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PEMEX, a un paso de la desnacionalización
“Están premiando a Pemex porque colocó un bono por muchísimo dinero y con una tasa de interés escandalosa. No es que Pemex haya hecho algo bueno, colocó bonos impagables”.
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La empresa Petróleos Mexicanos (Pemex) se encamina hacia la desnacionalización debido a la mala gestión financiera del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En 2019, perdió 345 mil 485 millones de pesos y profundizó su quiebra técnica.

 “Hoy conversé con Larry Fink, presidente del fondo BlackRock, uno de los grupos financieros más importantes del mundo. Me expresó su confianza en México y agradecí su decisión de invertir en nuestro país”, escribió AMLO el pasado cinco de marzo a través de su cuenta de Twitter; el mensaje está acompañado por una fotografía del diálogo celebrado en Palacio Nacional.

BlackRock, el fondo de inversiones más grande y poderoso del mundo, con seis billones de dólares en activos, participa en diversos sectores económicos de México desde 2008. Posee el control del Citigroup, cabeza de Citibanamex, que opera una administradora de pensiones. 

Es también el principal fondo extranjero que invierte en el sector petrolero liberalizado del país y, desde 2015, controla ductos y explota varios pozos de hidrocarburos en el Golfo de México, cuando entró en vigor la reforma energética 2013-2014, que abrió espacio a las inversiones privadas en esta rama y “desbarató” a Pemex. 

Su participación en México está documentada en el informe El control energético de BlackRock, editado por las organizaciones International Center of Journalist, Projectpoder y Connectas, plataforma periodística para las Américas, difundido el 13 de julio de 2018.

El encuentro de Fink con AMLO se desarrolló siete días después de que el 27 de febrero de 2020 Pemex reportara su histórica pérdida de 345 mil 485 millones de pesos (mdp), que profundizó su quiebra en 2019 y justifica, de suyo, la reapertura de contratos con inversionistas privados que AMLO suspendió en 2018 para recuperar la soberanía energética.

blackrock

El cinco de mayo de 2018, el entonces candidato presidencial de la coalición Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los partidos del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES) se reunión con Fink en el marco de un acto de proselitismo electoral realizado en Iztapalapa, Ciudad de México (CDMX).

“Hoy me reuní con el presidente de una compañía financiera que administra fondos en el mundo, BlackRock, la administradora de fondos financieros más grande del mundo. Me entrevisté con él para aclarar qué se va a llevar a cabo, y que nadie se asuste, porque va a haber un auténtico Estado de Derecho”, declaró AMLO poco después de ese encuentro.

En aquel momento, AMLO no expresaba que su rara concepción de la “izquierda” y la economía política en un Estado eminentemente capitalista jugaría una mala pasada a las finanzas nacionales y, en específico, a la empresa emblemática del estatismo mexicano.      

La pérdida de 345 mil 485 mdp de Pemex en 2019 profundizó su quiebra técnica y desmintió la propaganda que, en diciembre del año pasado, el gobierno de la llamada “Cuarta Transformación” (4T) desplegó para afirmar que la petrolera había sido rescatada de la debacle financiera y detenido su proceso de privatización.

Con el “descalabro” reconocido el 27 de febrero de 2020, Pemex se abarató y unos 80 mil millones de dólares (mdd) de sus bonos financieros confirmaron su condición especulativa.

Esta emergencia financiera justificó la reapertura de las rondas para adjudicar contratos a inversionistas privados, conforme a la reforma energética neoliberal 2013-2014, que el propio AMLO caracterizó como privatizadora y desnacionalizadora de la industria petrolera mexicana.

De hecho, Alfonso Romo, el jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y su enlace con los grandes grupos empresariales de México, anticipó que la adjudicación de nuevos contratos para Pemex con la iniciativa privada empezará en breve.

romo

A la fecha hay 110 contratos expedidos con base en las reglas fijadas por la reforma energética. Entre ellos destacan las inversiones de BlackRock con diversos instrumentos financieros y empresas, contratos que AMLO ha ratificado completamente.

Incluso el 11 de junio de 2019, seis meses antes del triunfal anuncio sobre el “patriótico rescate” de Pemex, en la Reunión Nacional de Consejeros Regionales de BBVA, Alfonso Romo había anunciado que el Gobierno Federal abriría las industrias eléctrica y petrolera a inversiones privadas porque, sin éstas, la industria energética del país no tiene futuro.

