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Sembrando Vida tala selvas y bosques
"En solo una aldea, más de dos tercios de los participantes del programa habían talado el bosque para obtener el beneficio". Así dijo quien mostró dónde él y sus familiares despejaron una zona de árboles para tener derecho a los pagos”.
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El programa emblemático del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el campo, con presencia en 19 entidades federativas, no cubre las necesidades ni las expectativas de desarrollo de los campesinos mexicanos.

Incluso, en la región huasteca de San Luis Potosí, en lugar de plantar más árboles, el programa está provocando una descomunal deforestación de selvas y bosques tropicales porque para que los trabajadores puedan recibir el apoyo mensual, deben “limpiar” sus terrenos de árboles, arbustos y pastos.

En la región del Altiplano potosino, los campesinos afirman categóricamente que Sembrando Vida “no funciona ni para bien ni para mal”, porque en esa área semidesértica, el problema principal consiste en la falta de agua y sistemas de riego alternativos.

De esta forma, “el programa de reforestación más importante que se está aplicando en el mundo”, según reveló el Presidente en marzo pasado, cuando visitó la Huasteca Potosina, está arrasando bosques para convertirlos en terrenos de siembra.

“Bueno, yo tenía mi hectárea de selva, pero viene el programa, pues tiro la selva, los árboles me sirven para mi casa o para vender la madera o para lo que sea y cuando venga el nuevo programa vuelvo a sembrar”, reconoció uno de los beneficiados de Sembrando Vida en Xilitla.

Ramón Obispo, habitante de Aquismón, describió: “Con este programa se comenzó a deforestar la selva, el monte alto. Las parcelas recién peladas son entonces inscritas en el programa Sembrando Vida. De igual manera hay muchos árboles grandes en los terrenos que están en la zona serrana, algunos los derribaron. Me pregunto, ¿qué vida estamos sembrando? Lo que estamos haciendo es matar al monte, a la selva, al bosque, a la sierra. Estamos tumbando árboles. No hay siembre de vida así”.

El Instituto de Recursos Mundiales (IRM), una organización civil especializada en protección ambiental que colabora con el gobierno mexicano en el monitoreo del proyecto, estima que, en 2019, el programa pudo haber causado la pérdida de casi 73 mil hectáreas de bosques. El cálculo se realizó con base en el análisis de imágenes satelitales que compartió con Bloomberg News.

Juan Manuel Herrera, ingeniero forestal, explicó a buzos que este daño ambiental supera por mucho sus beneficios. “Por ejemplo, en solo una aldea, más de dos tercios de los participantes del programa habían talado el bosque para obtener el beneficio. Según un participante, quien mostró dónde él y sus familiares habían despejado una densa zona de árboles para tener derecho a los pagos”.

Un delegado municipal del programa en una comunidad de Tamazunchale negó que los campesinos hubieran talado árboles para recibir el apoyo, con el argumento de que esos terrenos se usaban ya para pastoreo de ganado. Sin embargo, uno de ellos lo desmintió.

“Quería mantener el bosque intacto y talar algunos árboles pequeños para ayudar a los demás a crecer”, destacó e insistió en que los funcionarios del programa, desde el principio, le exigieron que buscaban terrenos despejados y como necesitaba el dinero del gobierno, “limpió” completamente el suyo.

La oferta monetaria de Sembrando Vida ha creado un dilema vital para los campesinos de esas comunidades ya que, durante siglos, han vivido en la pobreza en los bosques tropicales y ahora deben elegir entre la tala de su hábitat histórico o recibir un ingreso que necesitan.

 

Un programa fallido

En el inicio del Gobierno Federal vigente, ejidatarios, comuneros y pequeños productores tenían la esperanza de que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) les brindaría apoyo para desempeñar sus actividades productivas y mejorar sus condiciones de vida; pero en vez de ello, la dependencia “borró más beneficiados de sus padrones y le cerró la puerta a los campesinos más pobres”, aduciendo la política de austeridad republicana impuesta por AMLO.

En San Luis Potosí, el recorte al presupuesto agropecuario tuvo un impacto brutal, ya que la mayoría de los campesinos de la entidad son de escasos recursos y sus parcelas son muy pequeñas. De los dos millones 822 mil 255 habitantes que, en 2020, tenía el estado, el 43.4 por ciento se encontraba en la pobreza, según cifras del último informe anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social.

En el medio rural potosino, el 65 por ciento de los habitantes vive en la pobreza multidimensional y el 23 por ciento de ellos son pobres extremos. Ésta es la razón por la que los recortes condenaron a los pequeños productores a una mayor pobreza, a una dieta más precaria que la que mantienen desde hace varias décadas.

