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Once años han pasado desde que fueron secuestrados varios antorchistas, entre ellos don Manuel Serrano Vallejo, padre de nuestra compañera Maricela Serrano Hernández. En aquel entonces, nuestro dirigente nacional, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, escribió un artículo en el que afirmó que don Manuel simple y llanamente no era secuestrable porque era un hombre modesto y trabajador que se levantaba temprano para vender periódicos en una esquina y no tenía cuentas bancarias en Andorra u otro paraíso fiscal; ni propiedades inmobiliarias en Miami. El seis de octubre de 2013, a primera hora de la mañana, fue violentamente separado de su lugar de trabajo, y desde entonces no supimos nada de su paradero.
Imagínese usted, amable lector, que recibe una llamada telefónica para decirle que su padre no aparece; que salió temprano a trabajar y que no está donde debía estar o que no llegó a comer como normalmente lo hacía. Poco después, en nuestra reunión de la Dirección Nacional del Movimiento Antorchista, recibimos la noticia de que don Manuel no estaba en su lugar de trabajo y no aparecía en ningún sitio cercano. Paulatinamente surgió información que confirmó nuestras sospechas: don Manuel había sido secuestrado, pero no por su situación económica ni las de sus hijos, sino por razones políticas, especialmente por ser padre de la presidenta municipal de Ixtapaluca: la compañera Maricela Serrano.
Durante el gobierno estatal de Eruviel Ávila en el Estado de México (Edomex) surgieron fuertes tensiones entre él y Maricela, así que pagó pantallas espectaculares en las que la atacaba y desprestigiaba al biólogo Jesús Tolentino Román; mientras que, desde diferentes vías de comunicación, recibieron amenazas de agresión física. Ahora no hay duda de que éstas provinieron de un enemigo declarado del antorchismo ixtapaluquense, Armando Corona, y que él había sido quien ordenó el secuestro de don Manuel para amedrentar a nuestros compañeros, frenar el desarrollo de Antorcha mediante el terror y apagar sus protestas y evitar que siguiera exigiendo solución a los problemas de la gente.
Algo similar sucedió también el 18 de agosto del año 2000 y el compañero Jesús Tolentino Román Bojórquez, habiendo ganado la presidencia municipal de Chimalhuacán, se disponía a tomar protesta cuando un fuerte dispositivo de pistoleros, a las órdenes de Guadalupe Buendía, alias La Loba, mató a 10 de nuestros compañeros e hirió a otros 99, ante la actitud omisa del gobierno estatal mexiquense de entonces, pues la policía judicial se hallaba a unas cuadras, aparentemente a las órdenes de Tolentino, pero no intervino. Con esta masacre quisieron intimidar, frenar y desaparecer a Antorcha, pero no lo lograron.
El resultado final no fue, como lo esperaban sus enemigos, la desbandada ni el abandono de la lucha, sino la consolidación del Movimiento Nacional Antorchista (MAN) y la demostración de que se puede gobernar de manera distinta, como lo confirma la profunda transformación que sus gobiernos realizaron sobre los municipios de Chimalhuacán a partir del 2000 y de Ixtapaluca desde 2013. Cambios fundamentales con los que los militantes del MAN mostraron su capacidad de gestión e inversión en obras y servicios públicos básicos de beneficio popular, cuyo gasto de un solo año equiparó en monto al de los tres trienios anteriores, es decir, al de nueve años.
Los intentos por desaparecer a Antorcha no han parado, pues a la llegada de la mal llamada “Cuarta Transformación” –que nadie sabe en qué consiste, incluidos los que la defienden– el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) canceló el gasto emergente destinado a obras públicas municipales y nos persiguió, incluso mediante la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), que de manera ilegal congeló las cuentas bancarias de varios compañeros y las de quien esto escribe. En ambos casos, el Presidente utilizó una estrategia errónea para acabar con Antorcha porque, con el cierre de llave a la gestión al Movimiento Antorchista, no perjudicó a sus líderes, sino al pueblo humilde y desamparado que los morenistas pretenden defender. Para poner un ejemplo de este yerro de Morena basta con citar que la falta de drenaje en la colonia Fray Servando Teresa de Mier, de Texcoco, no afecta a los líderes del MAN, sino a las personas que la habitan. Esto es una de las múltiples evidencias de que Morena no escucha ni resuelve los problemas de la gente. Con respecto al bloqueo de las cuentas financieras de varios antorchistas, es necesario precisar que ninguna de las acusaciones del Gobierno Federal mostró algún sustento, ninguna prosperó y ninguno de los compañeros acusados de corrupción está en la cárcel.
Ya finalizó el sexenio de AMLO y Antorcha está viva y presente en el panorama nacional. Con ello se demuestra que ni los ataques con balas ni los secuestros, ni las persecuciones económicas ni el bloqueo a la gestión de obras públicas para la gente pobre surtieron efecto, ¿por qué? Porque la razón de la existencia de Antorcha es más profunda: le da vida, voz y organización a los mexicanos que padecen la desigual distribución de la riqueza predominante en México. Ni las balas ni el secuestro ni el bloqueo gubernamental ni la persecución política resuelven los problemas de la gente y, por tal motivo, no acaban con Antorcha. Si algún gobierno pretende acabar con Antorcha, debe resolver profundamente el problema de la desigualdad de la riqueza , es decir, debe cambiar el modelo económico. Pero hasta ahora, en lo que queda de la República, no se ve que esto vaya a suceder con la nueva Presidenta.
En su discurso de toma de protesta, Claudia Sheinbaum se autodefinió como demócrata y dijo que no reprimirá el derecho de manifestación ni la libertad de prensa. Eso está bien, pero no basta. AMLO anunció también que era demócrata y que no reprimiría la protesta social; y a lo largo de su gobierno los grupos sociales y laborales protestaron en las calles, pero jamás los escuchó ni mucho menos resolvió alguna de sus demandas. Ser demócrata significa respetar el mandato del pueblo y satisfacer a plenitud sus peticiones. Si la actual Presidenta sigue esos pasos, no se comportará como demócrata y será igual de demagoga y mentirosa que su antecesor inmediato.
El recuerdo de los 11 años del secuestro político de don Manuel Serrano Vallejo nos ha dado una buena ocasión para advertir a los antorchistas y al pueblo de México que el MAN sigue vivo porque su razón de ser, la desigualdad y la injusticia, campean en nuestro país; y estas calamidades nos inducen a organizarnos, educarnos, tomar el poder político de México y cambiar de raíz el modelo económico para tener una patria más justa y mejor para todos.
El 8 de noviembre, autoridades rescataron a las 71 víctimas, quienes se encontraban retenidas en una casa de seguridad en el municipio de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca.
El hecho ocurrió el pasado 3 de septiembre, alrededor de las 16:55 horas.
Once años han pasado desde que fueron secuestrados varios antorchistas, entre ellos don Manuel Serrano Vallejo.
Los migrantes relatan que durante los secuestros son encerrados en bodegas, donde posteriormente son marcados con señales particulares que los identifican como parte de las redes de tráfico humano.
La Institución informó que son 410 los expedientes desclasificados.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.