En el municipio de Oriental, estado de Puebla, durante muchos años se sintió la falta de espacios para cursar la educación secundaria. Para subsanar la falta de una institución de este nivel, padres de familia, ejidatarios y líderes sociales se dispusieron a crear una escuela desde los cimientos en beneficio de los estudiantes. A pesar de la necesidad, las autoridades municipales y de educación rechazaron el proyecto; aun así, la escuela sigue en pie. 

En 2019, por iniciativa de los hermanos Raymundo y Manuel Hernández Loaiza –oriundos del municipio de Oriental–, se impartió un curso de regularización para estudiantes de matemáticas en su hogar con la asistencia de 35 jóvenes. 

Después de dos años apoyando a la comunidad con cursos de regularización, padres de familia acercaron a sus hijos y, tras el incremento en la asistencia, lograron que les prestaran un departamento. En 2021 inició la Secundaria Técnica Nueva Creación, con el respaldo de la Secundaria Técnica 97 de Libres; durante el primer año asistieron más de 50 jóvenes.

Cuatro maestros impartían las clases, pero tuvieron que desalojar el departamento; entonces, don Ignacio Flores prestó el patio de su hogar, donde continuaron el proyecto con lonas y butacas prestadas.

“Vimos la necesidad real de nuestras familias; las condiciones de la educación en nuestro municipio no son las adecuadas, no hay acceso desde preescolar hasta nivel bachillerato. En ese año (2019) nació la inquietud porque muchos de nuestros hijos tuvieron que salir fuera del municipio para poder estudiar la secundaria. Sólo aquellos que tienen la posibilidad económica de pagar pasajes y todo lo que se consume y necesita para poder mandar a sus hijos a estudiar fuera, lo hicieron; los que no, pues ni modo”, relató a buzos el ingeniero Luis Manuel Hernández Loaiza.

Luego de realizar las gestiones necesarias ante la Secretaría de Educación Pública (SEP) estatal, la respuesta de la dependencia fue que no había más espacios en el municipio; los había, pero en otras comunidades. 

“Hay espacios, pero ya no en Oriental; hay en Miravalles, Santa Cruz, San Antonio Mireyes”, citó Luis Manuel la respuesta de la SEP que ocasionó la primera inconformidad, porque en el municipio de Oriental, siendo cabecera municipal, “nuestros hijos tengan que irse a una comunidad o a otros municipios para poder estudiar”, narró Hernández Loaiza.

Además, al reducido acceso a escuelas se sumó una baja calidad educativa en los centros escolares ya existentes; por eso, a partir de diciembre de 2019, los vecinos decidieron resolver esta necesidad y, con el paso del tiempo, el proyecto de una escuela secundaria en Oriental cobró fuerza.

“Buscamos alternativas, ¿cuáles serían de mayor facilidad? Ya se cuenta con una telesecundaria y una secundaria general, por lo que surge la necesidad de una Secundaria Técnica porque también el municipio posee la particularidad de tener una fuerte actividad económica agrícola, la producción pecuaria y la industria de comercio y de alimento. Es decir, el municipio cuenta con las condiciones para que se instale una Secundaria Técnica; así los niños, al salir de la primaria e ingresar a la Técnica, podrían acceder al conocimiento de la producción de alimentos, el trabajo y el desarrollo del campo. De esto partió nuestra solicitud de una Secundaria Técnica para nuestro municipio”, añadió.

Lamentablemente, el proyecto no ha recibido el apoyo necesario de las autoridades municipales. Acudieron ante el expresidente municipal, Guillermo Pozos Juárez, quien reconoció que existían espacios para instalar la Técnica; sin embargo, se negó rotundamente a brindar respuesta durante los tres años de su administración.

También solicitaron a la Primaria Ricardo Flores Magón que permitiera impartir las clases en sus aulas, pero la Supervisión Regional se negó y envió la directriz a las instituciones del municipio para que no prestaran las instalaciones al proyecto educativo. Lo mismo pasó en la Primaria Enrique Rébsamen.

Con el actual edil José Alejo González Carreón, tampoco ha habido apoyo. Su administración difundió que, con la Secundaria de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en la Ciudad Militar, el proyecto se iría abajo, pero no fue así. “Ha habido mucha problemática con las autoridades locales, no nos han apoyado. De hecho, la demanda de nuevo ingreso a la Técnica se ha ido incrementando. Hijos de los militares vienen a nuestra escuela, contrario a lo que esperaban. Ya salieron dos generaciones; y pues ya veremos cuántos llegan en el nuevo semestre”, comentó don Raymundo.

Un grupo de campesinos, liderados por don Carmelo González, al notar las precarias condiciones en las que los estudiantes estaban educándose, se dispuso a plantearlo a los ejidatarios (son más de mil en el municipio); logrando que una parte considerable de ellos aceptara prestar un salón perteneciente al ejido y en el que actualmente se encuentra la escuela, relata don Raymundo.

Carmelo González contó a buzos: “fui a dar una vuelta porque teníamos una reunión con don Raymundo; y me di cuenta de que tenían un enlonado, pero no había visto a los alumnos. Me fui a asomar, estaban ahí los niños, estaba corriendo aire y les volaba sus cuadernos. Había más de 40 niños ahí. Entonces fui con un compañero que también es ejidatario y le dije que había unos niños estudiando en el patio de don Nachito; nomás que tiene lonas. Él fue quien hizo un oficio y acudimos con los demás ejidatarios para que nos firmaran y pudieran pasar la escuela para acá”.

