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Mejores que nosotros (II de II)
La cinta tiene un sello distinto a las series occidentales al enfocar el problema de la robotización de la sociedad con cierta crítica hacia la clase capitalista que solo busca su beneficio, sin importarle las consecuencias para los trabajadores.
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Resulta muy interesante esa forma de presentarnos a los robots, pues a diferencia de las cintas norteamericanas y de Europa Occidental, en esta serie rusa, la fabricación y utilización de los robots se presenta en un contexto en el que existe inconformidad social por el creciente empleo de los robots, sobre todo entre la juventud, donde ha provocado mucho desempleo. Existe, incluso, un grupo clandestino llamado “los liquidadores” que realiza actos terroristas y se ha propuesto destruir a cuanto robot encuentre. La historia de Junkovsky se ubica en un futuro muy cercano –2029–; todos los episodios tienen un ritmo peculiar y las circunstancias son narradas con mucha solvencia, de tal manera que ese ritmo y la constante acción permiten que el interés no decaiga en ningún momento.

En Mejores que nosotros se narra la historia del médico forense Georgy Safronov (Kirill Káro), quien está divorciado, y su exesposa, Alla (Olga Lomonosova), ya tiene un nuevo marido. Safronov experimenta disgustos con su exesposa, pues él desea pasar más tiempo con sus hijos: Egor (Eldar Kalimulin), de 16 años, y Sonia, de escasos cinco años. Alla ha planeado irse a vivir a Australia y llevarse a sus dos hijos, pero Georgy se opone rotundamente.

A la empresa Cronos, que fabrica e importa androides, ha llegado un robot muy especial, fabricado en China. Este robot femenino se llama Arisa (Paulina Olégova Andréieva); al igual que otros está destinado a atender a una familia y a sentirse “parte de esa familia” cuando ésta la adquiera. Pero, antes de ser exhibida al público siquiera, uno de los trabajadores que ha llevado cargando la caja donde fue empacada Arisa, aprovechándose de la situación, quiere “abusar” sexualmente de ella. Con movimientos muy rápidos y precisos Arisa mata al individuo, sale de la sede de Cronos y busca dónde recargarse de energía para poder funcionar. Al conocer a Sonia, la hija de Safronov, tiene su primer “usuario” y después conoce al propio Georgy y Egor.

Para los dueños de Cronos es una gran pérdida, por lo que se dan a buscar a la androide. Arisa muestra cada vez más sus aspectos humanoides, pues al darse cuenta de que Georgy ya no está casado, busca reemplazar a Alla como esposa de Safronov. Pero la trama de esta serie va mostrando una situación muy peligrosa para Safronov. Para Egor también, pues él se enamora de Shana (Reba Buhr), una integrante del grupo de “los liquidadores”. El grupo antirobots tiene el lema de “Vida a los vivos, muerte a los robots” y está encabezado por Bars (Aleksander Kusnetzov), que es hermano de Shanna.

Al final de esta intersante serie rusa, Viktor Toropov (Alexander Ustyugov), el súper villano de la serie, logra recuperar a Arisa y borrar toda su memoria, proporcionándole una nueva configuración, para que ya no recuerde a su antigua “familia”. Sin embargo, aunque Arisa está bajo las órdenes del inescrupuloso empresario, finalmente no mata a Safronov, como se lo ordena Viktor; por el contrario, salva de morir a mucha gente, pues un camión cargado de explosivos, detonado por Viktor, explota fuera de la empresa y Arisa “muere” heroicamente.

Mejores que nosotros tiene un sello distinto a las series occidentales, pues enfoca el problema de la robotización de la sociedad con cierta crítica hacia la clase capitalista que solo busca su beneficio, aun a costa de los efectos sociales negativos para la población trabajadora. Creo que en la cuestión tan debatida y polémica de si la Inteligencia Artificial (IA) en sus distintas variantes puede terminar sustituyendo a la inteligencia humana –lo cual representa un peligro potencial–, conviene tener presente que aun cuando la IA y los androides hayan sido muy perfeccionados en el futuro, nunca podrán sustituir plenamente a la conciencia humana, pues no debemos de olvidar que el ser humano es producto de una evolución biológica de millones de años y una evolución social de cientos de miles de años. La conciencia humana, los sentimientos humanos, no pueden ser sustituidos simplemente por algoritmos cibernéticos.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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