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El 25 de agosto de 1923 nacía el poeta y narrador colombiano Álvaro Mutis Jaramillo. En 1931, la repentina muerte de su padre, mientras ejercía el oficio diplomático en Bélgica, obligó a la familia a regresar a Colombia, dejando en Bruselas a Mutis, donde entonces estudiaba; durante varios años, solo volvería de vacaciones a su tierra, a la que siempre evocaría en su incesante viaje por el mundo entero como agente de ventas de las diversas compañías en que trabajó. Su remembranza de la vida en la finca familiar, donde se instalara su madre al regresar de Europa, se expresan con un lujo de imágenes sensoriales y una aparente simplicidad que deja adivinar el depurado recuerdo de las impresiones infantiles, en Nocturno, contenido en su tercer poemario, Los trabajos perdidos (1965).
Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales.
Sobre las hojas de plátano,
sobre las altas ramas de los cámbulos,
ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima
que crece las acequias y comienza a henchir los ríos
que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales.
La lluvia sobre el zinc de los tejados
canta su presencia y me aleja del sueño
hasta dejarme en un crecer de las aguas sin sosiego,
en la noche fresquísima que chorrea
por entre la bóveda de los cafetos
y escurre por el enfermo tronco de los balsos gigantes.
Ahora, de repente, en mitad de la noche
ha regresado la lluvia sobre los cafetales
y entre el vocerío vegetal de las aguas
me llega la intacta materia de otros días
salvada del ajeno trabajo de los años.
De 1954 a 1956 trabajó en la compañía Esso como jefe de relaciones públicas, manejando importantes sumas destinadas a obras de caridad; Mutis dio un uso distinto a ese dinero, apoyando la obra de jóvenes escritores y artistas; cuando la empresa lo descubrió, entabló una demanda contra él; en 1959 mientras residía en México, se hizo efectiva la denuncia por desfalco y fue encarcelado en Lecumberri durante un año y tres meses, tiempo que aprovechó para releer En busca del tiempo perdido, de su admirado Marcel Proust y escribir su Diario de Lecumberri (1960). De este episodio diría su entrañable amigo Gabriel García Márquez en ocasión del septuagésimo cumpleaños del poeta: “En la cárcel de México, donde estuvo por un delito del que disfrutamos muchos escritores y artistas, y que solo él pagó, permaneció los dieciséis meses que él considera los más felices de su vida”.
Gabriel García Márquez siempre reconocería la influencia de Mutis en su obra; desde el día que le llevó el primer ejemplar de Pedro Páramo y le dijo: “Ahí tiene, para que aprenda”, hasta convertirse en el primer lector de sus originales. “Sus juicios son tan crudos, pero también tan razonados, que por lo menos tres cuentos míos murieron en el cajón de la basura porque él tenía razón contra ellos. Yo mismo no podría decir qué tanto hay de él en casi todos mis libros, pero hay mucho”, reconocería el autor de Cien Años de Soledad.
La prosa de Álvaro Mutis tiene tanto de poética como su poesía roza la narración. A lo largo de su obra campea, como un hilo conductor, Maqroll el Gaviero, personaje nacido de sus experiencias en los planchones petroleros que recorrían el río Magdalena, desde Barrancabermeja hasta Barranquilla, en Colombia. Maqroll, encargado de vigilar el horizonte desde la gavia (vela del mastelero mayor), es un marinero trashumante, aventurero, místico desenfadado o trágico profeta de prostíbulos y arrabales; con la sabiduría del hombre que ha visto el mundo entero y se ha enamorado y desencantado en innumerables ocasiones. Este personaje, atormentado y divertido, vendría a ser el alter ego de Mutis, quien diría de él: “Maqroll ha ido surgiendo en mis páginas con tanta fuerza que mucha gente piensa que es Álvaro Mutis. Tiene mucho de lo que quise ser y no fui, de lo que yo hubiera querido ser y no pude ser, y tiene mucho de lo que él quiere ser y no puede ser, por estar en mis manos y porque yo, a veces, no lo dejo vivir todo lo que él quisiera. Por eso, un día le dejé que contara un episodio de su vida... y ahí lo tiene, no uno, varios libros de poesía y de narración aún no le fueron suficientes”.
Las humoradas de Maqroll se adivinan en el cierre de la presentación a la Antología que de Mutis publicara la UNAM en Material de lectura: “Nunca he participado en política, no he votado jamás y el último hecho político que me preocupa de veras es la caída de Bizancio en manos de los infieles en 1453. Soy gibelino, monárquico y legitimista”.
Gibelino, partidario del poder temporal sobre el religioso; a favor de la monarquía, pero la del Siglo XV; y legitimista, como quien considera que merece más el poder un grupo distinta del que lo detenta.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.