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Migración y remesas, síntomas de una economía enferma
La migración de mexicanos hacia Estados Unidos (EE. UU.) ha sido un fenómeno recurrente a lo largo de la historia, y está relacionada con diversos factores.
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La migración de mexicanos hacia Estados Unidos (EE. UU.) ha sido un fenómeno recurrente a lo largo de la historia, y está relacionada con diversos factores; aunque el más significativo sigue siendo la falta de oportunidades laborales en México. Esta carencia ha provocado que millones de personas vean en la migración la única opción viable para proveer a sus familias de los recursos necesarios para vivir, lo que ha convertido a las remesas en un pilar económico clave para muchas regiones del país. Esta tendencia no es reciente, pero ha sido en los gobiernos de la autollamada “Cuarta Transformación” (4T) donde se ha dicho que un aumento de las remesas es signo de que los mexicanos en el extranjero apoyan al actual gobierno. En el 6º informe del expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se dijo que, en 2023, las remesas fueron 184 por ciento más altas que en 2018. “Esta cifra récord beneficia a 12 millones de familias en pueblos, municipios y estados del país. El apoyo de los paisanos a sus familiares se ha convertido en la principal fuente de ingresos para nuestro país”. Por ello, en el presente texto exploramos algunas estadísticas respecto a la migración México-EE. UU., datos que sustentan que la economía mexicana no es capaz de generar los empleos necesarios y, por último, la importancia de la mano de obra migrante en EE. UU.

Según el Pew Research Center, alrededor de 36 millones de personas de origen mexicano viven en EE. UU. y, de éstas, más de 11 millones son migrantes de primera generación. De acuerdo con cifras recientes, entre 2010 y 2021, cerca de 870 mil mexicanos emigraron a EE. UU. de forma legal, y más de cinco millones de mexicanos viven en situación irregular en el país vecino. Esto quiere decir que en 11 años, 454 mil mexicanos cruzaron de manera ilegal y 79 mil legalmente por año, lo que significa que más de medio millón migran a EE. UU. por año. A pesar de las políticas restrictivas implementadas en EE. UU., la migración ilegal continúa como una opción para aquellos que no pueden obtener un visado, evidenciando que los factores económicos y sociales que impulsan la migración son más fuertes que las barreras legales. En 2021 hubo alrededor de 608 mil encuentros de ciudadanos mexicanos en la frontera, representando aproximadamente el 37 por ciento del total de encuentros en la frontera sur de EE. UU.

Con una población creciente de mexicanos en el extranjero, el actual gobierno ha celebrado el crecimiento en el envío de remesas como un apoyo incondicional de los paisanos en el extranjero a su gestión. En el último año, México recibió más de 63 mil 313 millones de dólares (mdd) en remesas, representan más del cuatro por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Estas cifras superan ingresos de otros sectores clave como la exportación de petróleo y el turismo. En el discurso oficial, las remesas han sido presentadas como un respaldo al modelo económico de la administración actual; pero esta narrativa ignora las causas estructurales que obligan a miles de personas a salir del país. El discurso gubernamental oculta una realidad preocupante: las remesas no son una expresión de apoyo al gobierno, sino una consecuencia de la falta de oportunidades en México. La economía mexicana no ha podido ofrecer a su población empleos suficientes y bien remunerados, lo que obliga a muchos mexicanos a buscar un sustento en EE. UU. Más de 95 por ciento de las remesas provienen de EE. UU., donde los migrantes mexicanos enfrentan trabajos precarios y condiciones de explotación laboral.

La dependencia de los ingresos generados en el extranjero expone la debilidad estructural de la economía mexicana y la incapacidad del mercado laboral para satisfacer la demanda de empleos dignos, este mercado es insuficiente para cubrir las necesidades de su población. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para el primer semestre de 2024, existe una Población Económicamente Activa (PEA) de 60.7 millones: de éstos, 59.1 millones de personas estaban ocupadas y 1.5 millones estaban desempleadas, lo que equivale a una tasa de desempleo del 2.5 por ciento, más del 55 por ciento de los trabajadores en México están en el sector informal, lo que implica trabajos sin prestaciones, seguridad social ni estabilidad laboral, esto equivale a aproximadamente 33 millones de personas en el sector informal.

Ahora bien, se podría pensar que con el aumento del salario mínimo el mercado laboral superó las malas condiciones en que viven los mexicanos, pero no ha sucedido así. Si bien el aumento mejoró los ingresos, está lejos de representar una mejora sustancial. Según el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el costo de la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR) en 2024 es aproximadamente de 14 mil 590.80 pesos mensuales, esto implica que trabajadores que ganan el salario mínimo (siete mil 500), no logran cubrir el costo de esta canasta. En términos de poder adquisitivo, el salario mínimo alcanza para comprar sólo cerca del 51 por ciento de la CAR, lo que significa que una familia necesitaría más de dos salarios mínimos para poder cubrir los costos básicos de alimentos y otros elementos esenciales de la canasta recomendada.

En las zonas rurales y en estados con menos desarrollo, la situación es especialmente grave. Estos estados, además de ser los mayores expulsores de migrantes, también lideran la recepción de remesas, mostrando una relación directa entre la falta de oportunidades y la dependencia de los ingresos del extranjero. De acuerdo con el Observatorio de Migración y Remesas de BBVA, los diez estados que más expulsan migrantes son, con respecto a la la población migrante mexicana en EE. UU.: Guanajuato (8.1 por ciento), Jalisco (7.7 por ciento), Michoacán (6.7 por ciento), Estado de México (5.7 por ciento), Oaxaca (5.5 por ciento), Ciudad de México (5.1 por ciento), Veracruz (5.1 por ciento), Guerrero (4.6 por ciento), Puebla (4.3 por ciento) y Chihuahua (4.2 por ciento). Por su parte, los diez que más recibieron remesas en 2023 fueron, en mdd: Guanajuato, cinco mil 414; Michoacán, cinco mil 409; Jalisco, cinco mil 355; Chiapas, cuatro mil 367; Estado de México, cuatro mil 354; Ciudad de México, tres mil 868; Oaxaca, tres mil 214; Guerrero, tres mil 182; Puebla, tres mil 145; y Veracruz, dos mil 574 mdd. Este flujo de dinero es vital para la economía local de estos estados, ya que permite que muchas familias satisfagan necesidades básicas como alimentación, salud y vivienda. A pesar de las remesas, algunos conservan índices de marginación y pobreza altos, a pesar de las transferencias de gobierno (ésta sería una variable interesante de explorar en la disminución de la pobreza, de acuerdo con el último reporte del Coneval). Lo anterior revela una paradoja: las remesas sostienen el consumo de estas regiones, pero no logran impulsar el desarrollo económico sostenido. La economía de estas zonas depende del dinero generado en el extranjero, pero los problemas estructurales, como la falta de empleos y la violencia, continúan sin resolverse.

Como la otra cara de un mismo fenómeno, la contribución de los migrantes mexicanos a la economía estadounidense es considerable. La mano de obra mexicana es crucial en sectores como la agricultura, la construcción y el servicio doméstico, donde trabajan en condiciones difíciles y con bajos salarios. Según el Pew Research Center, más del 50 por ciento de los trabajadores agrícolas en EE. UU. son mexicanos y el nivel de empleo de los migrantes en estos sectores es superior al 94 por ciento. Esta fuerza de trabajo contribuye al crecimiento de la economía estadounidense y suple la falta de mano de obra en trabajos que la población local no suele ocupar, la economía estadounidense se beneficia de esta mano de obra barata, mientras que México pierde una parte significativa de su fuerza laboral joven y productiva.

La importancia del número de mexicanos en EE. UU., de cara a las elecciones de ese país, se traslada al ámbito político, especialmente en estados clave como California, Texas y Arizona, donde representa un porcentaje considerable de los votantes. En un escenario donde las elecciones se disputan por márgenes estrechos, el voto de los mexicanos puede ser decisivo, pues más de 11 millones tienen derecho a votar. Los candidatos presidenciales han comenzado a reconocer la influencia de esta comunidad en los resultados de las elecciones, tanto Kamala Harris como Donald Trump tienen en la mira este voto, por lo que en sus discursos la política migratoria es crucial para definir a ese sector de la población. En esa agenda política, para los migrantes, el principal interés radica en la reforma migratoria y en las políticas que les permitan obtener mejores condiciones laborales y acceso a la ciudadanía. De acuerdo con ello, Harris ha presentado una postura más incluyente, con la posibilidad de impulsar reformas migratorias progresistas, como un camino hacia la ciudadanía para los migrantes indocumentados. Por otro lado, Trump retomaría políticas más restrictivas, reforzando el control fronterizo y endureciendo las medidas contra la migración ilegal. Más allá de ello, no hay mucho más que puedan conseguir.

Con todo lo anterior, lejos de que las remesas se presenten con un timbre de orgullo, en realidad se deberían de pensar como el reflejo de la falta de oportunidades que la economía ofrece a los mexicanos; pues para ganarse la vida tienen que alejarse de sus familias y buscar el sustento en EE. UU. Por ello, el horizonte para los migrantes no debe ser simplemente adaptarse a la economía de EE. UU. ni depender de las remesas para sostener a sus familias en México. El verdadero objetivo para ellos y de las fuerzas sociales progresistas debe ser transformar la economía mexicana en una que genere oportunidades reales y justas para todos sus ciudadanos. Esto sólo será posible mediante la organización y acción colectiva de los trabajadores, que pueden impulsar un nuevo modelo de desarrollo económico que no solamente cree riqueza, sino que la distribuya equitativamente. Esta nueva economía incluyente y redistributiva beneficiaría a los mexicanos que aún residen en el país y podría atraer de regreso a muchos de los migrantes que hoy se encuentran en el extranjero, ofreciéndoles una vida digna y oportunidades de desarrollo en su propio país. 


Escrito por Rogelio García Macedonio

Licenciado en Economía por la UNAM.


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