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Es la novela de un “personaje de novela” que descubre que sus hechos de vida, la mayoría frustráneos y pedestres, pueden servir para la escritura de un novela grácil y tragicómica que motive la risa de los lectores. En ella Miguel de Cervantes Saavedra se halla frente a un espejo roto y viejo igual que él, que lo induce a concluir que debe “representarse a sí mismo montado en su mulo cabalgando sobre pedregosos caminos en el cumplimiento” de sus responsabilidades como humano y no con las de su “maldito cargo” con el que cobra impuestos en dinero y en especies a los miserables campesinos de España para que el emperador Felipe II los malgaste en guerras coloniales que solo benefician a la corte real y a sus acreedores extranjeros.
A ese personaje atribuirá sus supuestas hazañas en la Batalla de Lepanto (1574), que metamorfoseará con imaginarios duelos de caballería medieval y una locura senil provocada por la lectura de viejos textos que exaltan a este tipo de héroes, y con otros personajes en cuya construcción se sirvió de modelos físicos y caracteres morales de sus familiares, amigos y protectores. Es decir, Alonso Quijano o Quijada será su autorretrato y el retrato de otros entes de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha –como Sancho Panza y Dulcinea del Toboso– que fueron pergeñados con los rasgos de su padre sordo Rodrigo Cervantes, leguleyo y médico; su hermana Andrea, casquivana bondadosa y su mujer Catalina Salazar, ávida y devota lectora de libros de caballería que conoció en Esquivias, un pueblo desértico de la región de La Mancha.
En esa novela también tuvieron cabida sus aprendizajes de 10 años de viaje en varias ciudades del Mediterráneo (Roma, Nápoles, Venecia); 5.1 años de cautiverio en Argel y el cuarto de siglo que trabajó como alcabalero en Castilla, Andalucía, Cataluña, Galicia y Portugal; su rivalidad personal y literaria con Félix Lope de Vega y Carpio, el gran autor de teatro del Siglo de Oro; su posible asunción al sacerdocio católico en 1569 (pese a su relativo escepticismo) y, desde luego, las múltiples traiciones que sufrió en Argel después de cuatro intentos fallidos de evasión y el desengaño amoroso que le produjo su matrimonio con Catalina Salazar. Sin embargo, ninguno de estos sucesos tuvo un impacto emocional negativo en los grandes valores humanos de que estaba provisto y que hallaron cabal expresión en El Quijote: su sentido estricto de la justicia, la solidaridad y su absoluto desinterés por los bienes materiales.
Bruno Frank nació en Stuttgart en 1897 y murió en 1945 Beverly Hill, Los Ángeles, California, en 1945. En su condición de judío alemán huyó de los nazis en 1933; primero viajó a Francia e Inglaterra y luego a Estados Unidos. Fue poeta, guionista de cine y autor de otras cuatro novelas, entre ellas Los días del rey (1931). Un hombre llamado Cervantes fue publicada por primera vez en 1934.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural