No cabe duda, las élites plutocráticas del planeta saben utilizar los grandes medios de comunicación para manipular la mente de miles de millones de seres humanos, ante la gigantesca indignación mundial que ha despertado el genocidio de los habitantes de la Franja de Gaza por parte del Estado sionista de Israel, que no hace otra cosa que obedecer a los verdaderos maquinadores y orquestadores de las bestiales matanzas que producen los bombardeos israelíes, que son los gobiernos imperialistas (OTAN), cuya cabeza ostensible es Estados Unidos (EE. UU.); matanzas en donde mueren a diario decenas o centenas de niños, mujeres y personas de la tercera edad. Masacres que hasta el momento han dejado más de 23 mil muertos –de los cuales cerca de ocho mil son niños–; ahora se ha desatado un escándalo mediático cuyo objetivo es obnubilar la mente de cientos de millones de seres humanos, tratando con este affaire de opacar la creciente indignación mundial que produce la carnicería sionista en Palestina.

El tres de enero de este año se hicieron públicos cientos de documentos judiciales que involucran a personajes tan encumbrados como Bill Clinton, el príncipe Andrés, Bill Gates, Steven Spielberg, Barak Obama, Madonna, Katy Perry, Lady Gaga y otros muchos más, que supuestamente visitaron la isla privada de Epstein, ubicada en el archipiélago de las Islas Vírgenes.

En el año 2020, Netflix comenzó a exhibir el documental Jeffrey Epstein: asquerosamente rico en cuatro episodios que nos van narrando y describiendo cómo Jeffrey Epstein se convirtió en un hombre inmensamente rico, cómo ese poder económico le sirvió para ir construyendo su red de abuso infantil y prostitución y cómo logró una sofisticación en el modus operandi para atraer a adolescentes –y algunas niñas– que sirvieran para satisfacer las execrables apetencias de los potentados. Epstein, nos indica el documental, se hizo muy rico con base en la especulación financiera y el robo a las personas que confiaron la administración de sus fortunas en sus manos. Para haber obtenido una poderosa red de tráfico sexual infantil, utilizó una forma piramidal en la que algunas chicas le servían como enganchadoras.

El documental entrevista a varias mujeres que hace algunos años, cuando eran adolescentes, vivieron los abusos de Epstein y los potentados que contrataban los servicios de este proxeneta, proveedor de placeres para los superricos o superprivilegiados del capitalismo occidental. El documental, de forma clara, llega a establecer la hipótesis de que Jeffrey Epstein no se suicidó en una cárcel de Nueva York, como se dio a conocer en el año 2019, sino que probablemente fuera eliminado para impedir que “hablara de más”.

¿Cuál es el objetivo de revivir el escandalo de Epstein y por qué ahora aparecen involucrados poderosos personajes de la política y del mundo empresarial y artístico de EE. UU. y otras partes de Occidente? Creo que el capitalismo occidental está resintiendo el enorme desprestigio que le ha acarreado el feroz genocidio en Palestina y ahora lanza una bomba de humo para distraer la atención. Algunos analistas políticos sostienen que al acercarse las elecciones presidenciales en EE. UU., el documental servirá para golpear a los demócratas (el 80 por ciento de los personajes involucrados en las listas de Epstein pertenece o simpatiza con el Partido Demócrata de EE. UU.).

Sin embargo, el abuso infantil no es algo ajeno a toda la historia del capitalismo; hoy en día, la clase que vive de extraer plusvalía a la clase que produce la riqueza social, sigue empleando, como en el Siglo XIX, el trabajo infantil; cientos de millones de niños en todo el mundo son víctimas de la explotación y de los peores e inimaginables abusos. Y Gaza sólo es la expresión más feroz de esa depredación. La infamia del sionismo está provocando que ahora miles de niños palestinos se hayan enfermado de diarrea, se hayan llenado de piojos, de garrapatas y la muerte por hambre y enfermedades ronde sus inocentes vidas. Parafraseando el título del documental: la burguesía occidental: asquerosamente rica.