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Las cosas empiezan a salir mal al “matón del mundo”
Las cosas están cambiando en EE. UU., porque a partir de los años 90 se ha hecho cada vez más ostensible un crecimiento significativo del “tercer-mundismo” dentro de su población mayoritaria, el cual se debe a la pérdida de competitividad económica y política del imperialismo yanqui en el resto del mundo. Y aunque en esa década los medios de comunicación masiva (TV, radio, prensa escrita y redes sociales) mantenían intacto su poder de manipulación sobre el 80 por ciento de la población, desde entonces era posible advertir que sus eficientes mecanismos de control social empezaban a decaer pese al uso de las drogas y de los fantasmales “enemigos de la patria” como los narcos mexicanos, el comunismo y el terrorismo.
Es decir, desde entonces Chomsky preveía que con el paso de los años las falacias que la oligarquía estadounidense ha creado para mentir a la población y hacer funcionar bien su sistema político-socio-económico (“la guerra es paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es fuerza”; la “guerra contra ciertas drogas pero no contra todas”) perderán credibilidad dentro del inconsciente colectivo y paulatinamente irá fortaleciéndose el aserto que alguna vez sus estrategas formularon: que “un pueblo pobre y débil es peligroso porque puede generar una revolución y dar mal ejemplo a otros pueblos que se hallan en la misma situación”.
Es decir, poco a poco muchos ciudadanos estadounidenses comenzarán a poner en duda que su país seguirá siendo “el matón a sueldo del mundo” y que en cualquier momento puede asumir la tarea que en alguna ocasión le atribuyó el editor financiero del diario conservador Chicago Tribune: “Debemos ser mercenarios complacientes, nuestros amplios servicios deben ser pagados por nuestros rivales, usando nuestro poder de monopolio en el mercado de la seguridad para mantener nuestro control sobre el mercado mundial, Deberíamos emprender un negocio global de protección, vendiéndole protección a otras potencias ricas que nos pagarían una gratificación de guerra”.
Y asimismo, como advierte Chomsky, los ciudadanos de Estados Unidos van a empezar a no creer en “nuestra política del buen vecino”; a considerar como verdadero el postulado de que “ningún grado de crueldad es demasiado para los sádicos de Washington” (como lo advirtieron en los años 60-70 durante la crisis de credibilidad provocada por los crímenes de guerra en Vietnam); a darse cuenta que sus gobiernos mienten y que están dispuestos a involucrarse en guerras externas sin prever que en el futuro éstas –a diferencia de lo que ocurrió en las guerras mundiales del Siglo XX (1914-1918 y 1939-1945)– puedan darse en su propio territorio y afectar a su población y bienes patrimoniales.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural