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Un poema satírico de Antonio Plaza (II de II)
Plaza Llamas fustiga a los políticos oportunistas de su tiempo, precursores de los actuales dirigentes partidarios. Han pasado 139 años desde su muerte, quien participara activamente en la lucha previa a la promulgación de la Constitución de 1857.
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El poema satírico del guanajuatense Antonio Plaza Llamas ¡Hosanna a los pillos! es una aguda crítica del ejercicio del poder, en su tiempo; y la realidad que pintara en él poco ha cambiado para las mayorías: mientras unos cuantos disfrutan del poder y la riqueza, rodeados de aduladores que festejan sus injustas acciones, los más se debaten en la pobreza y el desamparo. ¿Y las leyes? Se confeccionan a modo o se cambian para beneficiar a unas cuantas familias de gobernantes y empresarios. El dispendio de los poderosos lo carga el pueblo, convertido en bestia indefensa ante los abusos del usurero y el funcionario.

El lector actual debe sentir una extraña familiaridad con el contenido político de un poema del Siglo XIX; pues ni “los gobiernos neoliberales anteriores”, ni el actual, con toda su facilona demagogia, son diferentes a la caracterización que de los goibernantes hace el poeta de Apaseo el Grande. En efecto, no ha cambiado la esencia clasista del Estado, aunque varios terremotos sacudieran la sociedad mexicana desde entonces.

Y como el poema no llama por su nombre y apellidos al agiotista, que entonces –como ahora– podía cobrar exorbitantes intereses a quien tuviera la desgracia de caer en sus manos, bien podemos pensar que el poeta se refiere a cierto propagandista de la 4T, magnate de las ventas minoristas en el ramo de la electrónica, enriquecido con la operación de las transferencias monetarias “directas” y acreedor eterno de millones de mexicanos con sus falaces “abonos chiquitos”, el mismo que ahora se ha convertido en agresivo censor de las opiniones contrarias a Morena.

Han pasado 139 años desde la muerte de Antonio Plaza, quien participara activamente en la lucha previa a la promulgación de la Constitución de 1857 que, reformada en diversos momentos, es la base de nuestra Carta Magna, hoy bajo asedio por estorbar a los intereses de quienes pretenden gobernar al país como si dos siglos de vida independiente y de construcción de leyes e instituciones pudieran borrarse con decretos presidenciales; ésos son los herederos de los distinguidos próceres del poema satírico.

Pero además de al cortesano y al usurero, Plaza Llamas fustiga a los políticos oportunistas de su tiempo, precursores de los actuales dirigentes partidarios. No, los tránsfugas, los “chapulines”, ésos que cambian de ideario como de calzones para pasarse, con armas y bagajes al bando opuesto cuando calculan que en éste tienen mayores posibilidades de alcanzar sus sueños de poder y riqueza a costa del erario, son una especie más antigua. Y así lo consigna la tercera parte de ¡Hosanna a los pillos!

Feliz el que tiene

por canon político

pasar la existencia;

que ruede al abismo

viviendo del fisco.

¡La patria!... ¿que importa?

¡y cargue el demonio

con todos sus hijos!

Dichoso el que antaño

quemaba rendido

migajas de mirra

al viejo Benito;

a Lerdo más tarde

y hoy dice a Porfirio

que es de sus adeptos

el más decidido;

y grita entusiasta

que es don Vicentico

general insigne

muy generalísimo.

Al ver a éste y otros

famélicos bichos,

que siempre a la nómina

están adheridos,

gobierne ya Pedro

o Juan o Remigio,

sonando las manos

entonces les digo:

¡Salud, miserables!

¡Hosanna a los pillos!


Escrito por Tania Zapata Ortega

COLUMNISTA


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