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Arte e ideología
Es imposible separar al arte de la realidad o del pensamiento del autor. Entre el arte y la ideología hay una relación mutua.


La idea sobre la pureza del arte es arcaica; pero solo después de la Guerra Fría se extendió con cierta velocidad tanto en las esferas hegemónicas del arte en Occidente como en los países periféricos. ¿Es posible el arte puro? El arte, por naturaleza, es una expresión de la vida humana que, a diferencia de la ciencia y la política, busca representar la realidad bellamente. La obra, sin embargo, siempre es el resultado de la interpretación que su creador efectúa de la realidad de acuerdo a su forma de pensar, la que a su vez está determinada por el entorno material y social donde se desenvuelve o se siente influido por la escuela artística prevaleciente.

Es cierto que no piensa lo mismo quien vive y come en un palacio que quien vive y come en una choza. La concepción de la vida y del mundo de los hombres generalmente corresponde a los intereses, conductas e ideologías de la clase social a la que pertenecen; y los artistas no escapan a esta realidad, aunque en ocasiones no suelen ser conscientes de que, en sus propuestas artísticas, se evaden de ésta. Por ello, no existe un arte puro e inmaculado, como pretenden ciertos artistas e intelectuales. Es imposible.

Las obras artísticas reflejan en general la ideología de clase de quien las crea. Pero, aun así, la ideología manifiesta en una obra de arte –un libro, una pintura, una escultura– no es definida mecánicamente por el origen de clase de su autor. La relación entre el artista y su clase social resulta en realidad mucho más compleja; por ello, a lo largo de la historia han surgido artistas que, independientemente de la clase social a que han pertenecido, crearon obras artísticas para el goce de las grandes masas y para que, asimismo, éstas tomen conciencia de su papel en la historia.

Sin embargo, los partidarios de la pureza del arte y de “el arte por el arte” asumen tal postura porque se oponen a que tenga esa cualidad; ya que consideran al arte como un bien preciado al que únicamente pueden acceder las personas con “buen gusto” y que las obras artísticas únicamente deben ser contempladas.

En suma: exigir pureza al arte es un absurdo, además de que esta visión comporta una posición ideológica. Calificar cierto tipo de arte como falso, deshonesto o manipulador porque está comprometido con una causa, especialmente cuando el artista es afín a una ideología progresista, es un juicio moral en el que prevalece no lo bello y original de la propuesta, sino de una posición ideológica innocua o adversa. En conclusión, es imposible separar al arte de la realidad o del pensamiento del autor. Entre el arte y la ideología hay una relación mutua que no está determinada por el artista ni por el espectador.


Escrito por Victoria Herrera

Maestra en Historia por la UNAM y la Universidad Autónoma de Barcelona, en España.


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