*La economía, factor determinante de la evolución humana.

En la reseña de la evolución cultural del hombre en su libro Los orígenes de la civilización humana –FCE, traducido por Elí de Gortari, filósofo marxista exrector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo– Vere Gordon Childe destaca la importancia que, en tal proceso, tuvieron la economía, la magia y la religión. En el caso de la primera, porque fue el principal factor de creatividad humana para satisfacer sus necesidades vitales y porque el comercio, una de sus vertientes más relevantes, propició el intercambio tecnológico. También destaca la invención de la rueda (entre los años 2,500 y 1,650); la domesticación del asno (3,000), el dromedario (3,000) y del caballo (2,000) y la creación del calendario solar de 365 días (Egipto) entre los años 2,000 y 1,500.

En uno de estos textos Gordon escribe: “Es justamente la economía la que determina la multiplicación de nuestra especie y, por consiguiente, su éxito biológico. Estudiadas desde esta perspectiva, las antiguas divisiones arqueológicas adquieren un nuevo significado. Las edades arqueológicas corresponden, aproximadamente, a las etapas económicas. Cada nueva edad es introducida por una revolución económica del mismo tipo y con los mismos efectos que la Revolución Industrial del Siglo XVIII”. En otra parte incluso afirma que la “fabricación de objetos de alfarería es tal vez la primera utilización consciente, hecha por el hombre, de una transformación química”, ya que “consiste en “expulsar por medio del calor algunas moléculas de agua del silicato de aluminio hidratado, que es el nombre químico de la arcilla de los alfareros”.

Y añade: “El carácter constructivo del arte de la alfarería activó, a su vez, el pensamiento humano. La fabricación de una vasija era el ejemplo supremo de creación por parte del hombre. La masa de arcilla era perfectamente plástica; el hombre podía modelarla como quisiera… la libre actividad del alfarero al producir la forma en donde no existe forma, repite constantemente en el entendimiento humano el pensamiento de la creación; las comparaciones que se hacen en la Biblia con el arte del alfarero ilustran este punto”.

En otro capítulo del libro revela que algunas gemas semipreciosas fueron usadas hace miles de años en el Oriente Medio no solo por su belleza, sino también con objetivos prácticos: por ejemplo la malaquita pulverizada era utilizada para contrarrestar el brillo del sol en los párpados y el carbonato de cobre para atacar infecciones oftálmicas provocadas por las moscas de clima cálido; la cornalina, el ópalo, el ágata y el oro –este sí de precio muy alto– tenían supuestos poderes mágicos y eran usados como protectores contra maleficios. En el mismo caso se encontraba la concha de cauris –semejante a una vulva– que era usada como talismán por mujeres que deseaban embarazarse y era importado de las costas del Mediterráneo y África.