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El título es De bende van Jan de Lichte (La banda de Jan de Lichte), una miniserie belga realizada en 2020, realizada por Johan Van den Driessche la cual nos narra de forma libre la vida del bandolero flamenco Jan de Lichte (Matteo Simoni). Antes de hacer la crítica a esta miniserie conviene señalar que, según las investigaciones sobre este personaje del folklor flamenco, se ha escrito que él fue un bandolero que en 1748 fue ejecutado, dado que no solo robaba, sino que fue autor de varios asesinatos. ¿Hasta dónde la miniserie para la televisión fabricó un personaje completamente ficticio, dadas las necesidades comerciales de la historia cinematográfica? En la miniserie Jan de Lichte, lejos de ser un simple criminal es un personaje que se enfrenta a la aristocracia y a la naciente burguesía; un personaje que logra aglutinar a los vagabundos, rateros, prostitutas y otros elementos de las clases oprimidas para realizar hurtos y repartirse de forma equitativa los botines que resultan de sus asaltos o de sus incursiones por la ciudad. Jan de Lichte, es presentado entonces como un Robin Hood de Flandes.
La miniserie consta de diez capítulos en los cuales se despliega una historia que logra atrapar el interés de los espectadores, pues Jan de Lichte no es el bandido inescrupuloso y ajeno a la lucha de hombres y mujeres que fueron expulsados de la ciudad por haber cometido algún delito y para sobrevivir se refugian en un bosque.
Pero la falta de rigor histórico en la miniserie es suplida por una ambientación social de buena factura, dado que se describe la sociedad flamenca del Siglo XVIII, en la que todavía no terminaba de morir el feudalismo y no terminaba de nacer el capitalismo y en la que los miembros de las capas más pobres, para sobrevivir al desempleo, a la miseria, al hambre y a las injusticias que cometían las clases adineradas y su gobierno, se veían compelidos a delinquir, y claro está esas mismas clases parásitas y esos mismos gobernantes castigaban con brutal ferocidad y convertían en proscritos a las víctimas de ese orden social, mientras que esas mismas clases dominantes robaban, mataban y hacían toda tipo de tropelías de forma impune. En una de las escenas de la miniserie aparece Jan de Lichte repartiendo el botín de un asalto y le dice a los que integran su numerosa banda que ese dinero robado es producto del trabajo de los mismos miembros de aquel clan de desterrados (aquellos bandoleros fueron empleados por la alcaldía y el capitalista más rico para construir una carretera que permitiera transportar mercancías y personas en menos tiempo, por aquellos años en Flandes empezaban a aplicar en la construcción de carreteras la tecnología inventada en Inglaterra que consistía en pavimentar con gravilla y arena revueltas con brea, o sea con asfalto). Si esa aseveración de Jan de Lichte fuese cierta, esto significaría que este personaje del paisaje folklórico flamenco, exponía –aunque fuese nebulosamente– la teoría materialista del valor como producto del trabajo y la existencia de la plusvalía como verdadera fuente del enriquecimiento de la clase capitalista.
En la miniserie, Jan de Lichte es ejecutado dos veces. En la primera, el verdugo encargado del ahorcamiento de Jan, hace trampa para que la soga no apriete y el “ejecutado” sobreviva. Pero Jan de Lichte cae en una emboscada del alcalde, quien logra que las tropas francesas persigan a la banda de Jan, la masacren, a él lo aprendan y, finalmente, sea ejecutado; en esta segunda ocasión nada puede salvar el héroe de la banda de ladrones del bosque. En Los ladrones del bosque se retrata la época en que el feudalismo está viviendo sus estertores de muerte en Europa occidental; el proletariado aún no representa la fuerza principal de las revoluciones. La historia de esa banda, sin embargo, evidencia la tragedia que viven los pueblos por la falta de organización y conciencia auténticamente revolucionaria.
Escrito por Cousteau
COLUMNISTA