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"El jardinero fiel"
La cinta hoy comentada, aunque se realizó en 2005, aborda en forma realista la forma en que África ha sido considerada por los capitalistas europeos, en particular por las compañías británicas.
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El tema que aborda el filme El Jardinero Fiel (2005) del realizador brasileño Fernando Meirelles llama la atención por los acontecimientos que están ocurriendo en el continente africano. En su reciente gira por varios países de África, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha recibido el rechazo de los gobernantes africanos y, por otra parte, en varios países de ese continente se han realizado manifestaciones de apoyo a la Federación rusa. Amplio revuelo causó el video –difundido en muchos medios de comunicación digitales y en las redes sociales–, en el que presidente de Namibia, Hage Geingob, le espeta a un diplomático alemán una serie de verdades en las que se trasluce una burla hacia las opiniones de ese diplomático teutón, quien trata de convencer al mandatario namibio de que permitir las inversiones de China en el continente africano es un error. Geingob, sencillamente, le dice que los chinos no van a saquear la economía de los africanos, sino a invertir en infraestructura, a desarrollar las carretearas, presas, puertos, hospitales, etc.; le dice, incluso, que las economías gringa, alemana y francesa le deben su sostenimiento al dinero prestado o invertido por los chinos.

La cinta hoy comentada, aunque se realizó en 2005, aborda en forma realista la forma en que África ha sido considerada por los capitalistas europeos, en particular por las compañías británicas. El jardinero fiel es la historia de Justin Quayle, (Ralph Fiennes) y su esposa, Tessa Quayle (Rachel Weisz). Él es un diplomático británico al que se le asigna una misión en Kenia; ella es una activista pro derechos humanos que le pide a su esposo la lleve a África. Muy pronto, ella se involucra en actividades humanitarias e inmediatamente logra visualizar que en donde está con su marido cientos de africanos mueren de forma inexplicable; esos kenianos son enfermos a quienes se aplica un medicamento llamado Dypraxa (que sirve para curar la tuberculosis). Tessa investiga la causa del aumento en las muertes y descubre que la compañía que fabrica el medicamento realiza experimentos médicos con los pacientes kenianos; en otras palabras, que estos pacientes son “conejillos de indias”, que sirven a la compañía para probar la eficiencia de Dypraxa, y que le permiten ahorrarse miles de millones de dólares al probar el medicamento no de forma racional, pues de hacerlo así, tendría que esperar varios años antes de ponerla a circular en el mercado.

Tessa es asesinada cuando viajaba en una camioneta en compañía de un médico keniano y las autoridades tratan de convencer a todos de que se trata de un crimen pasional derivado de la traición de Tessa a su esposo. Los integrantes del Alto Comisionado Británico creen que Justin Quayle se conformará con esa versión. Sin embargo, Quayle no queda conforme y se dedica a investigar lo que realmente ocurrió. En su búsqueda de la verdad, Justin es amenazado y golpeado por malandrines para intimidarlo. Sin embargo, Justin sigue con su investigación y va descubriendo la verdadera causa del crimen. En su búsqueda de la verdad viaja a Sudán, don de visita a un investigador médico que resulta clave para descubrir quiénes asesinaron a su esposa. Justin obtiene la confesión del investigador, sin embargo, sabe que lo están persiguiendo para matarlo. Voluntariamente, en su viaje de regreso decide quedarse en el lugar en el que asesinaron a su esposa. Sabe que será asesinado.

El rechazo actual de los países europeos y de Estados Unidos es un síntoma de que, en todo el planeta, muchos gobiernos están actuando con más independencia y ejerciendo más su soberanía. Un síntoma de que se va acercando el fin del mundo unipolar. África es el continente donde viven más pobres; un continente que ha sido saqueado secularmente por el imperialismo y que hoy se quiere sacudir esta tutela.

 

 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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