Poco antes de su toma de protesta como Presidente de la República, AMLO aseguró que se revertiría la privatización de Pemex y ordenó la suspensión de las rondas y entrega de contratos a particulares, porque analizaría los 110 expedidos desde la activación de la reforma energética. Días después ratificó estos contratos y advirtió que no se tocarían. 

El 20 de noviembre de 2018, la actual secretaria de Energía, Rocío Nahle, declaró que las rondas petroleras serían suspendidas al menos hasta 2021 y que se respetarían los contratos expedidos hasta ese momento; pero se impediría la declinación de la producción petrolera a cargo de Pemex para rescatarla con apoyo del Estado. 

La escena del triunfo 

El ocho de diciembre de 2019, AMLO visitó la plataforma Akal-C, localizada en la Sonda de Campeche; en esa ocasión declaró ante los trabajadores petroleros: “acabo de decir hace un momento que el petróleo no es del gobierno, el petróleo es del pueblo y de la nación; también quiero decirles a todos ustedes que ya no se va a continuar con la privatización del petróleo; vamos a administrar los bienes de la nación , con los trabajadores, con los técnicos de nuestro país, para que esta industria se levante; ya lo estamos logrando”.

El 14 de diciembre, cuatro días después, afirmó que Pemex había sido rescatada y que su producción iba en aumento.

pemex

El presupuesto que el Gobierno Federal asignó para la petrolera en 2019 fue de 273 mil mdp, de los cuales solo ejerció 201.5 mil mdp. Es decir, la dirección general de Pemex, a cargo de Octavio Romero Oropeza, incurrió en un subejercicio o “ahorro” del 26 por ciento.

El mismo 14 de diciembre de 2019 se otorgó a Pemex una sorpresiva distinción internacional llamada “Bono de América Latina de 2019”, entregado por la revista inglesa Financing Review por la renegociación de la deuda de Pemex que implicó una inversión de 7.5 mil mdd para reestructurar 20 mil mdd que serían utilizados para sanear las finanzas de la empresa e incrementar la producción nacional.

Analistas consultados por este semanario aseguran que en tal negociación se conformaron condiciones negativas y de desventaja para México. “Hay revistas internacionales que dan premios a las empresas que colocan los bonos de mayores montos y más especulativos. Eso es una tradición en ciertos medios financieros, y es un escándalo.

“Están premiando a Pemex porque colocó un bono por muchísimo dinero y con una tasa de interés escandalosa. Son una vergüenza esos medios internacionales. No es que Pemex haya hecho algo bueno, colocó bonos impagables”, explicó David Shields, analista internacional del sector energético. 

Mientras tanto, el influyente medio inglés, Financial Times publicó que el gobierno de AMLO mostraba cierto optimismo alejado de la realidad. Un análisis publicado el 10 de enero de 2020 por la firma de Jude Webber señala que los 20 nuevos campos petroleros de los que habló AMLO, en el mejor de los casos, atenuarían en algo el declive de la producción, pero que no serían suficientes para incrementar ésta, según sus requerimientos y proyectos.

Días después, Romero Oropeza confirmó esta apreciación cuando aclaró que, al término de 2019, la producción sería de no más de 1.77 millones de barriles diarios, cifra muy por debajo de la meta fijada por el Gobierno Federal en 1.8 millones de barriles diarios.

Las impactantes pérdidas de Pemex en 2019 produjeron, como principal consecuencia, la reactivación de contratos con los inversionistas privados. La empresa paraestatal nació el siete de junio de 1938, pocas semanas después del 18 de marzo de 1938, fecha en que Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de la industria petrolera, cuya explotación estaba en manos de empresas británicas y estadounidenses. 

El 28 de enero de 2020, Alfonso Romo –jefe de la Oficina de la Presidencia y ahora titular del gabinete especial para la recuperación del crecimiento económico creado por AMLO– anunció, en el Foro Energy México 2020, que en dos semanas se presentaría un programa de inversiones privadas en el sector energético.

Romo aseguró que serían al menos 137 nuevos proyectos por un monto que oscilará  entre 95 y 110 mil mdd. Los inversionistas participarán en diversos rubros, incluidas las energías limpias y en áreas de explotación Farmouts, contratos en los que las empresas privadas y la paraestatal comparten riesgos y beneficios para la explotación petrolera.

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Kristóbal Meléndez, analista del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), indicó a buzos que cuando una empresa recurre a la reestructuración de su deuda, evidencia problemas graves y que está expuesta a que las medidas de saneamiento tarden o no resulten positivas, porque su eficacia depende de diversos factores, uno de ellos es el de los costos preestablecidos.

