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Un viaje en el metro de cualquier ciudad del mundo es normalmente tedioso, estresante y monótono; pero en el de Moscú es una experiencia única porque aparte de que es uno de los sistemas de transporte más eficientes ofrece a sus usuarios la oportunidad de deleitarse con verdaderas pinturas de la famosa galería Tretiakov en algunos de sus vagones y en sus estaciones mosaicos, bajorrelieves, murales, esculturas, candelabros propios de mansiones y más de 20 variedades de mármol provenientes de Armenia, Ucrania, Usbekistán, Georgia, Los Urales y la República de Altái.
La Elektrozavodskaya se encuentra entre las 44 estaciones del metro moscovita catalogadas como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO). Se localiza a 31.5 metros de profundidad y está dedicada a los trabajadores de la planta eléctrica Valerián Vladímirovich Kúibyshev, comisario de alto rango del Ejército Rojo durante la Guerra Civil rusa. Hace honor también a los soldados que participaron en la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) y a los campesinos que se dedicaban a la agricultura y a la crianza de animales.
La majestuosa estación fue producto del trabajo conjunto de Vladímir Alekseyevich Shchuko, Vladímir Gueorguievich Gelfreikh e Igor Evguénievich Rozhin, arquitectos muy reconocidos en la época estalinista. La muerte de Shchuko y el inicio de la Segunda Guerra Mundial suspendieron temporalmente su construcción y fue utilizada como refugio; afortunadamente el trabajo se reanudó tan pronto como fue posible y la estación se inauguró el 15 de mayo de 1944. Dos años después los arquitectos Gelfreich y Rozhin recibieron el Premio Stalin por su monumental obra.
El vestíbulo de la entrada tiene forma hexagonal y cada esquina está decorada con medallones con la efigie de los científicos que contribuyeron al desarrollo de la ingeniería eléctrica. El recorrido comienza con el pionero en el estudio de la electricidad, el británico William Gilbert, quien aparece con una bola de ámbar en la mano derecha; le sigue el inventor estadounidense Benjamín Franklin con su pararrayos; posteriormente está el ruso Mijail Vasílievich Lomonósov con pluma y papel en las manos, describiendo la teoría general de la electricidad; después el físico y químico británico Michael Faraday, quien aparece con un generador homopolar y, finalmente, los ingeniero rusos Pavel Nikoláievich Yáblochkov, con una lámpara en la mano izquierda, y Alexander Stepánovich Popóv con un prototipo de maquina eléctrica a su lado. Afuera del vestíbulo se encuentra la composición escultural Constructores del metro en la mina, dedicada a tres trabajadores con sus respectivas herramientas. El conjunto fue hechura del artista Matvéi Genrikhovich Mánizer, considerado uno de los más sobresalientes escultores soviéticos y autor de las célebres piezas escultóricas de la estación moscovita Plóschad Revolutsii.
La plataforma sobre la que pasan los trenes está adornada con mármol rojo de Georgia, el cual contiene restos fósiles de moluscos cefalópodos, conchas de braquiópodos y bivalvos, nautilos, amonitas, belemnitas y agujas de erizo y lirios de mar, correspondientes al periodo Jurásico. Por su parte, las imponentes columnas de la sala están revestidas con mármol blanco y sobre ellas están instalados 12 bajorrelieves del escultor soviético Gueorgui Ivánovich Motovílov, laureado en 1950 con el Premio Stalin de primer grado; el piso está adornado con granito gris y negro simulando un tablero de ajedrez, y en los bordes del “tablero” hay mármol rosa y amarillo de Crimea; a los costados de la sala hay bancos de tres metros de largo para sentarse. El techo está decorado con seis filas de lámparas circulares con un total de 282 focos.
La estación Elektrozavodskaya no sólo resalta la vida laboral de los trabajadores de la fábrica Kúibyshev, donde se crearon varios equipos de transformadores y reactores, sino también la vida de la clase obrera soviética en general. Por ello en las columnas de la sala principal hay bajorrelieves dedicados a albañiles, herreros, mineros, obreros elaborando focos, criadores de animales y recolectores de trigo; hay, asimismo, personas que fabrican artefactos explosivos y soldados que defendieron a Moscú del asedio nazi.
En resumen: las estaciones del metro moscovita y las demás reflejan el avance cultural y científico del pueblo soviético, en cuyo periodo histórico se demostró al mundo entero que una mejor sociedad es posible.
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Escrito por Romeo Pérez
Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.