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Nuestra arma: la poesía
El sistema ha lanzado sus armas, pero los poetas también: ahí están sus poemas, pensados para los hombres de manos callosas por el trabajo, para aquellos parias de la tierra, para los olvidados, para los pequeños.
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Los poetas son artistas de la palabra. La poesía es la palabra artísticamente utilizada para provocar los sentimientos más bellos en los hombres, las emociones más hondas, los pensamientos más profundos. En 1937, el gran poeta español Miguel Hernández publicó un libro titulado Viento del pueblo. La dedicatoria de la obra a su amigo Vicente Aleixandre es la muestra genial de un gran maestro en las letras: “A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres. […] Nuestro destino es parar en las manos del pueblo. Solo esas honradas manos pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante. Aquel que se atreve a manchar esas manos, aquellos que se atreven a deshonrar esa sangre, son los traidores asesinos del pueblo y la poesía, y nadie los lavará: en su misma suciedad quedarán ciegos. […] Los poetas somos vientos del pueblo: nacemos para pasar soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendida al pie de cada siglo”.

Desde que el hombre creó al lenguaje para comunicarse y entenderse, se posibilitó la creación poética y son muchos los poetas que han llenado al mundo con su lenguaje cargado de belleza y verdad. Una cualidad destaca entre un grupo de poetas y es que han estado con el pueblo porque saben que de ahí recogieron los cimientos de sus escritos, historia, vida diaria, sueños, ansias de libertad, deberes, tristezas, agonías, errores, derrotas, triunfos y, sobre todo, su trabajo. Sí, del trabajo humano, que nos constituye. Otto René Castillo, Pablo Neruda, José Martí, Gregorio de Gante, Cervantes, Goethe, Schiller y muchos más, nunca olvidaron que la poesía “es el reflejo más profundo del alma de un pueblo”.

Sin embargo, el mundo ha olvidado a la poesía. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué se lee poco a los poetas? ¿Por qué ya no se declaman sus versos? El dominio económico de una clase social sobre otra también afecta al arte que ha creado la humanidad: se convierte, como todo lo demás, en una mercancía más. Ahora hay que comprarla y solo unos cuantos tienen la posibilidad de hacerlo.

El sistema capitalista ha creado un sistema de educación que obnubila a la gente; somete ideológicamente al pueblo para que no considere que para vivir dignamente no hace falta solo pan, sino también poesía. Los medios de comunicación masiva son un mecanismo efectivísimo para cegar a los seres humanos. En México, por ejemplo, somos campeones de tiempo perdido viendo la televisión y escuchando la radio: tres horas y una hora con 45 minutos, respectivamente. Y, por si fuera poco, ¡ahora están las redes sociales! De los 131 millones de mexicanos, por lo menos 88 millones son “usuarios activos de redes sociales”: casi el 70 por ciento de la población. También somos campeones en el tiempo dedicado a “consumir e interactuar en Internet”: ocho horas con un minuto.

El sistema ha lanzado sus armas, pero los poetas también: ahí están sus poemas, pensados para los hombres de manos callosas por el trabajo, para aquellos parias de la tierra, para los olvidados, para los pequeños. Que la poesía sea también un arma en la lucha por la justicia y la libertad. 


Escrito por Vania Mejía

COLUMNISTA


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