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La Democracia en México. Una lectura
“México no ha alcanzado plenamente un gobierno burgués, una democracia burguesa, porque no ha llegado cabalmente a establecer el sistema capitalista. Un México precapitalista y por eso predemócrata".
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La democracia en México, de Pablo González Casanova, fue un parteaguas en la disciplina sociológica. Por primera vez, subraya Josefina Cortés, en la sociología mexicana apareció una obra con fundamentos epistemológicos unidos al uso práctico de las técnicas de investigación social, tanto cualitativas como cuantitativas. Este libro contribuyó a la definición del espacio de competencia en la disciplina sociológica e inauguró, de alguna forma, un modelo metodológico y teórico para el estudio de la sociedad. Se suele decir coloquialmente que, con esta obra, la sociología conquistó su mayoría de edad.

Para la escritura de su obra, González Casanova se basó en La democracia en América, de Alexis de Toqueville, la misma “fuente insospechada” –diría Jonathan Sperber– que usó Carlos Marx cuando planteó su argumento sobre la emancipación judía. Obra fundante de la corriente crítica sociológica en América Latina, La democracia en México se caracterizó por insertar la dimensión histórica en el discurso sociológico, instrumentar el análisis cualitativo con un uso novedoso y original de las mediciones estadísticas y, según Carlos Illades, mostrar un compromiso intelectual con las clases subalternas.

Una de las ideas más originales que atraviesa todo el texto es que, en México, la formación de las estructuras políticas y económicas (y de clase) se construyeron (como si dijéramos) incompletos. De esta manera, la estructura del poder en México no puede enmarcarse en los paradigmas analíticos de los modelos ilustrados del Siglo XVIII o del XIX, pues la dinámica política y la estructura vernácula de poder no encaja con las nociones de republicanismo, democracia y federalismo; antes bien se imponen instituciones premodernas como los elementos de poder que dirigen y controlan la vida en común. Éstos son la iglesia, el ejército y los caciques; factores tradicionales de poder que oscilan entre su absorción por el desarrollo, la democracia y el capitalismo o consolidando sus posiciones, pero frenando el desarrollo, la democracia y el capitalismo. De igual forma, la estructura económica en México no puede estudiarse con base en la economía clásica. Hace falta, escribe González Casanova, entender la formación particular de la estructura de poder y la económica a partir del entendimiento de los procesos históricos que los gestaron.

El dominio ideológico-político de la burguesía también se encontraba inacabado o inconcluso. Esta irregularidad, esta impureza del dominio absoluto de la burguesía, se podía constatar en dos hechos: a) En el colonialismo interno, las limitaciones del mercado nacional, del trabajo asalariado mermaban el desarrollo pleno de la burguesía y b) Las luchas abiertas contra el imperialismo o contra la sobreexplotación imperialista son otra prueba más de las limitaciones del desarrollo capitalista en México. Por esa cuestión, el desarrollo político, ideológico y organizativo de la clase trabajadora también se encontraba mermado, puesto que el dominio absoluto de la clase burguesa era la condición necesaria para la obtención de una expresión política pura de las clases no burguesas y de su conciencia política.

Retomando el núcleo marxista, González Casanova defiende la tesis de que, en México, el insuficiente desarrollo de las relaciones capitalistas de producción imposibilitaba un análisis tradicional de las clases sociales: “México no ha alcanzado plenamente un gobierno burgués, una democracia burguesa, porque no ha llegado cabalmente a establecer el sistema capitalista. Un México precapitalista y por eso predemócrata.”[1]

La explicación a esa anomalía se encontraba, evidentemente, en la conformación histórica de las estructuras económicas, políticas y sociales y en las particularidades de la región: El pacto de facciones de clase tras la caída de Victoriano Huerta elaboró una Constitución que tenía varias concesiones sociales. Éste operó como instrumento de una burguesía incipiente aliada con sectores específicos, privilegiados, de las clases proletarias y campesinas; pero marginando de facto a las clases proletarias y campesinas.

 

[1] Pablo González Casanova. La democracia en México. México, ERA, 1965, p.187.

 


Escrito por Aquiles Celis

Historiador por la UNAM y analista del CMEES


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