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La clínica del IMSS de Lombardía tiene 40 años, pero “no existeˮ
Califican como muy exigentes a los que demandan un médico para curarse; como muy comodinos a los que no pueden perder viajando medio día o el día completo; como muy mezquinos a los que no quieren pagar 200 pesos.
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La peregrina idea de que la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la ciudad de Lombardía, municipio de Gabriel Zamora, Michoacán, no existe, le pertenece por derecho propio a la señora Luisa Rodea Pimentel, delegada del IMSS en Michoacán y propagandista de la nueva filosofía social que profesa el régimen de la llamada “Cuarta Transformación”. La clínica en cuestión fue fundada en un terreno que donó el ejido en junio de 1981 con la idea de que los ejidatarios y sus familias recibieran atención médica y, desde entonces, ha atendido a miles de pacientes, incluidos los del Programa del Bienestar.

Estupefactos escucharon a la delegada soltar esa afirmación los ciudadanos que se presentaron a sus oficinas en la ciudad de Morelia el pasado viernes 14 de mayo a las 9:30 horas. Son ellos insobornables testigos de primera mano. Se trata de José Meza Mejía, Margarita Martínez Lara, Rosa Rentería Gálvez, Alejandro Valencia Cerda, Ezequiel León Medina y Xóchitl Domínguez Ramírez. Me precisaron que la señora no estaba mal informada, (por aquéllo de que el delegado del IMSS en una entidad federativa no puede tener en la cabeza la lista de todas las instalaciones que existen), no, la señora aseguró que “la clínica no existe”, esgrimiéndolo como un argumento polémico para negar la petición cuando las señoras y los señores le exigieron que regresara a la doctora que venía prestando sus servicios y que, por segunda ocasión, desde las oficinas de la delegación, la trasladaron a Nueva Italia de Ruíz, dejando a Lombardía sin el servicio.

Con relación a esta clínica que “no existe”, el primer incidente tuvo lugar el 15 de junio de 2020, en pleno ataque del virus SARS-COV2, seis meses después del arribo de Rodea Pimentel al cargo. En esa ocasión se les notificó a los derechohabientes que la clínica 45, la que “no existe”, no tiene derecho a ningún servicio y que, por tanto, se les retira el médico. Los afectados tuvieron que sufragar los gastos de una comisión que se trasladó a Morelia, pudo hablar con el Licenciado Salvador Alfaro, secretario particular de la delegada Rodea y, después de mes y medio, se les repuso el servicio; como se ve, la burocracia del IMSS no quedó contenta y ahora vuelven a las andadas: retiran nuevamente a la doctora.

Hubo más. Según refieren indignados los integrantes de la comisión, la intolerante señora que representa a la institución para la seguridad social en el estado de Michoacán los regañó y les aventó a la cara que ella solo en Michoacán ha visto la mala costumbre de que la gente exija médicos “a la vuelta de la esquina”, que en el Estado de México –ejemplificó– la gente tiene que viajar hasta dos horas y no se pone tan delicada y que en Michoacán “no son capaces de ocupar media hora para ir a Nueva Italia” (debe aclararse que el viaje toma tal vez media hora en cómodo automóvil particular, pero en servicio colectivo, sin tomar en cuenta la espera, el traslado lleva no menos de una hora). También les dijo –favor de prestar atención– que en el pasado se toleraron demasiadas irregularidades, que había mucha corrupción pero que ahora todo cambió, que la normatividad está por encima de todo y que (aquí proclamó la inexistencia histórica de la clínica), puesto que la clínica de Lombardía no existe, tienen que acudir a atenderse a Nueva Italia de Ruíz.

