Los países de América Latina tienen hoy más que nunca, una oportunidad histórica para voltear hacia un mundo multipolar, encabezado por China y Rusia. Un momento crucial debido al debilitamiento de Estados Unidos (EE. UU.), país que se encuentra inmerso en un desencuentro por los conflictos entre los grupos políticos internos, así como sus intervenciones en otras latitudes del mundo, sentencia el analista internacional Christian Lamesa. 

El autor argentino de varios libros, entre ellos La Paternidad del mal y Los cómplices de Hitler, conversó con buzos después de su conferencia Las izquierdas iberoamericanas, los intereses populares y el futuro del socialismo, impartida a un público selecto el pasado tres de agosto en el municipio de Ixtapaluca, Estado de México. Esto en el marco de la conmemoración del 100 aniversario de las relaciones diplomáticas entre México y la Federación Rusa (antiguamente Unión Soviética), organizado por el Movimiento Antorchista Nacional, y a la que acudieron el embajador de Nicaragua, Juan Carlos Gutiérrez Madrigal, así como autoridades de las embajadas de Rusia y China.

En la ponencia, Lamesa, experto en temas de Rusia y su relación con Occidente, realizó un repaso histórico de la izquierda en Iberoamérica; en él, destacó que el principal problema de las izquierdas es que se han desviado de sus orígenes, pues a la fecha “se han centrado en los derechos individuales, dejando de lado los derechos colectivos. Hay que volver a las bases y poner como sujeto de lucha a la gran masa trabajadora”. 

La izquierda en Latinoamérica, pero también en todo el mundo, está encabezando diversas causas que, si bien justas, han dividido al pueblo. Así se explican movimientos que “luchan” a favor del medio ambiente, los animales, los derechos de la comunidad LGBT, el indigenismo, entre otros. Esto ha generado una división entre el pueblo, enfrentándolo, sin tocar los problemas de fondo como el económico. Estas “causas justas” han sido respaldadas y financiadas por varias ONG, cuando en realidad se trata de una intervención de las grandes empresas internacionales, sobre todo norteamericanas. 

Lamesa destacó que, aunque muchas de las corrientes izquierdistas nacieron del ejemplo de la Unión Soviética, éstas se han corrompido por el imperialismo. Es por ello que lo que está pasando a EE. UU., es una oportunidad para Latinoamérica, incluido, por supuesto, México. 

buzos (b): Sabemos que existen diferencias de calidad, pero ¿Cómo afecta a Latinoamérica el destino de la operación especial de Rusia en Ucrania? ¿Cuáles son los escenarios?

Christian Lamesa  (CL): Yo no veo una afectación especial directa. Derivado de la operación especial de Rusia en Ucrania, en tanto nuestros países no se plieguen, como en algún momento había esbozado Ecuador, de desplegar algún tipo de sanción o envío de armamento a Ucrania, lo cual en ese momento significó que Rusia suspendiera la importación de plátanos de Ecuador, quizá una situación así, y más allá de lo que tiene que ver, por supuesto, con algunas modificaciones de los precios de los hidrocarburos, pero esto se dio más al comienzo de la operación militar especial, en ese sentido, yo no veo una afectación puntual. Más bien todo lo contrario, creo que es una gran oportunidad de nuestros países para afianzar las relaciones en todo sentido con Rusia, de alguna manera como lo hizo, por ejemplo, India, incrementando la compra de hidrocarburos rusos a muy buen precio, por poner un ejemplo, salvo que China es un socio estratégico de hace mucho tiempo, o de Rusia, esto por supuesto profundizado desde la etapa del presidente Xi Jinping, quien también se vio beneficiado del mismo modo que India por incrementar el consumo y la producción de hidrocarburos rusos, por todo ese caudal que dejó de fluir hacia Europa, dadas las sanciones europeas, esto no fue una medida rusa que castigara a Europa, sino una medida europea que termina perjudicando al viejo continente y, en este caso, ha sido una gran oportunidad para estas potencias asiáticas.

