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Desde el inicio del Gobierno de la “Cuarta Transformación”, el presupuesto –de por sí escaso– que se le otorgaba a la investigación científica tuvo un recorte de hasta el 4 por ciento, es decir, pasó de 72 mil 14 millones de pesos en 2017, a 69 mil 410 millones de pesos en 2019; en 2020 pasó a 69 mil 444 mdp y, en 2021, tuvo un ligero aumento con 70 mil 906 mdp, de acuerdo con datos del Tercer Informe de Gobierno.
En palabras de la investigadora Brenda Valderrama, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, esta disminución tiene que ver con la desaparición de los fideicomisos que financiaban proyectos de investigación y la eliminación de los estímulos a la investigación por parte del sector privado, además de cambios en los criterios para calcular el Gasto para la Investigación y el Desarrollo Experimental (GIDE).
Esta disminución ha derivado en la falta de financiamiento de varios proyectos, y, de hecho, aún no se ve el panorama completo de las consecuencias que traerá consigo tal desaparición de fideicomisos del Conacyt, que tiene origen de la política de austeridad de López Obrador.
Entre las disminuciones se encuentran las becas al extranjero, los acuerdos de cooperación internacional, así como el apoyo a los proyectos de este año.
Durante el gobierno de López Obrador, desde 2019 ha ido decreciendo el apoyo a los proyectos de investigación, de modo que en 2019 mil 734 proyectos de investigación fueron apoyados a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); en 2020, sólo 758 tuvieron financiamiento público (56 por ciento menos); y, en este año, únicamente se apoyaron 108 proyectos.
Entre 2019 y 2021, México ha perdido 5 mil 383 científicos y trabajadores de la ciencia y la tecnología, ya que sólo hasta el 2018, último año de la administración de Enrique Peña Nieto, hubo 38 mil 635 trabajadores de la ciencia y la tecnología, mientras que en este 2021, sólo hay 33 mil 343.
Actualmente, los convenios de cooperación internacional casi ya no existen: de 63 convenios firmados en 2018, en 2019 se redujo drásticamente, ya que sólo hubo tres; en 2020, cuatro, y en lo que va de 2021, sólo ha habido uno.
Más sobre el GIDE.
De acuerdo con el investigador Miguel Guajardo Mendoza, el GIDE “es el gasto que genera el stock de conocimiento, que después permite utilizarlo como país para ser más productivo, ingresarlo a la economía y a la sociedad del conocimiento con el fin de que la economía sea mucho más productiva”.
Los países desarrollados dedican entre 1.5 por ciento y 4.2 por ciento de su PIB al GIDE. En el caso mexicano, el valor de este indicador se ha quedado rezagado durante décadas sin rebasar el 0.55 por ciento, valor alcanzado en el año 2015.
El poco gasto en México para investigación científica y desarrollo de tecnología representa una carencia que limita la capacidad de crecimiento de la economía y frena la capacidad de respuesta ante emergencias, como la pandemia por Covid-19.
Si se forman nuevos investigadores, pero no se incrementa el nivel de gasto por investigador, la atracción de los países de mayor desarrollo haría que la fuga de cerebros continúe –pudiendo incrementarse– amenazando seriamente la evolución del sistema de ciencia y tecnología, de acuerdo con los autores Myrna Iselda Maravert Alba, José Antonio Molina Hernández y José Antonio Molina Ramírez, del estudio “El gasto en investigación y Desarrollo Experimental (GIDE) en México, promotor del crecimiento económico”, publicado en 2016.
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Escrito por Citlali A. Ramírez M.
Periodista