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Desplazados por la competencia oligopólica de las empresas dedicadas a comercializar carne de pollo y huevo –entre ellas Bachoco, Grande y Aldo– los habitantes de San Isidro Gallinero hoy sobreviven con el autoconsumo de estos productos y con la siembra de maíz, coco, mango y limón en temporada de lluvias.
Esta comunidad, una de las 272 situadas en el puerto y ubicada a solo 18 kilómetros de la Costera Miguel Alemán, la avenida donde se hallan los principales recintos turísticos de Acapulco, se quedó en la ruina luego de haber surtido huevo y pollo al puerto durante casi un siglo, y de que las citadas compañías se instalaran a los costados de la carretera Acapulco-San Marcos.
Ángel García, vecino de esta localidad, informó a buzos que la mayoría de los habitantes de San Isidro se dedicaba a criar gallinas y a comercializar carne y huevo en los negocios turísticos de la Costera Miguel Alemán, a la que llegaban caminando o en automóvil. Con esas labores ganaban lo suficiente para adquirir los productos de la canasta básica, vestido, calzado y educación.
Don Floriberto, adulto mayor que hace seis años perdió la vista, pero no su excelente sentido del humor, tiene una interesante charla y recuerda con emoción muchas anécdotas. Su papá, quien murió a los 100 años, le platicó que su abuelo contó que el pueblo fue fundado hace 150 años por una familia apellidada Hernández y era originaria de Las Ollitas; se llamó San Isidro Labrador porque tenía una imagen de este santo; pero años después se cambió el nombre a San Isidro El Gallero, porque un hombre que iba a vender gallinas a Acapulco falleció en la brecha de terracería donde se inicia la entrada al pueblo.
Con una lucidez extraordinaria y entre carcajadas, relató que, una vez, un sacerdote llegó a la comunidad, de donde esperaba que lo recibieran con caldo de gallina; pero ya habían pasado los mejores tiempos del pueblo y se quedó con las ganas de comer.
Hoy, los pobladores de San Isidro solicitan a los representantes de los tres niveles de gobierno, que brinden apoyo a su pueblo con insumos agrícolas para que se dinamicen las actividades productivas y se modernicen sus viviendas, ya que muchas casas están construidas con varas, adobe, madera y techos de lámina sobre los que se filtran el Sol y la lluvia.
La mayoría de las calles están sin pavimentar; y el acceso es de terracería, a solo unos 20 minutos de la carretera Acapulco-San Marcos. Él único cambio que los habitantes de Isidro Gallinero han visto en su economía, pero para mal, ocurrió cuando las comercializadoras se colocaron en las márgenes de la citada carretera.
“La gente ya no llegaba a San Isidro, prefería comprar pollo y huevo en los establecimientos instalados a orillas de la carretera, obviamente a menor precio, ahorrando tiempo y dinero, a la vez, dejando sin trabajo a los pobladores, que ahora se dedican a las labores del campo, situación que afectó su economía, que sigue deteriorándose debido a los constantes recortes del Gobierno Federal a este importante rubro y a la eliminación de programas destinados al campo”, cuenta otro de los pobladores.
Acapulco, 6o lugar más violento
La violencia y los problemas sociales de “los dos Acapulcos” no pueden resolverse sin considerar la situación de ambos; es decir, el de los pueblos y colonias pobres y el turístico. San Isidro Gallinero está incluido en el primero, donde vive gente muy trabajadora que está en espera de una nueva oportunidad para renacer con la recuperación del mercado que, desde hace años, les arrebataron las grandes empresas comerciales.
La gente de los pueblos y colonias marginadas de Acapulco, donde la pobreza extrema se ofrece a la vista, necesita urgentemente el respaldo de los tres niveles de gobierno mediante la inversión en proyectos productivos, la creación de empleos y apoyos financieros para el campo, la dotación de obras y servicios urbanos, y el mejoramiento de escuelas y centros de salud.
Hoy, los pequeños productores de pollo y huevo se organizan para buscar apoyo de los tres niveles de gobierno y poder reactivar sus negocios. En el Acapulco turístico no hay pobreza, no faltan servicios públicos; pero la violencia delictiva está afectando la seguridad y la tranquilidad que requieren los destinos de playa, los hoteles, restaurantes y centros de diversión.
En el cierre de agosto, Acapulco continuó en el sexto lugar más violento del país, a pesar del operativo de seguridad a cargo de elementos del Ejército y la Guardia Nacional, según datos del Consejo Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (CESNSP). La desbordada estela de violencia ha agravado la crisis de inseguridad en los pueblos y en la periferia de Acapulco.
La estrategia de seguridad pública del Presidente cifrada en la frase “abrazos, no balazos” no es desarrollada por otras autoridades, simplemente no funciona y es aprovechada a cabalidad por los grupos de la delincuencia organizada en regiones y plazas urbanas como Acapulco.
Tan solo en junio se registraron 222 homicidios dolosos en este puerto, como consecuencia de las frecuentes balaceras en calles, desapariciones forzadas, “levantones” e incendios de casas y vehículos, hechos por los que no ha habido un solo detenido, según informes del portal de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Guerrero.
La llamada “Perla del Pacífico” está convertida en zona de guerra debido a las pugnas de grupos antagónicos vinculados a la delincuencia organizada. El “blindaje” aplicado por los elementos del Ejército, la Marina-Armada de México y la Guardia Nacional simplemente no funciona.
Hace tres meses fue encontrado el cadáver de un hombre con huellas de tortura y embolsado en la carretera que conduce a San Isidro Gallinero.
En ese mismo periodo se reportó el asesinato a balazos de un empresario que denunció corrupción en el gobierno del puerto: Jesús Rivera Rojas fue acribillado en plena avenida Costera Miguel Alemán cuando salía de uno de sus negocios.