En ese sentido, si nuestros países ejercen una soberanía e independencia en cuanto a sus decisiones, puede ser una gran oportunidad. En cuanto a escenarios, qué veo, brevemente, uno, el más cercano, sería el triunfo del candidato republicano Donald Trump; llegando a la Casa Blanca, yo creo que la guerra va a finalizar, simplemente por el hecho de que se va a cortar el suministro de dinero y envío de armamento a Ucrania por parte de EE. UU., puede prolongarse un tiempo por parte de Europa, pero no creo que tenga mucha capacidad para extenderse, porque Europa, debido a esto que mencionaba antes, está en un momento de su economía poco holgado, por decirlo de forma elegante, ése sería un escenario, el de llegar Trump a la Casa Blanca,

El otro escenario –que veo poco probable– es que continúe la administración demócrata, con lo cual, por supuesto no va a haber una modificación sustancial del estatus quo actual, con EE. UU. apoyando esta guerra sin sentido de la OTAN contra Rusia, y más bien incrementándose. Kamala Harris puede ser más guerrerista que Biden; en realidad, Biden tampoco es quien maneja las cosas, pues sabemos el estado mental que está padeciendo. 

Desgraciadamente, y ya lo preveía desde antes –hay registros audiovisuales de esto por lo menos hace un año–, hay tres escenarios respecto a Donald Trump llegando a la Casa Blanca, uno es que se lo impidan los grandes intereses norteamericanos, el complejo militar está muy abocado a que no llegue Trump a la presidencia, porque sería muy malo para sus intereses, entonces, en la proscripción judicial, que es algo que intentaron y que finalmente no dio resultados; el magnicidio, que yo también vaticinaba, vimos que se intentó, y tampoco descarto que lo puedan intentar nuevamente, con lo cual sería un escenario bastante oscuro para el futuro de EE. UU., porque creo que es un país dividido en un momento de tensión muy grande de sus mismos ciudadanos y con una población armada hasta los dientes. Y la tercera posibilidad es que impidan la llegada de Trump a la Casa Blanca mediante un fraude. Yo creo que algo de eso se está preparando, porque ya no es posible disimular la desventaja de Biden, el debate dejó muy a las claras su estado mental; después del atentado se difundió esa imagen emblemática e icónica de Trump como el héroe americano para influir en la psiquis de ese país. De repente se baja Biden y al otro día los encuestadores empiezan a destacar cómo sube la imagen de Kamala Harris, una persona que no tiene una imagen positiva, ni conocimiento; yo creo que van con la intención de por lo menos dar un manotazo de ahogado a través de la figura de Kamala Harris, con el condimento de que es mujer, de que es de ascendencia afroasiática, para intentar con algún grado de éxito ese fraude, que paradójicamente –creo yo– llevaría a un enfrentamiento de la sociedad civil norteamericana.

b: Una segunda preocupación es en torno a la presión que sigue ejerciendo EE. UU. hacia los gobiernos latinoamericanos, hay mucha injerencia en temas estratégicos, en el caso argentino se ha hablado de la seguridad; en el caso de Bolivia, de su acercamiento con Rusia por el tema del litio. Esta injerencia estadounidense es la misma que hemos visto desde la doctrina Monroe, ¿Qué es lo que prevé en el caso de estas presiones hacia los gobiernos latinoamericanos?

CL: Es una pregunta que tiene varias aristas. La posición de EE. UU. hacia Latinoamérica ha sido bajo la doctrina Monroe, con periodos de relativa distensión, que tienen que ver con que Estados Unidos deposita un mayor interés en otras regiones del mundo, puede ser Medio Oriente, Asia-pacifico, pero el interés de Estados Unidos siempre ha estado en lo que ha llamado su patio trasero; magnánimamente Biden dijo que éramos el patio delantero, o sea, superamos la categoría de patio trasero y pasamos a ser el patio delantero de EE. UU., dicho esto con ironía, yo creo que por supuesto en la administración actual, la de Biden, esta administración en retroceso, las injerencias en América Latina tienen que ver también con un grado de desesperación ante esta posición hegemónica, unipolar que se está perdiendo; EE. UU. es consciente de esto, entonces trata de hacer en cierta medida lo que llamamos manotazos de ahogado, algo de eso se vio en el intento de golpe de Estado en Bolivia, creo yo, disimuladamente, conectado con la visita del presidente Luis Arce a Moscú, en una entrevista y con una firma de documentos muy importantes con el presidente Putin. Entonces, por supuesto, yo creo que la injerencia de EE. UU., y también a través de gobiernos como el de Milei, en mi país, que desgraciadamente, ha decidido por voluntad propia y con todo gusto transformarse en un peón totalmente obsecuente y servil, no sólo de los intereses de la Casa Blanca, sino de Tel Aviv, y no suma nada el hecho de que un gobierno decida ser un peón de la política exterior de Israel.

