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“La riqueza de todas las sociedades en las que impera el régimen capitalista de producción se parece a un inmenso arsenal de mercancías” y éstas son “su forma elemental”. Así inicia El capital, del gran Carlos Marx, cuyo estudio sobre economía arranca precisamente con el análisis de la “forma elemental” de la riqueza, “la mercancía”. En el curso de su investigación, Marx demuestra que en la sobreproducción participa una mercancía que tiene cualidades especiales: la fuerza de trabajo, y que esta mercancía “mágica” tiene la propiedad de producir más riqueza de la que se pagó por ella. Al analizar el proceso de producción capitalista, Marx descubrió la fuente de la explotación y la denunció en su teoría de la plusvalía. Con ésta demostró magistralmente, sin que hasta ahora nadie lo haya refutado, que cuando el obrero llega a una fábrica a solicitar empleo acuerda con el patrón sobre cuánto se le pagará por hora y cuántas horas trabajará. Esto sucede, como puede entenderse fácilmente, antes de que empiece a trabajar; y cuando comienza a hacerlo se inicia, ahora sí, el proceso de producción de riqueza.
La fuerza de trabajo es mercancía y se compra por lo que en términos físicos equivale a lo que el cuerpo humano necesita para vivir diariamente, para reponerse y trabajar al día siguiente y hasta, como escribió Marx, para reproducirse; es decir, para disponer de los recursos suficientes y hacerse cargo de la prole que habrá de sustituirlo cuando ya no esté en el mundo. Una vez que la fuerza de trabajo se usa o pone en movimiento, resulta que las necesidades para subsistir se producen en las primeras horas de la jornada de trabajo; supongamos en la primera; pero como el contrato estipula que debe trabajar ocho horas, debe seguir trabajando las siete horas restantes sin que obtenga ningún recurso adicional en su salario. Marx llama a la primera hora “tiempo de trabajo necesario” y a las siete horas restantes “tiempo de trabajo excedente”; que se convierte en productos elaborados que son guardados en una bodega, Marx denomina “plus-producto” a estas mercancías, que una vez convertidas en dinero, son conocidas como plusvalía, es decir, el trabajo no pagado al obrero. Cuando los productos salen de la bodega, se hallan en el mercado y se distribuyen a los consumidores ya como mercancías; dan un “salto mortal”, como aclara Marx, porque se convierten en dinero y en la fuente de ganancias de los capitalistas.
El mercado es el lugar donde los productos industriales y agropecuarios se ofertan y compran. Después de la crisis económica de 1929 y de la que generó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se crearon modelos económicos en los que el Estado desempeñaba un papel relevante; pero con el arribo de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos (EE. UU.) y el de Margaret Thatcher al gobierno de la Gran Bretaña en los años 80 del siglo pasado, el imperialismo de Occidente impuso el modelo neoliberal en gran parte del orbe. Este modelo, conocido también como de “libre mercado” e inspirado en el liberalismo inglés del Siglo XX, con el que el gobierno británico imponía toda clase de aranceles a los productos de otros países y exigía a éstos que no aplicaran ningún impuesto de importación a sus mercancías (la típica libertad de comercio de una “sola vía”), tiene el objetivo de elevar exponencialmente las ganancias del capital a costa de una mayor explotación laboral y comercial de las clases trabajadoras. En los años 90, el imperialismo de Occidente logró que buena parte de las naciones de los cinco continentes adoptaran el modelo neoliberal.
Con la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1989 y con la política de apertura comercial que la República Popular China (RPCh) había iniciado previamente, los grandes monopolios estadounidenses notaron que se habían quedado solos en el dominio del mercado mundial. Pero se equivocaron; y con base en las mismas reglas “sacrosantas” del libre mercado que ellos habían impuesto, el gran gigante asiático “levantó” el vuelo sobre el mercado global, y los rusos se recuperaron rápidamente de la caída a finales de los años 90. Los “halcones” estadounidenses no esperaban que los rusos y los chinos pudieran llegar a los niveles en que hoy se encuentran utilizando las mismas bases de competencia del libre mercado que impusieron.
Por esa razón, los países de Occidente, encabezados por el imperialismo estadounidense, se han lanzado contra Rusia y China. En el caso de la primera, mediante la incorporación de Ucrania a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para completar su cerco militar en el frente occidental, lo que hubiera implicado, de no ser por la Operación Militar Especial de Rusia, aceptar la presencia de corporaciones y armas de todo nivel a unos metros de su frontera. ¿El gobierno de EE. UU. habría aceptado sin chistar la instalación de misiles atómicos rusos en Matamoros, Ciudad Juárez y Tijuana? En el caso de China, desde que su población fue liderada por el Partido Comunista (PC), en 1949, el ex presidente Mao Zedong derrotó al títere de Occidente, Chiang Kai-shek, quien se refugió en Taiwán; los gobiernos de Washington han brindado apoyo total a los espurios mandatarios de esa isla. Y más aún, ahora que la RPCh rebasó la competitividad fabril y comercial de EE. UU. en casi todos los rubros, la única respuesta del gobierno oligárquico estadounidense consiste en el cobro de aranceles a las mercancías chinas.
