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La semana pasada, varios medios de comunicación se sorprendieron al enterarse de los resultados arrojados por el Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA), sobre la calidad educativa de los estudiantes mexicanos con edades entre los 15 años y tres meses y los 16 años y dos meses en matemáticas, ciencias y comprensión lectora. En el conocimiento de las matemáticas, México se ubicó en el lugar 61 de 73 países evaluados, cuatro lugares más abajo que en 2015. Esta información conmocionó a la prensa, como si fuera la primera vez que se enteraran de este rezago educativo. Y rápidamente comenzaron a criticar a los maestros que no atienden a sus alumnos, que, en lugar de enseñar y practicar la ciencia, se dedican a hacer política y a difundir volantes, etcétera.
Es sorprendente la “preocupación” en estos medios que, en lugar de buscar al verdadero culpable de los males educativos en los estudiantes mexicanos, se centraron en criticar los efectos de estos padecimientos, con lo que demostraron que no actúan con objetividad ni cientificidad. Declararon que desde que México se incorporó a la lista de los países evaluados en el año 2000 (en matemáticas a partir de 2003), no había tenido una caída tan drástica como la de 2018, cuando mantuvo en los lugares 56 o 57 (sitios muy reprobables también); pero que esta vez, la caída había sido drástica en matemáticas –en caída libre, diría yo– al colocarse en el lugar 61 de 73. Este puntaje, en efecto, está muy por debajo del promedio recomendado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pues los alumnos evaluados apenas cosecharon 409 puntos en matemáticas y 419 de 489 en ciencias.
Pero esto no es todo, apenas en junio de 2019, el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) difundió un diagnóstico similar: el 55 por ciento de los estudiantes mexicanos inscrito en tercero de secundaria reprobó matemáticas. En estados como Guerrero, Yucatán y Quintana Roo, el índice de reprobación fue más alto: 69, 65 y 64 por ciento, respectivamente. Estos hechos presentan la prueba contundente de la grave situación educativa en que se hallan los estudiantes mexicanos.
Pero el resultado que hoy “alarma” y “preocupa” a los medios de comunicación, cuyos editores parecen haber encontrado el hilo invisible de la desigualdad educativa en México, no sorprende a los estudiantes adheridos a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR), quienes desde hace más de 19 años decidieron luchar contra ese grave problema, en particular con la mala enseñanza de las matemáticas. Desde hace siete años, participan activamente en la Espartaqueada Nacional de Matemáticas organizada por Antorcha Magisterial, en coordinación con la recientemente creada Academia Mexicana de Matemáticas. Sabedores del añejo rezago educativo, decidieron exigir al Gobierno Federal una mayor inversión en infraestructura educativa y en la preparación de maestros especializados en matemáticas. Conscientes de que un país que no domina esta ciencia tendrá una sociedad destinada al estancamiento económico y tecnológico; por ello, los estudiantes fenerianos y los maestros adheridos a Antorcha Magisterial ya formaron un frente común para demandar al Gobierno Federal que subsidie el suministro de la luz eléctrica en las casas de estudiantes e invierta en bibliotecas, laboratorios y salas de cómputo; que construya comedores y dormitorios estudiantiles, áreas deportivas, teatros, auditorios, techados y que cree plazas para maestros del deporte, danza, música, teatro, poesía, oratoria, etcétera.
Lo anterior resulta fundamental para un cambio definitivo en la educación, pues es necesario que invierta en la formación pedagógica del docente desde el nivel básico; que la Secretaría de Educación Pública (SEP) examine y evalúe a los maestros constantemente para detectar sus deficiencias, capacitarlos y actualizarlos. Debe aspirar a que cada maestro tenga un máximo de 15 alumnos por clase, como lo recomienda la OCDE.
Si la SEP lleva a la práctica estas recomendaciones, tendremos un avance en la educación matemática de los estudiantes mexicanos; pero si las ignora, dentro de tres años, México estará el último lugar de la tabla de 73 y no habrá lugar para sorpresas. Que conste.
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Escrito por Romeo Pérez
Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.