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México se encamina hacia el punto más alto de la tercera ola de contagios de la pandemia de Covid-19; pero al inicio del mes de agosto, solamente el 20 por ciento de la población había recibido la primera dosis de la vacuna contra el SARS-COV2 (poco más de 25 millones) y los niños y adolescentes seguían sin esta protección. A pesar esto, el Gobierno Federal se empeña en su irracional llamado a regresar a las clases presenciales.
En algunas entidades federativas, las escuelas sufrieron mayores daños, tienen más carencias y el peligro de contagios es mayor; sin embargo, el llamado a retornar a las aulas no considera diferencias, es general. Los inconformes manifiestan que lo han señalado al gobierno, pero no han sido escuchados; aquí también está presente la sordera de la “Cuarta Transformación” (4T).
Las opiniones contrarias al regreso a las clases presenciales, programado para el 30 de agosto, varían desde las más serias y argumentadas hasta las más radicales, agresivas y a veces francas y certeras, como algunas difundidas en las redes sociales (“benditas redes”, decía AMLO, cuando éstas fueron factor importante de su triunfo electoral).
Son muchas las críticas de organizaciones magisteriales, estudiantiles y de padres de familia que fundamentan su oposición a la vuelta a las aulas y expresan numerosas objeciones relacionadas con los dos principales y más graves problemas de la situación actual: primero, no haber sido vacunada la mayoría de los alumnos y maestros de todo el país; segundo, las condiciones en que se encuentran las escuelas después de permanecer abandonadas durante año y medio.
En realidad, es aparente la división entre quienes se oponen terminantemente al regreso a clases presenciales y los que están de acuerdo en retornar a las aulas pero garantizando la seguridad de la comunidad escolar; ambos coinciden en que para ello son indispensables la vacunación de alumnos y maestros, la reparación de los daños sufridos por las escuelas durante lo que va de la pandemia y la entrega del equipo mínimo de higiene y servicios sanitarios; pero como todo esto no podría realizarlo la 4T para fines de agosto, ambos grupos se oponen totalmente a la orden presidencial de regresar a las aulas “llueva, truene o relampaguee”.
Una tercera corriente, que apoya incondicionalmente al gobierno de López Obrador, rechaza irracionalmente el análisis científico, las recomendaciones internacionales y la experiencia de países que luchan exitosamente contra la pandemia, aunque estos hechos respalden la posición de quienes se niegan a arriesgar la salud y la vida de niños y adolescentes al obedecer la orden presidencial. Nuestro Reporte Especial de esta semana recoge la posición de los inconformes, que elevan su voz contra el autoritarismo, la irresponsabilidad y la insensatez del gobierno de la 4T.
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Escrito por Redacción