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Porvenir de la poesía
La nature est la grande lyre,
le poete l’archet divin.
V. Hugo
I
¿Por qué profeta triste,
me dices que este siglo
mató la poesía
con desterrar el mito?
Aunque ceguéis la fuente
no falta el ancho río;
él buscará otro cauce
para su curso límpido.
Si exhausto el viajero
se tiende en el camino
porque llegó la noche
y están sus pies heridos,
al despuntar la aurora,
con redoblados bríos,
emprenderá la ruta
que le marcó el destino.
Jamás de los poetas
se extinguirán los himnos;
si hoy enmudece el pájaro
es que prepara trinos.
Y cuando algunas veces
su corazón marchito
en vez de dulces cantos
desbórdase en gemidos,
allá en el horizonte
la sombra de Virgilio
le dice, como a Dante:
“¡Prosigue, amado hijo!”.
II
¡Oh bella poesía!
Mientras exista el hombre
tus frescos manantiales
no temas que se agoten.
Porque el poeta estudia
los mundos interiores;
traduce al luminoso
lenguaje de los dioses
del corazón los gritos,
los ecos de dolores,
los sueños y esperanzas,
las dulces ilusiones,
las dudas, las creencias
la vida y los amores.
En esta eterna lucha
que traban las pasiones
con la razón serena
que al fin las vence noble,
como Jacob al ángel
irán los triunfadores
pidiendo a la poesía
sus santas bendiciones.
El carro de Jaggernaut
Imitación de Heine
El sol irradia espléndido
en límpido horizonte
y la azulada sábana
del Gánges duerme inmóvil.
En la apartada orilla
insectos, yerbas, flores
se inclinan oprimidos
por un calor de bronce.
Y en tanto, allá en el atrio
de colosal pagoda,
espera al Dios terrible
la multitud ansiosa.
Surca las mejillas
sudor en gruesas gotas
a parias, a brahmines
y a bayaderas locas.
Con un fragor horrísono
el reluciente carro
del ídolo aparece
de sangre y muertes ávido.
Le arrastran elefantes
según el rito, blancos,
y están los áureos ejes
de entrañas salpicados.
Aquella muchedumbre
que espera palpitante
dispútase a empellones
quien ha de morir antes.
Que es cosa averiguada
que Jaggernaut amable
recibe en el Nirvana
al que primero aplaste.
Y caen a porfía
debajo de las ruedas
los parias, los brahmines,
las locas bayaderas.
Y el carro formidable
siguiendo en su carrera
revienta aquellos pechos,
tritura las cabezas.
Las víctimas son héroes,
o mártires o santos.
Yo también que miro
con desdeñosa frente
la hecatombe humana
que se renueva siempre,
ante esas mismas ruedas
en sacrificio estéril
me he de arrojar un día
en busca de la muerte!
SONETO
Considera que en humo se convierte
el dulce bien de tu mayor contento,
y apenas vive un rápido momento
la gloria humana y el placer más fuerte.
Tal es del hombre la inmutable suerte:
nunca saciar su ansioso pensamiento,
y al precio de su afán y su tormento
adquirir el descanso de la muerte.
La muerte, triste, pálida y divina,
al fin de nuestros años nos espera
como al esposo infiel la fiel esposa;
y al rayo de la fe que la ilumina,
cuanto al malvado se parece austera,
al varón justo se presenta hermosa.
Almas gemelas
Mitades de una gota de rocío
con que el mar, al beberla,
en lo profundo de su seno frío
cuaja una sola perla;
átomos del perfume de la rosa
que el viento mece unido;
notas que vibra el arpa melodiosa
iguales en sonido;
estrellas dobles que en el alto cielo
una órbita describen;
almas gemelas que en el triste suelo
de un pensamiento viven;
esto sin duda son los que se quieren
su fe guardando entera,
y acaso pasarán cuando aquí mueran
a amarse en otra esfera.
Emilia Pardo Bazán
Nació el 16 de septiembre de 1851 en La Coruña, España. A los nueve años comenzó a demostrar interés en la escritura; durante los inviernos asistía a un colegio francés protegido por la Real Casa, donde fue introducida a la obra literaria de La Fontaine y Racine y ya de adolescente publicó algunos versos en el Almanaque de Soto Freire.
Se casó a los 17 años con Don José Quiroga y, poco después, viajaron a Francia, donde aprendió inglés y alemán y descubrió la literatura francesa que dejó un gran impacto en ella.
A los 25 años escribió su primer y único libro de poemas dedicado a su primogénito; escribió su primera novela, Pascual López, el año en que nació su segundo hijo. Una dolencia hepática, en 1880, obligó a la escritora a pasar algún tiempo en Vichy. Durante este periodo descubrió el naturalismo de Émile Zola y se interesó por esta nueva tendencia literaria. En el periódico madrileño La época publicó Un viaje de novios, relato novelesco de sus propias memorias del viaje a Vichy. Su última hija, Carmen, nació en 1881.
Sus artículos publicados con anterioridad, que fueron compilados en La cuestión palpitante, tenían como fin tratar el movimiento del naturalismo de forma directa, pero profunda; esta publicación tuvo un gran impacto social y el escándalo originado llevó a su marido a pedirle que cesara de escribir, lo que provoco la ruptura del matrimonio en 1884. En 1886 conoció personalmente a Zola y, en ese viaje a Francia, descubrió la moderna novela rusa. Esas lecturas la impulsaron a presentar, en el Ateneo de Madrid, su trabajo La revolución y la novela en Rusia, en 1887. Asistió al Congreso Pedagógico, en donde denunció la desigualdad educativa entre el hombre y la mujer. Propuso a Concepción Arenal a la Academia Real de la Lengua, pero fue rechazada. La Academia tampoco aceptó a Gertrudis Gómez Avellaneda, ni a ella, a pesar de que actualmente se le considera la máxima exponente del realismo, junto con Clarín y Galdós. Con este último, mantuvo la escritora una conocida relación.
Emilia Pardo Bazán fue una gran escritora, pero además fue una intelectual y luchadora infatigable no solo por el acceso a la cultura de las mujeres, sino por su reconocimiento social, sin victimismo, con el orgullo de quien reclama lo que es suyo por derecho propio; para ello se convirtió en la primera periodista española, labor que ejerció ininterrumpidamente desde 1876 hasta su muerte, ocurrida el 29 de septiembre de 1902.
Escrito por Redacción