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Hong Kong festeja 25 años de incorporarse a la RPCh
Hong Kong le ha demostrado al mundo que para que una sociedad capitalista se desarrolle a niveles nunca antes vistos ni escuchados, no se necesita imprescindiblemente ni de Gran Bretaña ni EE. UU. ni del imperialismo como lo conocemos hoy.
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A veces se nos escapan de la conciencia cosas muy evidentes, pero que encierran situaciones extraordinarias y contradictorias porque parecen romper estereotipos. El 1° de julio la ciudad de Hong Kong, la famosa Perla de Oriente, cuya economía es capitalista, celebró los 25 años de su reincorporación como Región Administrativa Especial a la República Popular China (RPCh), donde prevalece una economía socialista. ¿Dos sistemas socioeconómicos distintos en un mismo país? ¿El agua y el aceite en franca convivencia durante un cuarto de siglo? ¡Quién lo hubiera pensado hace 50 años! Eppur si muove o, como decimos en México, una unión vivita y coleando.

Pero muchas otras cosas inusuales y sorprendentes suceden en esa parte del mundo. Por ejemplo: en los últimos tres años y medio, Hong Kong no rebasa la comisión de 80 homicidios en su territorio (el 0.32 por cada 100 mil); durante ese mismo periodo en México –el del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO)– lleva 125 mil 748 homicidios (28.74 por cada 100 mil, sin considerar el acostumbrado maquillaje de cifra). ¿De qué papitas comen los detectives hongkoneses?

 

 

Esa pequeña parte de China –su territorio es menor al del municipio de Morelia, Michoacán, y en él habitan 7.5 millones de personas– fue colonia inglesa durante 150 años luego de una injusta guerra de conquista a sangre y fuego. Pero desde la fundación de la RPCh en 1947, se exigió al imperialismo británico su devolución; y a finales del siglo anterior se reintegró a China. Desde entonces, el imperialismo europeo ha tratado de hacer creer que Hong Kong es una cabeza de Hidra beligerante con el propósito de agredir de manera sistemática a su gobierno socialista.

Entre otras cosas acusa a la RPCh de erosionar constantemente los derechos políticos y civiles de la población. En 2020, por ejemplo, los medios de prensa de Occidente reprodujeron una versión difundida en Londres, Inglaterra, de que “las autoridades (de la RPCh) han sofocado a la oposición, criminalizado a la disidencia y expulsado a cualquiera que pueda decir la verdad al poder”. Una terrible acusación que olvida u omite la situación de Julián Assange, quien se halla prisionero en suelo británico y en cualquier momento puede ser extraditado a Estados Unidos (EE. UU.).

 

 

En la prensa imperialista de Occidente son frecuentes los títulos que afirman que China “endurece su domino” y “aplasta las libertades”; “debilita la estabilidad política y social”, “descalifica a los luchadores por la democracia”, “desmantela las instituciones democráticas de Hong Kong”, ejerce “una presión sin precedentes sobre el Poder Judicial y reprime las libertades académicas, culturales y de prensa”. También anuncia que EE. UU., Gran Bretaña y otros Estados de Europa prometen “ayudar a la defensa de los derechos humanos” y “no descansar hasta que Hong Kong recupere sus libertades”.

Las noticias mentirosas que constantemente describen un escenario catastrófico y letal para la población de la Roca de León –nombre de la montaña que domina el paisaje de Hong Kong– y que sin duda reproducen los lamentos y las rabietas de un invasor finalmente expulsado, son la expresión del imperialismo en derrota, al que le queda como último recurso lacrimoso denunciar supuestas violaciones a los derechos humanos y políticos de los hongkoneses para engañar a los desinformados e ingenuos.

 

 

Sí, mentiras atroces, porque los datos socioeconómicos duros de Hong Kong, desde que se reintegró a la China socialista, evidencian que, en esos 25 años, ha mantenido su vigor; y todo indica que su futuro es aún más promisorio, lo que sin duda resulta muy apetecible para los vampiros que estuvieron “chupándole” la sangre.

