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El socialismo soviético, desde que se consolidó, inició un cambio radical que coadyuvó a la formación educativa, deportiva y cultural de sus jóvenes. Para ello se crearon escuelas, institutos y universidades, que incluyeran dormitorios con capacidad para ocho y 10 mil moradores, así como comedores para los jóvenes de las regiones más retiradas de los 15 miembros de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Había una preocupación sincera por formar a un hombre nuevo, diametralmente opuesto al formado por el sistema capitalista. Cada universidad e instituto contaba, además, con salas de concierto, albercas, canchas deportivas, pistas de patinaje, museos, bibliotecas, clínicas, lavanderías, etc. Lenin, en primer lugar, y después Stalin, sabían que para generar grandes científicos, músicos, artistas, deportistas, etc., era necesario y fundamental crear las condiciones materiales e iniciar una campaña de alfabetización, pues en 1917 el 80 por ciento de la población era analfabeta.
Alexander Karp y Bruce Vogeli, de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, publicaron, en 2010, Russian Mathematics Education, History and World Significance, un libro lleno de información valiosa y testimonios vivos de matemáticos soviéticos sobre la educación matemática soviética que considero importantes compartir con usted, amable lector. El pedagogo soviético Alexander Aleksandrovich Abakumov sostiene que para formar a más de 20 millones de jóvenes que había en aquel tiempo, entre 1931 y 1936, el Comité Central del Partido Comunista emitió una serie de normas para todas las primarias y secundarias de la URSS, en torno a programas educativos, estructura de la clase, organización de la enseñanza, regulación interna, entre otros.
Esta reforma en la enseñanza revolucionó el sistema educativo soviético, pues fueron incluidos importantes aspectos de control, como el uso obligatorio del libro de texto para cada asignatura, centralización de la evaluación de los alumnos, aplicación del mismo examen para toda la población y una lucha incansable por parte de las escuelas y de los profesores para elevar el nivel de las matemáticas. En esta asignatura se tuvo mucho control, para que se respetara la estructura de la clase y comportamiento del profesor; se destinaron 15 minutos en cada clase para revisión de tareas: el maestro llamaba al alumno, tomaba su cuaderno y lo examinaba rápidamente, indicando sus errores, si eran menores. Si el maestro veía que los estudiantes necesitaban instrucción adicional, organizaba sesiones extraordinarias con los más atrasados. Los alumnos sobresalientes tenían tareas extracurriculares; y los alumnos atrasados asistían a clases adicionales hasta nivelarse. Sus estudios eran, además, organizados y supervisados por las organizaciones juveniles, como la Unión Comunista de la Juventud (Komsomol, por sus siglas en ruso) y/o Jóvenes Pioneros (ver Matemáticas en las escuelas secundarias. Materiales didácticos y metodológicos, de Elizabeta Berezanskaya, 1933). En el informe del Seminario de la junta escolar de inspectores sobre el sistema de enseñanza, trabajo metodológico y seguimiento del trabajo de los profesores en matemáticas (1954), se detalla cómo la revisión y presión sobre el estudio de las matemáticas dio como resultado que los alumnos dedicaran cinco o seis horas diarias de trabajo en sus casas. Los profesores también estaban sometidos a un estricto control; en primer lugar, el director y subdirector debían supervisar en todo momento las clases impartidas; en segundo lugar, la escuela y el personal eran sometidos a un control estricto por parte de los matemáticos especialistas en metodología; y por último, a una revisión estricta de los inspectores, muchos de ellos no poseían conocimientos matemáticos, pero eran acompañados por uno que sí los tenía. Los inspectores tenían la tarea de revisar el contenido matemático de las asignaturas y de que los maestros impartieran efectivamente sus clases. Si encontraban que el profesor no estaba suficientemente preparado, lo obligaban a realizar cursos formativos; y si éste se resistía, era despedido.
