallarta, Mazatlán y La Paz en el océano Pacífico. Con este último, aspiraba a rehabilitar el comercio prehispánico de Mesoamérica con Perú y Chile. Este plan incluyó la apertura de la ruta de la Nao de China; la introducción de cultivos euroasiáticos como el olivo, la caña de azúcar y la viña; y el envío de productos prehispánicos como cacao, maíz, frijol, jitomate y algodón nativo a España.
Es en este rubro pragmático en el que se evidencia el sustrato psicológico y sociológico más convincente del “mexicanismo” precursor de Cortés; y también, contradictoriamente, la expresión de rechazo del nativo inconsciente popular y el discurso político estatal pos-colonial lo niega pese a sus abrumadoras herencias sociales y políticas positivas, entre las que destaca el mestizaje, el indigenismo –del cual fue pionero– y el caciquismo regional que desde la Independencia (con Guerrero e Iturbide), la Reforma (con Juárez) y la Revolución Mexicana (con Madero y Obregón), beneficia a las élites económicas de México.
Las cinco Cartas de relación están escritas en castellano entendible hoy, pese a la presencia de numerosas construcciones gramaticales y lexicales del castellano medieval. En conjunto suman 300 páginas con un número aproximado a las 60 páginas cada una (la cuarta solo tiene nueve páginas; la quinta, 62), a diferencia de otras seis muy breves, también dirigidas a Carlos I. Estos documentos fueron el primer texto escrito en “castellano mexicano”, porque fue pergeñado aquí y porque poco más del 50 por ciento contiene nombres de personas y lugares mesoamericanos.
En otras palabras, fue el primer testimonio histórico-literario del mestizaje racial, lingüístico, ideológico, político e intelectual iniciado en 1521 entre España y Mesoamérica, extenso recinto territorial poblado por más de 500 comunidades con una cosmovisión propia, que a partir de entonces empezó a cambiar un poco, pero no mucho porque es diferente a la de los demás países de Latinoamérica.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural