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Nace una estrella
Nace una estrella presenta esas tendencias que chocan irremisiblemente en sociedades como la estadounidense
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Hay obras artísticas que llegan a reflejar de forma dialéctica la realidad, aun sin que se lo hayan propuesto sus creadores. El mérito de esos artistas –sean literatos, poetas, escultores, pintores, cineastas, etc.– consiste en captar la esencia contradictoria de la realidad –negativa y positiva, nueva y vieja, etc.–  para proponer una visión diferente de su fenomenología. Cuando decimos “no hay mal que por bien no venga”, estamos reconociendo que algo que es bueno trae consigo lo malo. Tal es el caso, por ejemplo, de los medicamentos que curan problemas gastrointestinales pero que al mismo tiempo “barren” la flora intestinal. La realidad es, querámoslo o no, dialéctica; lo bueno va acompañado de lo “malo”. En todos los fenómenos del universo rige la ley de la unidad y lucha de los contrarios. Si observamos con paciencia y detenimiento en cada fenómeno –físico, químico, biológico o social– actúan fuerzas contrarias que están en pugna constante pero se mantienen unidas. El día y la noche conforman al día completo, lo alto no existe sin lo bajo, lo claro sin lo oscuro, la vida sin la muerte, lo bello sin lo feo, etc. La pugna constante de los contrarios es lo que determina el desenvolvimiento de los fenómenos.

Pero estas ideas, que seguramente usted conoce, amable lector, vienen a cuento en esta colaboración porque me sirven para comentar un singular filme que presenta la dialéctica de una pareja de cantantes en cuya vida común se expresa el triunfo y el fracaso, el ascenso y el descenso, tanto en su vida profesional como en la personal y familiar. La cinta Nace una estrella se realizó en 2018 y recibió ocho nominaciones para los premios Oscar (mejor película, mejor actriz y mejor actor, entre otras); fue dirigida por el conocido actor y cantante Bradley Cooper. La cinta nos narra la vida de Jackson Maine (Bradley Cooper), cantante de música country, quien conoce en un bar neoyorkino a Ally (Lady Gaga) y establece con ella una relación sentimental. Jackson descubre el talento musical de Ally y la incorpora a sus conciertos. Ally llama la atención de un productor de altos vuelos en el mundo del espectáculo y la industria de la música. Pero mientras Ally asciende en este ambiente artístico, Jackson se hunde más y más en el alcoholismo y las drogas. La situación llega al extremo de que Jackson se convierte en una pesada loza para la vida y la carrera de su compañera. Intenta redimirse y asiste a un grupo de alcohólicos donde se “cura” después de algunos meses de rehabilitación. Pero la curación es solo aparente. En plena entrega de los Grammys –en la que Ally gana el premio a mejor cantante– Jackson sube al escenario y en pleno estado de ebriedad se orina, provocando un terrible escándalo. Se suicida ante la imposibilidad de superar sus adicciones.

Nace una estrella presenta esas tendencias que chocan irremisiblemente en sociedades como la estadounidense, en la que la línea que divide el éxito del fracaso es tan endeble que cualquier artista o ser humano puede traspasarla. Como dijo alguna vez el revolucionario ruso León Trotsky: “Los seres humanos nos podemos olvidar de la dialéctica, pero la dialéctica no se olvida nunca de los seres humanos”. 

 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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