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Entre los siglos XIII y XIV floreció en el extremo occidental de la Península Ibérica una poesía paralela a la lírica trovadoresca provenzal que se manifestó en cuatro modalidades: cortesana y provenzalizante (Cantigas de amor), tradicional (Cantigas de amigo), sacra (Cantigas de Santa María de Alfonso X El Sabio) y burlesca (Cantigas de Escarnio y Maldecir). Más de dos mil poesías se conservan de este género.
El cancionero de burlas gallego portugués comprende unas cuatrocientas composiciones que se dividen en dos géneros, de Escarnio y de Maldecir. En ellas se ataca a personas, clases sociales e instituciones de forma velada o directa, ofreciendo un cuadro pintoresco de la sociedad medieval, caricatura y sátira de estratos sociales y personajes de la nobleza en todos sus niveles: “el juez injusto, el recaudador de contribuciones, el nuevo rico, el sastre ennoblecido, el cantor ronco, el juglar que no ha ido más allá de Montpeller y regresa contando las maravillas de Ultramar. Tampoco se escapa de esta mofa la poesía cortesana (…) a veces las Cantigas burlescas se acumulan en el ataque a una persona determinada (…) o a un hecho” (*).
Muchas subdivisiones hay de este género, según el tema que traten, pero las más importantes son las Cantigas contra las soldadeiras (bailarinas que acompañaban las interpretaciones de los juglares, los vicios y defectos de aquéllas son objeto de escarnio); contra los poetas cortesanos, la poesía heroica, las clases sociales (especialmente la aristocracia) y contra el clero (exponiendo detalles de su vida licenciosa); y sátiras político guerreras, numeroso grupo de composiciones que critican la cobardía de los caballeros que en la guerra de Granada abandonaron al rey Alfonso X en el campo de batalla.
Aunque no existe una diferencia tajante entre las Cantigas de Escarnio y las de Maldecir, los estudiosos han convenido en clasificarlas de la siguiente manera: en las primeras, el poeta se refiere a algún personaje de forma velada y sin revelar su identidad; mientras que en las segundas se dice abiertamente de quién se trata y además se recurre a la aequivocattio, figura retórica en la que se fomenta una doble interpretación.
Aunque este género atrajo sobre sí la censura de las Cortes, previendo serios castigos para sus autores, y el propio Alfonso X El Sabio se refiera al asunto en sus Partidas (recopilación de leyes), a él se atribuyen las dos composiciones siguientes que sirven para ejemplificar las dos variantes:
Cantiga de Escarnio:
El que pasó la sierra
y no quiso servir a su tierra,
ahora, a la vuelta de la guerra,
¿de qué fanfarronea?
Pues ya que tanto yerra,
¡maldito sea!
El que se llevó los dineros
y no trajo los caballeros
por no ir entre los primeros,
¿de qué fanfarronea?
Ya que vino con los postreros,
¡maldito sea!
El que consiguió una gran soldada
y no hizo la cabalgada
para no ir a Granada
¿de qué fanfarronea?
Si es rico o tiene mesnada,
¡maldito sea!
El que en el talego echando
mentiras y poco haber
nunca en la Vega está entrando,
¿de qué fanfarronea?
Pues más que manteca es blando,
¡maldito sea!
Cantiga de Maldecir:
Pero da Ponte, ojalá se os convierta en mal
ante el Demonio del fuego infernal
pues que con Dios, padre espiritual,
Faltar quisisteis, cayendo en la impiedad.
Veo ahora que os faltan motivos de canción
pues que emprendisteis tan loca razón.
Ya que razón tan descomunal
y que tan poco vale, emprendisteis,
me pesará que os salga bien
ante el Diablo, a quien obedecisteis.
Veo ahora que os faltan motivos de canción
pues que emprendisteis tan loca razón.
Vos no trováis como un provenzal
sino como Bernal de Bonaval;
y eso no es trovar natural
pues lo aprendisteis del Demonio.
Veo ahora que os faltan motivos de canción
pues que emprendisteis tan loca razón.
Y por ello, don Pedro, en mal momento
tanto bebisteis en Villa Real.
(*)Martín de Riquer. Historia de la literatura Universal.
Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.