Yo creo que esta prolijidad que va teniendo la política exterior de EE. UU. es fruto del afianzamiento del mundo multipolar encabezado por Rusia y China; y esto da una oportunidad, de mostrarse soberanos y plantar bandera, por decirlo de alguna manera, es una situación que encarna cierto peligro –vemos lo que está ocurriendo en Venezuela– es necesario aprovechar la oportunidad porque ese hegemón, esa potencia que siempre nos tuvo sometidos, está en un momento de debilidad, amenazado desde afuera por China en primer lugar, como potencia industrial que pone en jaque su hegemonía en ese aspecto, no en el aspecto militar, porque ni Rusia ni China quieren ser una amenaza militar para EE. UU., pero en la práctica pone en jaque la hegemonía de Washington. Por otra parte, Rusia no tiene la voluntad de agredir, pero sí sabe, por su historia, que no puede hacer otra cosa que fortalecerse ante la amenaza que representan EE. UU. y la OTAN, no de ahora, sino de hace muchas décadas, si tomamos en cuenta que desde la época de la Unión Soviética, EE. UU. quedó desfasado en el aspecto de tecnología militar, todo este combo, por decirlo de alguna manera, hace que para nosotros sea más factible desafiar al imperio y tomar otra posición.

De hecho, basta ver la posición soberana que toma Nicaragua, país al que EE. UU. no ha logrado doblegar; ahí intentaron una revolución de colores y haciendo un ejercicio de su soberanía, Venezuela recurrió a la Ley de Agentes Extranjeros para poner un coto a las ONG. Tal vez en otro momento hubiera sido un golpe de Estado relativamente fácil, pero hoy EE. UU. no lo pudo lograr. En ese sentido, es una oportunidad histórica para decidir de qué lado de la historia queremos estar. 

b: Venezuela es uno de los países que han apostado por la multipolaridad en América; hoy su proceso electoral está en la agenda imperialista, ¿Qué representa para el pueblo venezolano esta forma de intervenir de los medios de comunicación internacionales en los procesos electorales?

CL: Lo que nos dice el caso venezolano, en principio, es que la desfachatez de EE. UU. supera nuestra capacidad de asombro; tengo que decirlo con estas palabras; hay que recordar que desde 2020 y hasta el día de hoy, quien fuera contrincante del presidente Biden, o sea Donald Trump, no ha reconocido la victoria del demócrata; no reconoció haber sido vencido y nunca se desdijo de que había sufrido un fraude electoral. También es importante decir que el sistema electoral norteamericano es bastante opaco a través de su sistema electoral, voto por correo, etc. Entonces, el que EE. UU. se siente a dictar cátedra sobre transparencia electoral a Venezuela o a cualquier otro país me parece realmente una situación que asombra, por lo menos. Dicho esto, me parece que la situación en Venezuela es fruto de una oposición que ha dado sobradas muestras de la forma en que se maneja; esta señora María Corina Machado ha llamado a países extranjeros a intervenirlo militarmente, lo cual es bastante descriptivo de cómo es esta oposición, más allá de las prolijidades que pueda tener el gobierno de Nicolás Maduro.

También me parece que si un gobierno tiene tanto poder y es tan impune como se dice, hacer un fraude para quedar a 52.4 por ciento, es decir, quedando en ese porcentaje de votos, me parece que sería una torpeza; si se hace un fraude, se hace bien y listo. Entonces me parece una situación en la cual los demás países tendrán que mostrarse bastante mesurados y cautelosos en cuando a sus declaraciones. Lo de Milei en Argentina es una falta de respeto a la ley de no injerencia en asuntos internos de otro país; lo que dijo, que Maduro es un dictador y se tiene que ir.

Sin duda, no se puede opinar avasallando la voluntad popular y los asuntos internos de otro país ni eligiendo a la carta, porque ahora también parece que la elección del presidente de Venezuela debe ser a la carta: unos países ya reconocieron a un candidato, otros países ya reconocieron a otro, lo cual es una falta de seriedad.