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Las ciencias, en menor o mayor grado, han sido influenciadas por la ideología del sistema económico dominante. La matemática y la física, a pesar de su rigurosidad y cientificidad, no han sido la excepción. En su desarrollo han dejado aberturas por las que la ideología reaccionaria ha entrado para incubarse. Tal es el caso del famoso Principio de indeterminación de Heisenberg, usado frecuentemente como teoría científica para argumentar que es imposible conocer con precisión cualquier fenómeno, porque así lo demostró matemáticamente el físico y filósofo alemán Werner Karl Heisenberg y porque es una verdad absoluta.
El principio de indeterminación fue anunciado por Heisenberg en 1927, con él ganó el Premio Nobel de Física en 1932. Se le tiene por revolucionario porque cambió la visión determinista de Newton: demostró que no pueden conocerse simultáneamente la velocidad y la posición de una micropartícula en cada instante infinitesimal de tiempo, porque en el mundo subatómico, cuando una micropartícula es iluminada por un rayo de luz, el fotón que la luz envía es igual o más grande y potente que la propia micropartícula, lo que ocasiona una desviación de su posición inicial. Heisenberg se dio cuenta de esta disyuntiva y concluyó que el problema no tenía solución, por lo que planteó que el ser humano debía decidir si quería determinar con más precisión la posición o la velocidad de la micropartícula, porque de acuerdo con su razonamiento no podían conocerse las dos cosas al mismo tiempo. Así fue como matematizó este principio con su afamada inecuación, que describe el grado de indeterminación de la posición de una determinada micropartícula y la modificación de la velocidad de su trayectoria. Demostró que el producto de éstos era una constante igual a la famosa constante de Planck dividida por la masa de una determinada micropartícula y la constante 4π.
La aportación de Heisenberg revolucionó la física, dando paso al nacimiento de la física cuántica, pero al mismo tiempo creó un vacío que ha llevado a tergiversaciones y discusiones filosóficas. Por ejemplo, varios científicos contemporáneos creen que el observador es el que determina las propiedades de un sistema físico, o que “un átomo puede estar intacto y desintegrado al mismo tiempo”, como el gato de Schrödinger que no se sabe si está vivo o muerto hasta que uno abre la caja.
En la literatura científica es común encontrar otra tergiversación al aludir el Principio de indeterminación de Heisenberg como Principio de incertidumbre. El simple cambio de nombre a la designación de un fenómeno distorsiona o confunde la forma de concebirlo, pues no es lo mismo incertidumbre que indeterminación, ya que incertidumbre significa no saber, o sea la negación del conocimiento seguro y claro de algo. En cambio, indeterminación significa no saber con precisión un valor. Es decir, el hombre puede conocer por medio de aproximaciones un fenómeno, pero no puede determinarlo con precisión, pues hay factores que impiden que logre llegar al conocimiento verdadero de dicho fenómeno. Esto puede deberse a que los instrumentos usados no son los adecuados o que el método de investigación usado no es el correcto. Por eso, como dijo Einstein, el hecho de que se dependa de probabilidad sugiere más bien un desconocimiento de las leyes que gobiernan la realidad.
Esas indeterminaciones en la ciencia son las que han permitido a la filosofía reaccionaria interpretarlas a su conveniencia, defendiendo que la casualidad pura es lo que reina en el mundo, que las leyes que determinan con precisión el movimiento de los fenómenos subatómicos se han terminado y, por consiguiente, las leyes que gobiernan el mundo macroscópico también.
A la idea que niega el conocimiento de la realidad y, en consecuencia, su transformación y evolución, se le debe combatir con rigor científico. Ésta es una tarea que incumbe a la nueva generación de científicos con otra formación académica, política y filosófica. La finalidad es no dejar hendiduras en su investigación, por pequeñas que sean, en donde pueda entrar la filosofía reaccionaria y cultivar sus ideas. Sin embargo, para lograr este cometido deben convertirse en materialistas conscientes y usar la filosofía materialista dialéctica como la mejor herramienta para orientar su ciencia.
Escrito por Romeo Pérez
Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.