Este tipo de empleado del Estado no surge por generación espontánea. La explicación de que ciertas formas de vida vegetal o animal surgían sin una o varias causas objetivas, nunca pudo demostrarse; todo tiene una o varias causas. La de este indignante fenómeno se localiza: primero, en el diagnóstico probadamente errado de que el principal problema del país es la corrupción, ignorando por completo a la devastadora pobreza; segundo, en la creencia absurda de que la corrupción se combate desapareciendo programas sociales como el Prospera, las estancias infantiles, el Seguro Popular, el Ramo 23 y otros y, tercero, en la certeza fanática de que existe un grupo excepcional, el de los “no iguales”, inspirado y dirigido por un hombre también excepcional, muy por encima de la ley y las instituciones, que está predestinado a erradicar de la faz de México el mal de todos los males, cueste lo que cueste.

Y, no hablando por el momento de los 220 mil muertos por la pandemia y los muertos y heridos de la Línea 12 del Metro de la ciudad de México, aquí vemos hasta dónde nos van llevando a los mexicanos estas supercherías de los morenistas. Califican como muy exigentes a los que demandan un médico para curarse; como muy comodinos a los que no pueden perder viajando medio día o el día completo; como muy mezquinos a los que no quieren pagar 200 pesos (cuando el enfermo lleva un acompañante) y, por tanto, decretan: la normatividad por encima de todo. Si las necesidades sociales no coinciden con la normatividad elaborada en una cómoda oficina de gobierno, deben cambiarse las necesidades sociales. Nadie se asombre, son las criaturas de la “Cuarta Transformación”.

 Tengo a la mano la versión de algunos de los afectados (otras más las publicarán ellos mismos en las redes sociales) y me permito compartirlas: 1) Señor ELM: “Soy una persona de la tercera edad, como lo son muchos derechohabientes; cuando vamos a Nueva Italia, ha ocurrido que ya no alcanzamos ficha, pues se le da preferencia a la población de Múgica y hay que regresar al otro día; cuando se nos recibe y atiende por el médico, vamos a la farmacia a que se nos surta la medicina y no hay, tenemos que regresar con las bolsas vacías, en ocasiones tenemos que ir hasta tres veces para que se nos pueda surtir la medicina completa, lo que implica un gasto mayor, por lo que a veces hay que desistir, la inseguridad es otro de los problemas que hay que enfrentar a la hora de salir de nuestro municipio”.

Señora RMRG: “Soy derechohabiente del IMSS, padezco cáncer, tengo aproximadamente siete años en tratamiento, ha sido muy difícil para mí vivir con esta enfermedad y, si todo no estaba bien antes, era menos difícil; pero de junio de 2020 para acá, han decidido quitarnos al médico que teníamos aquí para consultas, ahora nos tenemos que trasladar hasta Nueva Italia a la clínica 11, cuando antes nosotros éramos la 45 y, si tenemos que ver un médico en Morelia, ahora tenemos que ir para que nos den un traslado hasta Nueva Italia y de ahí nos envían a Cuatro Caminos para tomar el autobús para Morelia, cuando antes salíamos de Lombardía directo a Morelia; eso nos provoca gastos extras. Ustedes se pueden imaginar la economía que vivimos, la delincuencia que hay hacia la Tierra Caliente, nosotros estamos siendo directamente afectados. Por esa razón, yo pido que se nos regrese y se instale el médico que teníamos desde hace más de 40 años”.

Señora MCO: “Soy trabajadora de la Pepsi, exijo a la delegada que nos regrese el servicio médico, soy una mujer que a pesar de mi edad, sigo trabajando, padezco de hipertensión y necesito constantemente atención médica; ir a Nueva Italia es pérdida de dinero y tiempo, pues muchas veces llegamos y no se nos atiende, no es justo el trato que se nos da a los más humildes, pero el tiempo de que se nos menosprecie se está acabando, lucharemos hasta que haya solución, pues todos los trabajadores afectados hemos pagado este servicio con nuestro sudor diario, lucharemos, que no haya duda, y que lo sepa la delegada”.

Más claro no canta un gallo. 


Escrito por Omar Carreón Abud

Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".


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