Hasta septiembre de 2024, ninguno de los dos alcaldes que han dirigido al municipio en esos periodos, han intervenido.

El respaldo a un proyecto educativo 

La Secundaria Técnica Nueva Creación subsiste de las gestiones que docentes, alumnos y padres de familia realizan y de las cooperaciones voluntarias. Sus instalaciones son un salón ejidal donde, con tarimas de madera donadas por empresas de la zona, se “dividen” los salones. Gracias a la donación de instituciones como la Universidad de Oriental, se han conseguido butacas, pizarrones y pintura para el mantenimiento del inmueble.

Don Celso Carmona Romero, ejidatario, donó un terreno de su propiedad para que se construyan las instalaciones tan necesarias para este proyecto. Pero buzos no tuvo la oportunidad de entrevistarlo por sus delicadas condiciones de salud.

En el trabajo docente participan siete docentes, la más antigua es Marce Arrollo Espíritu, licenciada en lengua extranjera: “llegué hace tres años, me enteré que había una vacante, vi las carencias y las pocas posibilidades que tenía el proyecto. El ímpetu que tenía por ayudar fue lo que hizo que me quedara. La primera generación empezó en un patio y no se podía dar clases porque los grupos estaban juntos, el espacio era pequeño y lo que decía aquí, lo escuchaba el salón de allá. Y pues así nos la llevamos en la temporada de frío y lluvia”.

La matrícula creció y ahora se complica impartir clases porque no tienen salones; para resolver provisionalmente el problema, han adaptado un espacio como aula. Con el paso de los años, la demanda se incrementó; y en el presente ciclo escolar se sumaron más estudiantes, “esto es gracias a que la gente reconoce la calidad de nuestro trabajo, de nuestra disciplina, nuestros talleres y por eso optan por enviarlos para acá”, agregó la docente.

Los padres de familia decidieron aportar una cuota voluntaria para el pago de docentes, que reciben un sueldo de mil 500 pesos a la semana, con el que solventan sus gastos de transporte –pues no viven en el municipio–, sus comidas y demás; el sueldo ordinario de un docente de Secundaria Técnica, según la página del Gobierno Federal, es de ocho mil 900 pesos.

“Nos coordinamos para realizar colectas económicas en las escuelas del municipio y de municipios cercanos que nos lo permiten, de ahí resolvemos las necesidades de la escuela como material didáctico, de aseo, etc. Nos hemos dado a la tarea de crear una tiendita, actividades recreativas de temporada para generar recursos y varias actividades que nos ayuden a cubrir las necesidades de la escuela”, reveló la docente Aline Pérez Fernández.

De la secundaria ya egresaron dos generaciones, cuenta con una matrícula de 140 y para el semestre actual ingresaron 51 jóvenes.

Pese a la carencia de recursos y a las difíciles condiciones, la escuela sigue, el motor son sus alumnos. “Por ellos nos quedamos, ellos son el motivo fundamental por el que estamos acá. Es difícil desprenderte de esto”, aseguró Pérez Fernández.

“La posibilidad de ayudar, de apoyar, de contribuir; te encariñas, eso es lo que te mantiene. Y uno, pues, la pasa difícil por la cuestión económica, pero llega y ve a los chicos y ve la escuela y uno piensa: puedo ayudar, puedo contribuir y aquí seguimos, poniendo nuestro granito de arena en este proyecto”, agregó la maestra Arrollo Espíritu.

Para subsanar las necesidades de la escuela, los docentes y los padres de familia han realizado las gestiones ante las autoridades correspondientes para que sea otorgada la clave de registro. La ultima gestión fue ante el gobernador del estado, Sergio Salomón, “a quien le entregamos un oficio en sus manos solicitando nuestra clave, pero hasta el momento no nos la han otorgado”, comentó la maestra.

Mientras tanto, la institución ha funcionado registrando a los estudiantes en escuelas cercanas, lo que ha permitido el egreso de dos generaciones.

“Fuimos la primera generación, y primero fue en línea por el Covid-19, luego nos tocó estar en el departamento donde sólo había un baño para todos, después en el patio de don Nacho y ahí estuvimos en temporada de frío; sufríamos, las cosas se nos volaban y era incómodo; pero nos acostumbramos y también en el salón del ejido. La verdad es que, pese a las condiciones, recibimos educación de calidad. Y lo vemos ahora que estamos en el bachillerato (por la falta de lugares, igual tuvimos que irnos a otros municipios); pero sí estamos más avanzados teóricamente. Además, en las escuelas donde estudiaron otros compañeros, no les daban clases de danza, banda de guerra, poesía, ajedrez ni nada de eso. Y a nosotros sí, independientemente de las condiciones de nuestra escuelita, sí teníamos esas materias”, comentó a buzos la exalumna Brenda Michell Cortés Carmona.

Otra de las alumnas de la segunda generación, Zahory Hernández Castañeda, dice que cursó sus estudios en la escuela porque sus padres confiaron en el proyecto: “siempre nos enseñaron a participar para resolver las necesidades de nuestra escuela”, explicó. 

Luis Roberto Ramón Castillo, otro de los estudiantes, asegura que sus padres se convencieron de enviarlo a la escuela luego de escuchar buenos comentarios, “y sí nos dimos cuenta de que enseñan bien. Nos gustó mucho la convivencia, siempre nos enseñaron a ser solidarios entre nosotros, a ser muy unidos, a cuidarnos entre todos”.