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La historia silenciada de Estados Unidos (séptima parte)
El heroísmo del pueblo soviético se expresó en el hecho de que millones de mujeres y adolescentes –los hombres estaban en los frentes de batalla– tuvieron que trabajar jornadas de hasta 16 horas para lograr las cuotas de producción necesarias.
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“Haría falta un León Tolstoi para describir la gran gesta heroica del pueblo soviético en la Segunda Guerra Mundial”, afirma el narrador del documental de Oliver Stone. Y así como el gran escritor ruso describió la gran gesta realizada en 1812 cuando, en la famosa Batalla de Borodino, los rusos vencieron los afanes de conquista de Napoleón Bonaparte, quien en ese entonces estaba a la cabeza de Francia, la primera superpotencia militar del mundo. El autor de la estrategia de resistencia a los nazis y luego de la contraofensiva soviética fue el general ruso Guergui Konstantinovich Zhukov. El documental describe las numerosas batallas de resistencia que los soviéticos debieron realizar durante casi tres años en Leningrado, lapso durante el cual perdieron la vida cerca de un millón de soldados y habitantes de esta ciudad, muchos de los que, por orgullo patriótico, se negaron a abandonarla. El gran compositor y pianista soviético Dimitri Shostakóvich compuso su 7ª Sinfonía, en aquellos aciagos días de Leningrado, con la que da expresión artística a la lucha del pueblo ruso contra la barbarie nazi. Esta sinfonía, la más larga de su creador, se ejecutó primero en Samara y luego en Leningrado, en el ámbito de un feroz asedio de la artillería y la aviación nazi, que se obstinó en entorpecer tanto una reunión de la plana mayor del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que en acallar a Shostakóvich, ya que trataron de bombardear el teatro donde se efectuaba la obra musical. Sin embargo, el cerco militar duró mucho y la mayoría de músicos de esa orquesta murió de hambre. La enorme e importante colección de arte del Museo del Hermitage fue trasladada a los Urales y los nazis no pudieron robarse ninguna de estas obras como lo hicieron en otros países invadidos.

Convencido Stalin de que Occidente jamás abriría un frente y que sus “aliados” no querían encarar el poderío nazi en el teatro de guerra de Europa, organizó la mayor emigración humana de la historia: trasladó a más de 10 millones de soviéticos a Asia Central, Kazajastán y Siberia. En estas regiones, la URSS realizó una segunda revolución industrial, de magnitud mayor a la efectuada por la revolución bolchevique entre 1917 y los años 30. En 1943, la URSS podía medirse industrialmente con cualquier potencia capitalista y superaba la producción industrial de la misma Alemania. El heroísmo del pueblo soviético se expresó en el hecho de que millones de mujeres y adolescentes –los hombres estaban en los frentes de batalla– tuvieron que trabajar jornadas de hasta 16 horas para lograr las cuotas de producción necesarias para enfrentar a la mayor maquinaria de guerra de la historia mundial. En esos años, la URSS produjo 40 mil tanques D34, superiores a los Panzer de Alemania y 33 mil aviones de combate, también superiores a los alemanes. El patriotismo soviético no ha tenido ningún parangón en la historia; los trabajadores entregaron al Estado soviético todo lo que poseían de valor: joyas, medallas, etcétera.

Sin embargo, en todos los sitios ocupados por los nazis en la URSS, la aniquilación fue casi total, pues lo mismo asesinaron a gente inocente que a los sospechosos de actuar en su contra, como fue el caso de los partisanos –guerrilleros– quienes contribuyeron a sacar de combate al 10 por ciento de las fuerzas nazis. En Ucrania murieron cinco millones de personas y Bielorusia perdió un 25 por ciento de su población, tan solo por citar algunos de los ejemplos más costosos del exterminio provocado por los alemanes hitlerianos en la URSS.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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