Los recortes presupuestales del Gobierno Federal en el agro implicaron la pérdida de más de 137 mil millones de pesos (mdp), sin contar los millones no ejercidos o subejercidos –aunque etiquetados– y la desaparición de 17 programas productivos para destinar esos recursos a los programas “estelares” del gobierno actual, la mayoría fallidos.

Estos nuevos programas operan sin reglas claras en la entrega de apoyos y, como en el caso de Sembrando Vida, provocan un mayor abandono en las actividades productivas en el campo y más emigración de campesinos hacia áreas urbanas del propio país o a Estados Unidos (EE. UU.).

Este programa se halla muy lejos de los objetivos que AMLO proyectó a finales de 2018: crear empleos permanentes en el campo, revertir la pobreza rural, reforestar poco más de un millón de hectáreas de terrenos deteriorados en comunidades y ejidos, y cultivar millones de plantas a finales de 2021.

El programa estaría presente en 19 entidades –entre ellas San Luis Potosí– y daría apoyos económicos a los habitantes de localidades rurales por un monto de cuatro mil 500 mensuales –y 500 pesos más que se destinarían a un fondo de ahorro– cuyos ingresos fueran inferiores a la línea de bienestar rural y a propietarios o poseedores de 2.5 hectáreas de explotación forestal.

El objetivo era sembrar 575 millones de árboles frutales o maderables para reconstruir y desarrollar el tejido social de esas zonas y lograr que no se vieran en la necesidad de migrar. Luis González Lozano, presidente de la asociación civil potosina Cambio de ruta, reveló a este semanario: “Sembrando Vida, en el ideario, pudiera ser extraordinario, porque se dice que su finalidad es crear comunidades sustentables y su objetivo contribuir al bienestar social de las y los sujetos en sus localidades rurales y promover su participación efectiva en el desarrollo integral. Pero en la práctica no es así”.

Este programa Federal tiene 10 veces el presupuesto de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y 32 veces el presupuesto de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y atiende 95 por ciento menos superficie.

Con un presupuesto ínfimo, la Conanp administra 184 áreas naturales protegidas y destina el 41 por ciento de sus recursos a subsidios dirigidos a las comunidades, pieza clave en la conservación de las 44 reservas de la biósfera y 67 parques nacionales.

Sembrando Vida tiene una meta: la recuperación de 1.75 millones de hectáreas, pero la Conanp tiene la encomienda de conservar la biodiversidad en 22 millones de hectáreas terrestres, 95 por ciento más del territorio que cubre el programa social de la Secretaría del Bienestar (SB).

El especialista afirma que Sembrando Vida despilfarra 28 mil mdp, cifra con la que podrían administrarse más de 100 Parques Nacionales y Reservas de la Biósfera o comprar más de dos millones de hectáreas de tierras públicas destinadas a la conservación.

La SB reconoció, hace algunos meses, que de su meta inicial de sembrar 575 millones de árboles y plantas, solo se plantaron 80 millones y la mitad no sobrevivieron; aunque algunos especialistas que dan seguimiento al programa afirmaron que solo el siete por ciento de los árboles plantados han subsistido.

La solución no está únicamente en plantar árboles, sino en darles el cuidado adecuado y oportuno y monitorear su crecimiento con metodología. Pero Sembrando Vida no cuenta siquiera con un padrón serio de beneficiarios, carece de reglas de operación, no hay georreferencias de las parcelas cubiertas, las cuales se hallan sin monitoreo ni evaluación y en mortalidad masiva de plantas, además de que provoca desmontes para que los campesinos reciban subsidios.

El presidente de Cambio de Ruta advirtió que en San Luis Potosí no existe información comprobable ni verificada, “solo debemos aceptar o, como un acto de fe, creer que existen 18 mil sembradores y que el esquema es muy exitoso; y que se han plantado ocho millones de árboles sin que se detallen los lugares donde teóricamente ocurrió; es decir, las superficies que han sido cubiertas y el porcentaje de viabilidad / mortandad.

“En Cambio de Ruta afirmamos que las reforestaciones no aportan nada a la restauración del capital verde de la nación si no se hacen con un régimen de seguimiento y cuidado. El programa no tiene ni pies ni cabeza, no cuenta con estudios de impacto; a dos años de su inicio, los resultados son desalentadores, pero de gran oportunismo electoral”, concluyó.

En noviembre de 2019, AMLO, en compañía de la extitular de la SB y ahora Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales- (Semarnat), María Luisa Albores González, difundió el programa en San Luis Potosí y comenzó a operar en 2020, en el municipio de Moctezuma, donde supuestamente había mil 393 sembradores.

