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En este año, el contexto marcado por las mayores pugnas interimperialistas, que se expresan en inestabilidades de dominio económico y unas siete guerras en el mundo, siendo la de Ucrania la central, es parte de la crisis multilateral del capitalismo.
La crisis, aunque tiene expresiones diferenciadas en cada país, también tiene rasgos comunes. Incluye la sobreproducción relativa de mercancías, mayor desempleo y flexibilización laboral, estanflación a la puerta y amenaza de hambrunas regionales. Los propios voceros de las clases dominantes demuestran que no tienen una salida que les dé gobernabilidad y que las contradicciones se incrementarán en el futuro.
En estos momentos es que se presenta un nuevo capítulo de la novela llamada “adiós a la clase obrera” o, al menos, la supuesta reducción continua en número e influencia. El actual hace insistencia en que las nuevas tecnologías llevan inmediatamente a prescindir del trabajo humano. Concomitantemente, señalan que los problemas sociales son un asunto de tecnología y no de política, dejando ésta en manos de los mismos de siempre.
La insistida reducción se contradice con los datos reales. Si nos basamos en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la fuerza de trabajo ha crecido en un 25 por ciento entre 2000 y 2019. Para 2021, el número de empleados era de 3.471 millones, frente a 2.766 en el año 2000. Los asalariados, 1.150 en 2000, pasaron a 1.753 millones en 2019. Como se ve, la fuerza de trabajo es hoy mayor que en cualquier otro momento de la historia.
Si se observa por sectores, en la industria trabajaban 542.7 millones en 2000 y en 2019 llegaron 750 millones (luego hay una caída parcial motivada por la pandemia); en servicios, el crecimiento es mayor, pasando de 1.029 en 2000 hasta 1.622 en 2020; y el único sector que decrece es el agrario, donde trabajaban 1.047 millones en 2000 y bajó a 873.8 en 2020. El trabajador industrial ha crecido en número, a lo que se debe añadir el proletariado de las agroindustrias, trabajadores por cuenta propia y desempleados. No hay nada que diga que en el mundo del trabajo haya una menor presencia laboral, sino todo lo contrario.
La producción y los servicios necesarios para que se materialicen las mercancías nos permiten observar que hay una relación íntima, inseparable, entre los servicios y la fabricación de bienes. En esta realidad es que se puede ratificar, una vez más, que el número de trabajadores que realizan trabajo productor de plusvalía mantiene su crecimiento. Aquí otra importancia vital de las clases trabajadoras: sin ellas no hay producción, no hay crecimiento, no hay desarrollo (independientemente de la concepción del mismo), no hay sociedad que camine.
Las nuevas formas de trabajo, como la uberización, flexibilización, fragmentación del espacio-tiempo laboral, entre otras cosas, son mecanismos de utilización de la fuerza de trabajo desconociendo los derechos laborales, pero dando continuidad a la generación de plusvalía apropiada por el empleador, a la que en muchos casos hay que añadir ganancias o pérdidas en la ruleta de las burbujas financieras. A pesar de su crecimiento, no han marcado un cambio general de las tendencias y realidades laborales.
Clase obrera y reconocimiento de derechos sociales
Es necesario señalar que los trabajadores no están sólo en medio de las contradicciones fundamentales de clase provenientes del mundo laboral, sino que viven también las expresiones de las inequidades de carácter étnico o cultural, de género, generacionales y otras. Esto conduce a pensar en la vida de las clases trabajadoras de una manera amplia, ligada a la lucha por cada uno de los derechos humanos. Y de hecho así ha sido, con dificultades, avances y retrocesos.
Del mismo modo, hay que señalar que el crecimiento de la clase obrera se presenta en medio de cambios diversos. Varios de ellos por el cambio tecnológico, otros por estilo de organización empresarial y finalmente los que dependen de la correlación de fuerzas en la lucha por los derechos.
Es fundamental considerar que el conjunto de derechos sociales tiene a la lucha obrera como un factor clave de éxito. Un estudio fundamental que lo demuestra es el de Pippa Norris: Driving Democracy, Do Power-Sharing Institutions Work? Allí analiza y coteja las mayores protestas en 150 países desde 1900 hasta 2008.