“A pesar de que uno quiera librarse de costos, hay acuerdos con sindicatos, algunos proveedores, con clientes, los cuales no se pueden modificar, entonces, éstos llevan a pérdidas”, aseguró Meléndez. El especialista explicó que el  Gobierno Federal tiene en frente una disyuntiva complicada y muy difícil de resolver:

“El dilema es cerrar Pemex, despedir a todos los empleados y dejar solo a la empresa y llevarla a una compra internacional, o mantener a la empresa con todos sus empleados, a esta industria que alguna vez le dio beneficios al país, y hacer un rescate. Es un dilema complicado, hay beneficios pero también algunas complicaciones”.

Los 345 mil 485 mdp perdidos en 2019, explicó en su momento Alberto Velázquez, director corporativo de Finanzas de Pemex, casi duplicaron el monto de las pérdidas registradas en 2018, último año del sexenio de Enrique Peña Nieto, cuando fueron de mil 373 millones de pesos y equiparables al 91.5 por ciento.

Hasta finales de 2019, el gobierno de AMLO invirtió nueve mil 500 mdd en el rescate de Pemex, dinero que provino lo mismo de exenciones fiscales y la reestructuración de créditos que de recortes aplicados a otros rubros del gasto básico. Siete mil 500 mdd de ese monto procedieron de la recolocación de la deuda. Todos esos recursos se fueron al caño en 2019.

“Lo que estamos viendo es que los costos de producción están subiendo, pero las ventas de petróleo se están cayendo, y al mismo tiempo tienes un Presidente obsesionado con la producción de petróleo. Lo que menos debe estar viendo Pemex son los barriles, hay que ver las finanzas, los costos, las ventas. Si tú produces un poco más de petróleo pero tus costos suben desmesuradamente es como si hubieras producido menos”, explicó a este semanario el analista David Shields.

El desplome tras bambalinas 

AMLO anunció por todo lo alto que su gobierno había logrado salvar a Pemex; pero en los hechos, la empresa cerró 2019 con un desplome del 7.44 por ciento en su producción. Durante el año produjo, en promedio, un millón 678 mil barriles de crudo, cifra menor a la que reportó al final de 2018: un millón 813 mil barriles diarios. 

El nueve de diciembre de 2019, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, informó que la rehabilitación de las seis refinerías de Pemex había sido todo un éxito, que reportaban un avance del 60 por ciento y que funcionarían al 100 por ciento en 2020. En la mañanera de ese día, AMLO aseguró: “cuando llegamos al gobierno se usaban las seis refinerías en un 38 por ciento de su capacidad y ahora estamos cerca del 50 por ciento de la capacidad”.

Pero el Sistema Nacional de Refinación (SNR), constituido por seis refinerías, produjo 592 mil barriles diarios de combustibles en 2019, lo que implicó una disminución del 3.2 por ciento con respecto a 2018, es decir, 20 mil barriles diarios menos. Las refinerías tenían un potencial de refinación del 37 por ciento al finalizar 2018 y al término de 2019 éste era del 36 por ciento.

El pasado 20 de febrero, un reporte de previsiones del Programa Operativo Anual de Pemex (POA) 2020 reveló que las seis refinerías de combustibles de Pemex operaban al 35 o 37 por ciento de su capacidad, que ya no estaban en la posibilidad de refinar más allá de julio y que dejarían de producir gasolina Premium.

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El informe también anunció que esta gasolina debía comprarse a las petroleras de Texas, Estados Unidos (EE. UU.), que surten el 85 por ciento de la demanda nacional (107 mil barriles diarios). Es decir, una vez que Pemex cierre sus refinerías, la dependencia de combustibles hacia las petroleras texanas llegará al 100 por ciento.

Ese mismo día, Nahle publicó un tuit a modo de desmentido del reporte de la propia empresa Pemex: “Las refinerías de @Pemex Cadereyta; Madero; Salamanca; Minatitlan; Salina Cruz y Tula en sus procesos pueden producir gasolina Premium. Para ello requieren un componente de alto octano que es usado cada vez que le solicitan la Premium. No hay elementos para dejar de producirla”. 

El proyecto de refinería de Dos Bocas, Tabasco, se encuentra en “el limbo”. La secretaria de Energía, Rocío Nahle, en días pasados, buscaba un modelo de planta de refinación en la India sin confirmar de dónde saldrá el financiamiento para su construcción, que, de acuerdo con AMLO, está “avanzando”.


Escrito por Martín Morales


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