El primer mandatario informó que “desde 2020 a la fecha, ya suman cerca de 20 mil sembradores trabajando en 50 mil hectáreas de la región de la Huasteca potosina y el Altiplano”, aunque solo mencionó que 85 comunidades habían sido beneficiadas en Moctezuma, pese a que estaban contempladas mil 244 localidades de 26 municipios. Según información oficial, en 2020 fueron invertidos 758 millones de pesos en el pago a los sembradores potosinos.

 

Campesinos potosinos dejados a su suerte

“Algunos deciden embolsarse los pagos del gobierno y hacer lo mínimo para evitar salir del programa, argumentando que simplemente pueden sembrar cultivos más rentables cuando se agoten los pagos”, indicó uno de los campesinos beneficiados a buzos, con lo que reprodujo el discurso de muchos agricultores que no creen que vayan a seguir cuidando sus plantaciones después de 2024, cuando AMLO deje el cargo.

Laura Delalande, ingeniera agrónoma por el Instituto Nacional de Agronomía (INA) de París, refirió que no está claro hacia dónde va Sembrando Vida: “El programa no suena mal en el papel, pero tiene aspectos negativos que no surgen en una primera mirada y que las comunidades recién comienzan a entender. Un primer factor es que el dinero en efectivo es el incentivo principal para algunos propietarios, que para poder hacerse acreedores del programa recurren a la tala ilegal, incluso de especies nativas muy valiosas, para mostrar que tienen áreas donde se puede aplicar”.

“Se ha detectado el derribo total de sistemas agroforestales, pues se les indica qué tipo de cultivos y unas pocas variedades de árboles frutales se deben plantar, lo cual limita la diversidad y el uso de especies locales y nativas; algunos participantes dicen que les obligaron a talar los nuevos árboles nativos y replantar las especies no nativas; la selección de plantas a sembrar viene desde el Gobierno Federal, en general especies o variedades que no son propias de la región. Eso no es viable”.

Para la especialista, una de las principales confusiones se haya en el objetivo mismo del programa, pues no queda claro si es de reforestación o de generación de empleo, de desarrollo rural. “Me doy cuenta que la intención es de desarrollo rural, que trata de ser integra; pero el problema es que no se tiene claridad en el diseño y cómo el sistema de producción forestal hará que las personas salgan de su condición de pobreza. No estoy viendo que eso esté sucediendo; no hay información sobre lo que se está diseñando en el campo”, aseguró.

En palabras de las autoridades federales, este programa estaría fomentando sistemas productivos agroforestales que combinan la producción de los cultivos tradicionales con árboles frutícolas y maderables, y el sistema de Milpa Intercalada entre Árboles Frutales (MIAF), con lo que se contribuiría a generar empleos, se incentivaría la autosuficiencia alimentaria, se mejorarían los ingresos de los pobladores.

 Sin embargo, en la zona del Altiplano potosino, la gente se siente defraudada y, por supuesto, enojada, pues las autoridades solo les dieron mezquites y huizaches. En el municipio de Moctezuma, por ejemplo, entregaron mezquites, nogal, retama, palo dulce y huizaches. “Nos entregaron estas plantas para reforestar la tierra, pero no estamos conformes; el gobierno hace poco para garantizar la durabilidad del proyecto. No nos han pedido que firmemos contratos, solo cartas promisorias; no se han registrado formalmente las áreas designadas para la madera, lo que genera incertidumbre sobre la concesión”, reclamó el señor Luis, pues no existe ninguna garantía de que los agricultores puedan cosechar madera, por lo que parece poca motivación para cuidar las nuevas siembras.

Por su parte, Ernestina, habitante del municipio de Villa de Reyes, denunció: “Es mucho trabajo el que se le invierte a este programa y solo recibimos cuatro mil 500 pesos al mes; la mayoría tenemos problemas para traer el agua y regar las plantas; pues no tenemos vehículo para transportarla y a veces ni agua. En realidad, lo que necesitamos es que primero se resuelva la falta de agua, de otra manera no funcionará, las plantas se van a secar”.

Por todo lo anterior, los campesinos dijeron que lejos de solucionar sus problemas socioeconómicos, Sembrando Vida parece una burla, pues no existe un estudio de impacto ambiental, social, económico; mientras los árboles crecen y dan sus primeros frutos, ¿qué van a hacer las familias? Se estima que solo se logre el 10 o el 30 por ciento, ya que en la región no existen condiciones para plantar árboles porque, en muchos casos, no tienen acceso al agua.


Escrito por Érika Herrera

REPORTERA


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