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Las grandes civilizaciones antiguas, como las de Egipto, Babilonia, China, India, Fenicia y la maya florecieron en la orilla de ríos o mares y en climas calurosos. Las constantes lluvias e inundaciones obligaron a sus habitantes a mejorar su vivienda y a medir constantemente su terreno; las guerras forzaron a crear fortificaciones y mapas; el comercio influyó en la navegación, en la mejora de los centros culturales y en la observación astronómica. Estas tareas dieron origen a las matemáticas.
De acuerdo con los historiadores rusos Lev Petróvich Shibasov y Zinaida Fiódorovna Shibasova, la civilización de Egipto comenzó su esplendor económico y cultural a partir del siglo XX antes de nuestra era y con ella nació la geometría. Según Herodoto, esta rama de la matemática surgió cuando el gran faraón Sesostris III repartió entre sus pobladores las tierras cultivables que se encontraban a las orillas del río Nilo. Sus dueños terminaron pagando un impuesto anual por el pedazo de tierra que recibieron. Pero como el río se desbordaba cada año e inundaba las tierras repartidas, el faraón se vio en la necesidad de medir constantemente las tierras después de cada inundación. Así fue como nació el arte de medir, es decir, la geometría.
A partir de entonces, Egipto floreció económica, cultural y políticamente. Sus ingenieros, con la fuerza de trabajo del pueblo egipcio, comenzaron a construir pirámides, en las que emplearon una arquitectura complejísima para su tiempo. La perfección del cálculo y la medición alcanzados en esa época sirvió también a los sacerdotes de la ciencia, que se dedicaban a observar las estrellas, para determinar el recorrido de los astros y fijar los periodos solar y lunar.
Con esa investigación lograron darse cuenta que la creciente del río Nilo comenzaba con la primera aparición de la estrella más brillante –la estrella principal de la constelación Canis Maior– que los egipcios llamaron el Gran Perro y los griegos Sirius. El intervalo entre las dos primeras salidas de Sirius fue tomado como un año, que los egipcios dividieron en 12 meses, con 30 días cada uno. Los cinco días faltantes fueron agregados a mediados de julio, que eran los días más calurosos del año y cuando el río Nilo se desbordaba. Pero los científicos egipcios no se conformaron con la división del año en meses, sino que inventaron los relojes del Sol, de arena y agua para dividir el día en horas.
Todos estos avances matemáticos y científicos, logrados por la cultura egipcia se pueden estudiar en las tablillas y papiros que nos legaron. Por ejemplo, en los dos papiros que contienen textos matemáticos escritos alrededor del siglo XIX a. C. El primero es el papiro de Rhind, en honor al científico inglés Henry Rhind, quien lo adquirió en 1858 y lo donó, posteriormente, al museo Británico de Londres. Tiene un tamaño de 550 x 32 centímetros y contiene la solución de 84 problemas matemáticos. El segundo, el papiro de Moscú, descubierto por el científico ruso Vladimir Simiónovich Golenishev, está resguardado en el museo de Bellas Artes de Pushkin, en Moscú. Tiene un tamaño de 544 x 8 centímetros y contiene 25 problemas.
En ambos papiros se resuelven problemas relacionados con ecuaciones lineales y cuadráticas y sus respectivos sistemas. Se dan también soluciones a los problemas geométricos relacionados con cálculos de áreas de cuadrados, triángulos, trapecios, círculos, así como el cálculo de volúmenes de paralelepípedos, cortes piramidales y sólidos de rotación.
En resumen, la matemática egipcia contribuyó significativamente al desarrollo de la ciencia. Sin embargo, la mayor parte de ese desarrollo matemático, astronómico y científico no perduró, pues Egipto fue conquistado por el imperio Persa en el año 525 a. C. y muchos de los papiros se perdieron. El pueblo egipcio no se recuperó jamás, ya que las guerras vinieron una tras otra. En el año 332 a. C., Egipto fue conquistado por Alejandro Magno y aunque con Ptolomeo I Sóter la ciencia egipcia se recuperó al crearse el famoso Museo de Alejandría, con su caída en manos de los romanos, árabes, turcos, ingleses y actualmente, de las manos del imperialismo estadounidense, Egipto ha quedado totalmente en ruinas. La historia de las intervenciones se repite en cada momento y México no es la excepción.
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Escrito por Romeo Pérez
Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.