Su hallazgo fundamental es que cualquier proceso democratizador y lucha por derechos y libertades depende de qué sector social es el que dirige las protestas. La diferencia entre si son los sectores medios urbanos o si se trata de los trabajadores industriales, estatales y campesinos, es muy signifcativa.
“Esto es lo que encontramos: los trabajadores industriales han sido agentes clave de la democratización y, en todo caso, son aún más importantes que las clases medias urbanas. Cuando los trabajadores industriales movilizan la oposición masiva contra una dictadura, es muy probable que siga la democratización y sea derrotada la dictadura”.
La diferencia, entonces, está en la medida y forma de participación de la clase obrera, especialmente industrial, donde se concentra el proletariado. Su disciplina laboral, su organización independiente de los intereses de las clases dominantes, sus redes de solidaridad, son parte de los factores de éxito de sus luchas.
La evidencia empírica de este estudio mundial se puede sumar a las de cada país. Ya no sólo es un problema de cantidad, es un problema de la calidad de su presencia de clase. En la medida en que la conciencia de la misma crezca, que construya y fortalezca sus organismos políticos de clase, los cambios históricos posibles son aún mayores.
A ello podríamos añadir ahora la importancia, por ejemplo, de los trabajadores del cuidado. Sin ellos y ellas habría sido imposible superar la pandemia. Y el campesinado que mantuvo la alimentación del mundo o los trabajadores de servicios e información, todos y todas demostraron que sin trabajadores no hay funcionamiento de sistema social alguno.
En el conjunto de la clase obrera, en el campesinado medio y pobre y otros sectores explotados está la posibilidad real de cambiar el mundo. Si alguien dice que la clase obrera ha muerto, podríamos repetir aquello de que se trata de un muerto con muy buena salud.
Luego de 30 días de huelga, el Sindicato del Nacional Monte de Piedad, la mayor casa de empeños del país, logró un incremento salarial del 18 por ciento, entre otras mejoras laborales.
La decisión provocó que miles de ciudadanos salieran a las calles de París para protestar. “Es el final del camino democrático”, se leía en una de las pancartas que portaban los manifestantes.
Este martes se define el rumbo de la reforma por las 40 horas laborales
A unos meses de concluir el sexenio de AMLO y en el contexto de la conmemoración del 1° de Mayo, podemos afirmar que la política laboral bajo el gobierno de la 4T también resultó ser un engaño, pura demagogia y manipulación.
¿Hemos llegado al fin de la habitabilidad del planeta? ¿A la inevitable fase descendente de la humanidad?
Lo anterior lo anunciaron a unos días de la clausura del periodo y de prácticamente de todos los trabajos de la LXV legislatura.
Mantienen un paro desde hace 15 días; exigen aumento del 9 %, pago de horas extra y respeto a sus derechos laborales.
Todos los que escriben en buzos lo hacen por su amor a difundir la verdad de la realidad en las planas periodísticas; el 99 por ciento de los que hacen buzos no cobran ni se hacen ricos gracias al periodismo. Esto es de reconocerse.
La explotación de las mayorías es una condición "sine qua non" para el capitalismo; sólo al eliminar la explotación y las injusticias de este sistema cualquier persona podría no depender de la necesidad de trabajar para subsistir, es decir, ser ciudadano.
La diputada Prieto Terrazas sumó a la demanda el pago de gratificaciones y los tres meses de indemnización
Más de mil investigadores del SITIC Salud denuncian a las autoridades de Salud de mantener la política de cero huelgas, de reducir al mínimo las expresiones de inconformidad por la precariedad laboral, al negarles su CCT durante tres años.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, especialistas analizaron la situación de los movimientos feministas, sus demandas y la respuesta por parte del gobierno mexicano.
Trabajadores de la FGJCDMX acudieron al Congreso capitalino, donde reclamaron mejoras laborales y respeto a sus derechos humanos.
Para los 10 millones que trabajan en microempresas, y muy probablemente también para los cuatro millones de las pequeñas, la Ley Federal del Trabajo (LFT) es letra muerta.
Los trabajadores señalan que la comida proporcionada por la empresa TopQualFoods 365 está en mal estado, es insuficiente y ha provocado enfermedades crónico-degenerativas.
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Escrito por Edgar Isch L.
Académico y exministro de Medioambiente de Ecuador. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).