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No existen documentos fidedignos que demuestren que el poeta Candelario Obeso (Santa Cruz de Mompox, Colombia, 12 de enero de 1849–Bogotá, Colombia, tres de julio de 1884) fuera de raza negra; también se ha afirmado que era mulato o zambo; y su poesía no solo reivindica al hombre negro por motivos puramente raciales, sino defiende la igualdad de todos los seres humanos y denuncia la desigualdad económica en América Latina. Los hombres negros que desfilan por su obra –hoy estudiada en las principales universidades de su patria y del Caribe entero– juegan un rol más allá de la raza, pues encarnan a los hombres oprimidos por el colonialismo.
A pesar de su trascendente aportación a la poesía universal, no alcanzó en vida a recibir el merecido reconocimiento; de origen humilde, su formación como profesor le permitiría sobrevivir ejerciendo también diversos oficios como el de traductor (gracias a sus dones de políglota), escribiendo su Gramática de la lengua castellana y diversos manuales para aprender otros idiomas. A los 35 años, el poeta que había cantado a la vitalidad y resiliencia de su pueblo se disparó en el abdomen, terminando con su vida; los periódicos reportaron el suceso como un accidente.
En Er boga chaclatan (El boga charlatán), uno de los 16 poemas incluidos en Cantos populares de mi tierra (1877), el personaje afrodescendiente presume sus conquistas amorosas y relata sus aventuras, riñas y tretas para escapar de quienes lo persiguen; alardea de dones mágicos que le permitirían cambiar el color de su piel y ojos y escapar de los peligros escondido en la vegetación, asegura que estuvo sentado a la vera de Dios y que venció al mismísimo diablo.
Er boga chaclatan
Er fullero ér Arcarde
con una túcba
vino a cojécme;
ma poc foctuna
ya ocurto taba,
rezando, etrá una hojita
re lengua-e-vaca.
Allí duré ejcondío
cécca e ros año,
no comiendo otra cosas
que er güevo-e-gato.
Repué ete tiempo,
con una ciécta yecba
me gorví negro….
No etrañes ete cambio,
ni re er te burles;
¡Si quisiera tendría
lo s’ojo azule!
Oye: ¡yo he táo
una vara rijtante
der Paire Santo!
Se jacé la culebra;
prorucí er cirro;
ar diablo con sé er diablo
yo le he vencío;
hablo ocho irioma,
¡i con mi cencia puero
gorvécte zorra!
Menejicda Rosale,
ha lo que gute;
ma no me tuécza er ojo
ni te encotufe;
pocque si quiero
en ete itante mia,
¡jacecte puero!
El boga charlatán
El fullero del Alcalde
con una turba
vino a cogerme;
mas por fortuna
ya oculto estaba,
rezando, detrás de una hojita
de lengua de vaca.
Allí duré escondido
cerca de dos años,
no comiendo otra cosa
que el huevo de gato.
Después de este tiempo,
con una cierta yerba
me volví negro.
No extrañes este cambio,
Ni de él te burles;
¡Si quisiera tendría
Los ojos azules!
Oye: ¡yo he estado
una vara distante
del Padre Santo!
Sé hacer la culebra;
producir el cirro;
al diablo con ser el diablo
yo lo he vencido.
Hablo ocho idiomas,
¡y con mi ciencia puedo
volverte zorra!
Merejilda Rosales,
haz lo que gustes;
mas no me tuerzas el ojo
ni te encotufes;
porque si quiero
en este instante mía,
¡hacerte puedo!
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.