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Cada año, las lluvias provocan inundaciones, desborde de arroyos y ríos, enfermedades, árboles caídos, pérdida de automóviles y cosechas agrícolas en el estado de Michoacán; sin embargo, las autoridades locales no han conformado proyectos para prevenir estos siniestros.
La intensidad y prolongación de los fenómenos meteorológicos se ha incrementado en las últimas dos décadas debido al cambio climático; y la ausencia de infraestructura hidráulica preventiva se resiente mucho en algunas entidades del país, donde las tormentas tropicales golpean en el verano y otoño.
Michoacán forma parte de la región Centro Occidente de la República Mexicana, la cual cuenta con una importante red fluvial, cuyas arterias principales son los ríos más grandes del país: Lerma y Balsas.
En el XXI Encuentro Nacional sobre Desarrollo Regional en México se advirtió que Morelia, capital de Michoacán, está muy expuesta a altos riesgos de los desastres hidrometeorológicos que perturban el bienestar social, calidad de vida y economía de sus habitantes.
Estos riesgos se deben a la mayor intensidad de los fenómenos naturales, a las malas prácticas de desarrollo urbano caótico y al incumplimiento de las autoridades locales con la creación de la infraestructura hidráulica necesaria para evitarlos.
Según un análisis de la Revista de Geología Aplicada a la Ingeniería y al Ambiente, la cuenca del lago Cuitzeo, localizado al norte de Morelia y que ocupa una superficie cercana a cuatro mil kilómetros, es una de las áreas con mayores riesgos de afectación fluvial anual.
Ello se debe a que a los ríos Grande y Chico, los más grandes de la región y que atraviesan Morelia, rebasan su nivel de agua en la temporada de lluvias e inundan las colonias que crecieron en sus riberas y en los cauces de arroyos.
La permisividad a la ocupación de espacios ribereños y la ausencia de infraestructura hidráulica preventiva en Morelia, y en otras ciudades de Michoacán, están propiciando que las lluvias extremas causen anualmente más daños a personas y bienes socioeconómicos
Alfonso Martínez y sus proyectos
En 2017, durante su primer periodo en la alcaldía de Morelia, el ingeniero y exdiputado del Congreso de Michoacán, Alfonso Martínez Alcázar, acondicionó las banquetas del centro de Morelia con la infraestructura necesaria para el uso de personas con discapacidad, y adultos mayores, con una inversión de siete millones 500 mil pesos provenientes del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).
La nueva estructura de las banquetas ha provocado la inundación de las calles; y ahora se ven afectados no solo sus beneficiarios de entonces, sino también otros peatones, los comerciantes y los turistas.
El 30 de julio de 2019, Raúl Morón Orozco, el nuevo alcalde de la ciudad, responsabilizó a Martínez Alcázar de propiciar que las inundaciones fueran mayores y de que ahora lleguen, incluso, a los portales del Centro Histórico de Morelia.
Morón Orozco explicó que, en la calle Ignacio Zaragoza, se cambió la inclinación y que en lugar de que el agua corra hacia el norte, lo haga hacia el sur y provoque los encharcamientos que hoy se forman en la avenida Madero. Lo mismo ocurre en la calle Allende, situada atrás de la Catedral, en el paso peatonal de la cerrada de San Agustín, donde la corriente se dispersa hacia los portales de Matamoros y Allende.
La causa principal de los encharcamientos radica en que las coladeras instaladas en 2017 son más angostas y tienen menor capacidad para desahogar el agua de lluvia.
Karla Álvarez, empleada de una zapatería en Allende, dijo a buzos: “normalmente, en estas fechas esta calle se inunda. Todos pensamos que es por el reductor de velocidad que pusieron para cruzar de la plaza de armas a la cerrada de San Agustín; el reductor o paso peatonal con la altura que tiene hace que se estanque el agua por los dos lados y que ésta no corra. Además, las coladeras, que hay no son muchas; se inunda esta calle y se inunda la cerrada; parece una alberca, porque se llena de agua a veces más arriba del nivel de la banqueta y el agua no corre”.
El pasado 1° de junio, Martínez Alcázar, de vuelta en la alcaldía de la capital, aclaró: “pese a que ya se han limpiado prácticamente al 100 por ciento los ríos y drenes de la ciudad, Morelia no se encuentra exenta de riesgo de inundaciones”; además, advirtió que está considerando la ejecución de otras obras para prevenir riesgos de inundación en la ciudad.
“El centro se inunda porque, desde que Poncho Martínez hizo su movedero de calles en el centro, se hizo un caos. Parte de las calles eran más amplias y eso permitía que el agua fluyera; pero ahora están amplias de un lado y reducidas del otro, por eso se encharca el agua; aparte, los reductores de velocidad sí hacen su función para lo que es, pero están mal puestos porque ahí se junta el agua y luego ni los carros ni la gente pueden pasar. Y, sí, todos nos mojamos”, lamentó José Martín Villa, habitual transeúnte del Centro Histórico de Morelia.
Inundaciones en otros municipios
Escuchar la lluvia desde un sofá puede ser muy relajante, pero no para quienes la caída del agua genera alerta porque saben que, en cuestión de minutos, su casa puede inundarse, amenazar a su familia y destruir sus bienes.
