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No se tiene memoria del levantamiento de un censo realizado con tan asombrosa rapidez como el Censo de bienestar ordenado por el Presidente de la República en octubre de 2018, apenas tres meses después de resultar electo y a punto de concluirse en estos días, según declaraciones del titular del Ejecutivo. En menos de cinco meses se habrá realizado esa ardua tarea, similar al Censo de Población 2020, que el Inegi está a punto de iniciar y cuya realización implica, a decir del director de este organismo, la participación de toda una estructura de encuestadores, la implementación de una prueba piloto y la aplicación de una metodología científica para obtener datos precisos sobre muchos aspectos poblacionales y que es un proceso que lleva muchos meses para concluirse satisfactoriamente. Ninguna de estas características está presente en el Censo de Bienestar que, entonces, vendría a ser un ejercicio improvisado más de los que hemos visto en los últimos meses.
Entrevistados por buzos, especialistas en el tema, legisladores, funcionarios y directivos de asociaciones civiles han manifestado que, en realidad, el mencionado Censo no tiene como objetivo detectar la problemática social para atender las necesidades de las grandes mayorías y contribuir a su bienestar, como presumen sus promotores; lejos de aplicar una metodología con rigor científico, solo pretende la elaboración de un padrón de beneficiarios de los programas asistencialistas del nuevo gobierno, que ha desechado toda la información existente en las dependencias federales hasta antes de tomar posesión. Algunos afirman, incluso, que en realidad el censo tiene como propósito fundamental asegurar el voto a favor de los candidatos del partido en el poder en las próximas elecciones federales, a realizarse en 2021; así se explicaría la premura con que se levantó.
Para asegurar que los resultados políticos le sean favorables, el Gobierno Federal puso en acción a miles de miembros del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), quienes seleccionaron discrecionalmente a las familias y comunidades donde consideraron prioritario distribuir los ampliamente promocionados programas de transferencia monetaria directa. El Censo de Bienestar se convierte así en un instrumento de control electoral, en un mecanismo clientelar para garantizar la permanencia de Morena en la Presidencia y ampliar su poder, consiguiendo el triunfo en otros niveles de gobierno (estatal y municipal) y en todo el territorio nacional. Así, Morena se anticipa a todas las demás fuerzas políticas, adelanta sus jugadas y se prepara anticipadamente para las próximas contiendas.
Este censo electorero no es más que la manifestación de la principal característica del partido de AMLO, es una continuación de la prolongada campaña transexenal que lo llevó finalmente a ocupar la silla presidencial; obsesionado por asegurar su permanencia en el poder, dedica todos los recursos disponibles a prometer dinero en efectivo en una compra masiva de voluntades inédita en la historia del México moderno.
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Escrito por Redacción