Las sanciones económicas contra Rusia, incluida la más reciente, son una muestra de la debilidad de los países europeos, cuya población ha salido más perjudicada que beneficiada con la aplicación de esos “paquetes”; y Rusia, lejos de caer, se ha posicionado entre los cinco países con mayor riqueza en el mundo. Los sancionadores se han auto-sancionado, porque ahora deben comprar gas estadounidense más caro u optan por comprar gas ruso, pero en el mercado negro internacional. La serie de sanciones económicas a China violan los principios del sacrosanto libre mercado; pero como el gigante asiático produce mucho y con gran calidad, ha superado la capacidad productiva de EE. UU. A esto se debe que su presidente, Joseph Biden, se lance impetuosamente contra China para quedar bien con sus jefes y consolidar su reelección en noviembre de este año. La más reciente de sus acciones contra China fue el aumento del 26 al 100 por ciento de los aranceles a los autos eléctricos, con lo que favorecerá a la compañía Tesla, que hace 10 años se burlaba de los autos eléctricos; el mismo decreto conllevará un incremento arancelario contra el aluminio, el acero y los paneles solares, entre otros productos, cuyo impacto monetario será de 18 mil millones de dólares.
Como se ve, los defensores del libre mercado, que han impuesto el neoliberalismo en muchos países, hoy están perdiendo la batalla en su propio terreno; y como se encuentran a la defensiva, recurren al uso de las sanciones económicas, porque no pueden competir “por las buenas”. De este modo, el sacrosanto libre mercado comienza y termina donde el imperialismo lo manda. Esta conducta demuestra, como escribió el ingeniero Aquiles Córdova Morán en su libro La crisis terminal del capitalismo, que haga lo que haga este modo de producción, ya no tiene remedio y se halla en el camino hacia su extinción. Construyamos un mundo multipolar y mejor, y uno de los pasos para lograrlo es defender a Rusia y a China.
“El conflicto ha adquirido un carácter global” por lo que Rusia responderá “con decisión y en espejo” a cualquier escalada de agresión, indicó el mandatario ruso.
Además, civiles rescatados revelaron que los nacionalistas ucranianos lanzaron granadas contra los sótanos de los edificios donde se encontraban escondidos mujeres y niños.
No se concreta el sistema de pago conjunto
Hace falta descongelar los activos extranjeros de Afganistán y devolverlos a sus propietarios, ya que la situación humanitaria en el país empeora, declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian.
En tan solo 40 años, China pasó de ser el signo de mercancías simples, baratas y de calidad dudosa, a ser el reflejo de capacidades tecnológicas y productivas, ¿cómo lo logró y qué debe aprender México del gigante asiático? Aquí te explico.
El prototipo de futuro verde tiene en Xiamen un vigoroso ejemplo que combina aprovechamiento económico de los recursos e infraestructura para la población sin menoscabo del medio ambiente.
"Lamentablemente, vemos que nuestras advertencias están siendo ignoradas y la infraestructura militar de la OTAN se nos está acercando al máximo", declaró el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov.
El liderazgo y la visión estratégica del PCCh remontó enormes obstáculos sociopolíticos, económicos y tecnológicos y hoy se alza con su triunfo sobre la pobreza.
La diplomática ruso ratificó el apoyo de Moscú a la Asamblea Nacional elegida legalmente por el pueblo venezolano, y destacó que no se ha detectado ninguna violación durante el proceso comicial celebrado el domingo 6 de diciembre.
Bajo el liderazgo y la guía del presidente Xi Jinping, el EPL de China logró una remodelación general y revolucionaria.
La conferencia que impartirá el Ing. Aquiles Córdova, destacará la vigencia del pensamiento del líder de los bolcheviques que, a 100 años de su muerte, su pensamiento aún resuena en millones de hombres y mujeres que buscan una sociedad más justa para todos.
Los encargados rusos de crear las vacunas anticovid-19, aseguraron que es posible adaptar su vacuna Sputnik a la variante Ómicron en tan solo 45 días.
“Todos los ganadores de la "Medalla del 1 de julio" provienen del pueblo, están arraigados en el pueblo, y son héroes ordinarios que cumplen con sus propios deberes y hacen una dedicación silenciosa”, dijo Xi Jiping, Presidente de China.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta, en concordancia con la tendencia de nuestro tiempo marcada por la paz, el desarrollo, la cooperación y las ganancias compartidas, se dedica a defender el multilateralismo y construir la comunidad de futuro compartido de la humanidad.
Luego de que la prensa calificara en sus notas a la región de Taiwán como “país” y tildar a la responsable de esa zona, como “Presidenta” en el marco de las próximas elecciones en la región, la Embajada de la República Popular China se posicionó al respecto.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.