La Coordinación Municipal de Protección Civil informó, en junio pasado, que hubo afectaciones en las colonias Prados Verdes, Carlos Salazar, las avenidas Camelinas y Periodismo, en otros distribuidores viales y en la salida a Quiroga, después de una noche lluviosa.
Las inundaciones fueron hasta de un metro de altura en varias zonas de Morelia, así como en otros poblados, entre ellos San Isidro Itzicuaro, Rafael Carrillo Puerto y Santa María. Pero la de mayor impacto fue la de Peribán, cuyos habitantes se dedican a la agricultura, siete de ellos perdieron la vida, cuatro fueron declarados desaparecidos.
En este poblado, las corrientes de agua son muy fuertes, se vuelcan lodo y piedras que arrasan con todos. Al menos 20 viviendas y un centenar de personas fueron evacuadas y llevadas a albergues, además de que varios coches y árboles fueron arrollados.
Otra de las peores afectaciones se produjo en 2021 cuando, a su paso por el occidente de México, el huracán Nora provocó inundaciones y deslaves que damnificaron a miles de personas de los municipios de Arteaga, Aguililla, Lázaro Cárdenas y Morelia, que perdieron sus viviendas, enseres domésticos y servicios urbanos básicos.
En cuestión de minutos, las calles de Arteaga se convirtieron en ríos que arrastraron gran cantidad de árboles, una pipa de gas, decenas de automóviles, motocicletas, incluso techos de casa derribados. En Lázaro Cárdenas, el río Acalpican, afluente del Balsas, se desbordó y arrasó más de 100 casas de la comunidad El Habillal.
“Comenzó a llover y era bien sabido por todos que el huracán pasaría por aquí, pero nadie imaginó todo lo que esto causaría. Nos preparamos como pudimos; pero la naturaleza es la naturaleza y se llevó todo”, informó a buzos María J. Solís, maestra de primaria en Aguililla, una de las damnificadas de Nora, que se formó el 25 de agosto frente a las costas de Michoacán.
“El cielo se puso muy gris, la lluvia era muy fuerte y la acompañaba mucho aire. Podría decir que el frío, que yo sentí en ese momento, fue más fuerte que el que se sintió el año pasado en diciembre. Se escuchaba el sonido fuerte del aire, algo así como un chiflido intenso; los árboles se movían de un lado a otro. La calle donde vivo comenzó a llenarse de agua y la corriente fue tan fuerte que se alcanzó a llevar algunos carros estacionados afuera. Como dijo mi vecina, lo material ya como sea; pero la comida llegó un momento en el que no fue suficiente. Nos hizo falta papel higiénico y agua potable”, exclamó.
Arteaga es uno de los cinco municipios para los que el Consejo Estatal de Protección Civil (CEPC) pidió al Gobierno Federal que declarara zona de desastre, pero éste no dio respuesta a esa demanda de auxilio de la población, como ha ocurrido en otras regiones afectadas del país.
Falta apoyo
En 2018, luego de que el gobierno de Michoacán tardara en ofrecer apoyo a los damnificados de las inundaciones en Morelia, en octubre de ese año, el entonces secretario de Desarrollo Humano (SDH), Roberto Reyes Cosari, anunció que se entregarían cheques de cinco mil pesos a más de 900 personas afectadas.
Citó este número a pesar de que él mismo aseguró que las familias afectadas habían sido cerca de dos mil, a las que además se entregarían colchones, estufas y refrigeradores, aparatos que se compraron a un empresario de Pátzcuaro.
“Cuando llueve fuerte y se inunda la colonia, el agua sucia comienza a salirse por mis baños y coladeras, al igual que a mis vecinos. Eso hace que las casas se llenen aún más de agua; vivo en un hogar de dos pisos; eso pasa solo en la planta baja, pero son varias las veces que me ha tocado comprar muebles porque se pudren por lo mojado”, lamentó María J. Solís.
“El gobierno muchas veces ha quedado en dar apoyos económicos y algunas cosas para el hogar. A veces solo queda en eso, en promesas; pero otras ocasiones sí nos ha llegado la ayuda. La sorpresa es que lo que nos dan son cosas que se descomponen o se rompen muy rápido”.
A Sara, la vecina de María y a otras personas, tardaron más de seis meses en entregarles ayuda. A algunos les dieron salas y refrigeradores que solo funcionaron dos o tres meses; a otros licuadoras y tostadoras, también de pésima calidad.
“Los gobiernos dicen que sí ayudan; pero no, unos no hacen nada y solo hablan frente a los medios de comunicación; vienen, se meten al agua o a las calles inundadas, se toman la foto para su face; hablan, prometen y dicen; pero no se les vuelve a ver. Otros sí ayudan, pero o dan cosas en mal estado o tardan hasta años para medio cumplir”, reveló a buzos Yessica Buenrostro, habitante y afectada de la calle paseo del Roble en Prados Verdes en 2018.
Esta calle forma parte de unas de las áreas urbanas de Morelia, que más se inundan en las temporadas de lluvia anuales.
Escrito por Laura Osornio
colaboradora