Un día antes de este crimen, que resonó nacionalmente, el también presidente de la Asociación de Bares, Restaurantes y Discotecas de la Costera (ABRDC) había exigido a la alcaldesa morenista de Acapulco, Abelina López Rodríguez, una audiencia para denunciar actos de corrupción de los funcionarios de la Dirección Municipal de Ingresos, pero la cita con la controvertida presidenta municipal no se efectuó.
El campo a la deriva
Los pobladores de San Isidro Gallinero, que ahora se dedican a la siembra de limón, maíz, coco, mango, entre otros productos de la temporada de lluvias, denunciaron que al igual que otros apoyos federales, el fertilizante que anualmente obtenían a través del gobierno estatal hoy no llega a la mayoría de los campesinos.
También puede ser que estos apoyos no se distribuyan adecuadamente, porque estén destinados a los amigos, parientes o personas afines políticamente a los llamados “servidores de la nación”. Algunos adultos mayores sí reciben el apoyo destinado específicamente a personas mayores a 65 años, pero el monto bimestral no les alcanza para adquirir los productos de la canasta básica debido al alza de precios, pagar servicios de transporte, gasolina, gas y medicamentos porque desde que el gobierno morenista eliminó el Seguro Popular no tienen servicio médico y deben comprar medicamentos. Hoy, el dilema de los ancianos estriba en comer o atender su salud.
Es cierto que, antes, este sector de la población no tenía “pensión del bienestar”; pero contaba con apoyos para el campo como fertilizantes y otros insumos agrícolas necesarios para hacer producir la tierra; y si tenía alguna emergencia médica, contaba con el Seguro Popular que le brindaba atención médica y medicamentos.
Esta temporada de lluvias ha sido buena, pero la situación luce complicada porque los gobiernos Federal, estatal y municipal no los han apoyado con insumos agrícolas requeridos para sembrar y los costos de fertilizantes, herbicidas, fungicidas, entre otros productos, son excesivos.
La población se ha organizado para solicitar a los tres niveles de gobierno apoyos para el campo, vivienda, seguridad, la rehabilitación del camino de terracería que conduce a San Isidro Gallinero; también para reactivar la cría de gallinas y venta de huevo por mayoreo, ya que su economía se mantiene estancada.
Para estos guerrerenses es injusta la manera en que el Gobierno Federal se gasta el presupuesto nacional, cuando el 65 por ciento de sus integrantes carece de todos los servicios urbanos básicos –agua potable, drenaje, calles y caminos pavimentados, etc.– y viviendas dignas; ya que la mayoría son de trozos de madera, lodo crudo y están techadas con láminas deterioradas y plásticos.
“Es injusto que el presupuesto asignado para 2023 esté destinado a becas, pensiones para adultos mayores y no haya recursos para atender rubros importantes como salud, educación, campo, vivienda. Es necesario que los tres niveles de gobierno brinden apoyos para que la población tenga acceso a una vivienda digna, a la educación y para que los campesinos tengan los insumos que necesitan para sembrar y obtener cosechas óptimas”, explicó a buzos don Ángel García.
Y agregó: “Es indignante que miles de familias acapulqueñas carezcan de una vivienda digna y segura, y que sigan siendo excluidos porque gran parte de los recursos son absorbidos por programas sociales y electorales del Presidente, como la pensión para adultos mayores, becas Benito Juárez y el programa Sembrando Vidas, dejando en segundo plano rubros prioritarios como creación de empleos y proyectos productivos que ayuden realmente a mejorar la vida de los habitantes de San Isidro Gallinero y demás comunidades que pertenecen al municipio de Acapulco de Juárez, la Perla del Pacífico”.
Aunque resulta difícil competir con las empresas comercializadoras de huevo y pollo que venden estos productos en grandes cantidades, los habitantes de San Isidro Gallinero confían en reactivar la producción y venta de tales productos mediante el apoyo de las autoridades y la determinación de su gente, que únicamente anhela el desarrollo integral de su comunidad.
San Isidro Gallinero es solo un ejemplo de la situación precaria en que se encuentran las 272 localidades que conforman el municipio de Acapulco de Juárez, donde la exigencia unánime consiste en la dotación de servicios como agua potable, drenaje, rehabilitación de caminos, pavimentaciones, empleo, apoyos para vivienda, insumos agrícolas y proyectos productivos que contribuyan a mejorar su economía.
Éstos son los nombres de algunas de estas comunidades: Aguas Calientes, Agua Zarca de la Peña, Apalani, Alto del Camarón, Amatepec, Amatillo, Apanhuac, Arroyo Ejido, Arroyo Muerto, Banco de Oro, Barra Vieja, Cacahuatepec, Campanario, Carabalí, Cerro de Piedra, El Bejuco, El Arenal, El Cantón, El Cajelito, El Embarcadero, El Limón, El Maguey, El Mamey, El Metlapil, El Paraíso, El Zapote, Garrapatas, Espinalillo, El Salto, Huajintepec, Dos Arroyos, Kilómetro 30, Salsipuedes, San Pedro las Playas, Texca, Tres Palos, Tuncingo, Venta Vieja, Xaltianguis, Piedra Rajada y Piedra Ian.
Todos sus habitantes se sienten abandonados por los gobiernos Federal, estatal y municipal, porque no son atendidos en sus demandas en contraste con los residentes y los turistas del “otro Acapulco”, el turístico, plagado de hoteles, restaurantes, centros sociales y comerciales, donde los habitantes cuentan con todos los servicios, como agua potable, drenaje, transporte, calles pavimentadas, alumbrado público y obras de relumbrón u ornato.
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Escrito por Olivia Ortíz
Reportera