Veamos: el índice de desarrollo humano (IDH) en Hong Kong en 2019 fue de 0.949 puntos. Este dato, definido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), considera tres variables: a) Vida larga y saludable; b) Educación y conocimientos (alfabetización, matriculación en diferentes niveles y asistencia, entre otros) y c) Nivel de vida digno. Estas condiciones contribuyen a que su esperanza de vida sea de 85.08 años, su tasa de mortalidad sea del 6.5 por ciento y su renta per cápita de 43 mil 835 dólares anuales (la de México es solo nueve mil 807 dólares). Esta información ya no coincide, por supuesto, con lo que escuchamos y vemos en la prensa de Occidente.

Pero espere usted a ver lo siguiente: en 1997, cuando Hong Kong se reintegró a su patria, su Índice de Desarrollo humano (IDH) ocupaba el número 20 en el mundo: entonces era uno de los mejores del mundo, pero hoy es el cuarto. Anualmente fue escalando hasta ubicarse en esta envidiable posición. Su asociación con la economía socialista china ha permitido el desarrollo explosivo de las empresas privadas. La isla también tiene las regulaciones legales más benéficas tanto para los particulares como para las compañías y alberga a administradoras de fondos.

 

 

Es uno de los centros financieros con la mayor concentración de instituciones bancarias del mundo. Según datos del Banco Mundial (BM), en 2020 ocupaba el tercero o cuarto lugar del mundo en accesibilidad de negocios, conforme al ranking Doing Business. En ese mismo año se consolidó como centro financiero internacional con la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional. La facturación diaria promedio de Hong Kong supera los 195 mil millones de dólares, casi un 60 por ciento más que los 12 meses anteriores. La Bolsa de Hong Kong es la sexta más grande del mundo, según WorldAtlas. (con datos también de Zhou Jiaogui, de la agencia CGTN).

Por razones de espacio no podemos extendernos en la enumeración de otros éxitos relevantes de esta isla china, como los que logró cuando resistió a los tremendos retos planteados por la crisis financiera de Asia en 1997, la epidemia del SARS en 2003 y la gran recesión de 2007-2009 frente a los que su IDH continuó. Solo aportaremos tres datos más: ningún aeropuerto del mundo mueve tantos pasajeros y carga la cantidad de toneladas como el suyo; durante años ha sido nombrado el mejor del mundo; y el Índice de Percepción de la Corrupción del sector público de Hong Kong es de 76 puntos; es decir, que sus habitantes no padecen la rapiña de su gobierno, algo notable y contrastante con lo que ocurre en México.

 

 

Los vampiros del imperialismo inglés pretendían seguir “chupando” ganancias ilimitadas otros 50 años y llegar a 2047; pero la reincorporación a la patria común y el trabajo con la RPCh han resultado mucho más benéficos que en cualquier otro país capitalista del mundo. Ésta es otra de las ironías de la historia y que –como decíamos al principio– rompe con los estereotipos: Hong Kong le ha demostrado al mundo que para que una sociedad capitalista se desarrolle a niveles nunca antes vistos ni escuchados, no se necesita imprescindiblemente ni de Gran Bretaña ni de Estados Unidos, ni del imperialismo como lo conocemos hoy.

Otros caminos de desarrollo social son posibles y el mundo debe descubrir y experimentar sus propios caminos. Con méritos propios y con la solidaridad de la RPCh, la Perla de Oriente se ha convertido en una potente antorcha cuya luz ilumina una nueva senda hacia el progreso de los países del mundo; y que claramente advierte que el mundo unipolar debe desaparecer, es decir, el mundo dominado por EE. UU. y sus obedientes zombis de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los pueblos oprimidos del globo deben celebrar también el cumpleaños de la reunificación de Hong Kong con su amada patria grande, pues han mostrado al mundo una importante lección. Su fiesta también es nuestra fiesta. ¡Enhorabuena!



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