De 1940 a 1949, el nivel de exigencia se volvió más demandante, como lo relata un metodólogo del Instituto de Educación Continua de Maestros de la Ciudad de Leningrado, en el informe La junta escolar de inspectores sobre el sistema de enseñanza, trabajo metodológico y seguimiento del trabajo de los profesores en matemáticas (1949): “en 1940, los exámenes de décimo grado en álgebra (segundo año de preparatoria en México) contenían problemas que obligaban a los estudiantes a formular una ecuación cuadrática con coeficientes enteros y no se les pedía que proporcionaran una explicación detallada y una derivación de la ecuación, ahora (1949) se les obliga a dar una explicación detallada de la solución y obtención de la ecuación, y no solamente a aquéllos de décimo grado, sino también a los del séptimo grado (segundo de secundaria en México). Antes no se pedía a los alumnos explorar las soluciones de un problema algebraico, ahora sí y de una forma bastante seria. Antes los problemas de geometría se resolvían sin justificación, ahora la explicación de un problema determina la calidad de la solución”. En los últimos años, señalaba aquel metodólogo, la atención a las cuestiones teóricas en el curso había aumentado y se estaban haciendo cambios de manera más consciente en todas las secciones del curso. Los ejercicios orales, que nunca antes se habían implementado, prosigue el autor, se han convertido, ahora, en una práctica estándar en todas las secciones de matemáticas para un gran número de profesores. En efecto, este método de evaluación continúa implementándose actualmente, pues los exámenes son orales en Rusia. Hay dos tipos de exámenes: uno escrito y otro oral. Este último es el que determina la calificación del alumno, mientras que el primero mide solamente su capacidad en la resolución del problema; pero es necesario resolver correctamente todos los ejercicios del primero para tener derecho al segundo.
En el gobierno de Nikita Jruschov, los jóvenes, además de estudiar, fueron incorporados al trabajo productivo industrial o agrícola, como lo constata Frank Swetz en su Socialist Mathematics Education (1979). Con este nuevo enfoque educativo, las matemáticas se consolidaron y se reforzaron con los importantes logros tecnológicos de finales de los años 50 y principios de los 60, como el lanzamiento del satélite Sputnik I en 1957, y el primer vuelo espacial, tripulado en 1961 por Yuri Gagarin. Por ello se consideró necesario impulsar a alumnos sobresalientes, no solo en matemáticas y ciencias, sino también en música y artes, lo que supuso la aparición de las primeras escuelas internado especializadas en física y matemáticas, creadas por Andrey Kolmogórov y Evgeny Dynkin, y escuelas por correspondencia en matemáticas, fundadas por Israel Gelfand. Entre 1930 y 1985 la educación extracurricular y extraordinaria dotó a los jóvenes soviéticos de una formación matemática de especial relevancia, consiguiendo despertar el interés generalizado de la población hacia las matemáticas. Fue así como la URSS produjo una gran cantidad de matemáticos y físicos, mundialmente reconocidos, fruto de la reforma educativa soviética que comenzó después de 1930.
Para terminar, citaré textualmente el testimonio del matemático Boris Polyak, que viene en su artículo History of mathematical programming in the USSR: analyzing the phenomenon (2002): “había buenas tradiciones en la enseñanza de las matemáticas. A menudo, el nivel de la educación matemática en las escuelas secundarias soviéticas era superior a la de Estados Unidos (y actualmente lo sigue siendo). Para los estudiantes de secundaria y preparatoria con talento, existía un sistema específico de entrenamiento matemático basado en círculos matemáticos supervisados por estudiantes y profesores universitarios. Cada año se organizaban olimpiadas matemáticas de varios niveles. Siempre recuerdo con deleite uno de esos círculos (dentro de la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú) y las olimpiadas matemáticas de Moscú; dieron forma a mi futuro profesional. Los departamentos de matemáticas en algunas universidades fueron muy notables. Por ejemplo, en el departamento de matemáticas de la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú en la década de 1960, la concentración de destacados matemáticos del siglo XX no tenía comparación con el resto del mundo, pues entre ellos se encontraban Andréi Kolmogórov, Izrail Gelfand, Lev Pontriaguin, Pável Aleksándrov, Andréi Tíjonov, Lazar Lyusternik, Vladímir Arnold, Yuri Manin, Serguéi Nóvikov, Yákov Sinái, Roland Dobrushin”. Cuenta Boris Polyak que aquellos matemáticos presidían seminarios en el que muchos estudiantes universitarios participaban. Era una oportunidad excepcional para conocer a esas figuras legendarias e involucrarse en las investigaciones, concluye él.
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Escrito por Romeo Pérez
Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.