Cargando, por favor espere...
No cure de juzgarme a mí ninguno
si no sabe la causa de mi duelo:
la muerte me llevó mi bien al cielo,
dolor es éste tal más que importuno.
¿Quién puede ser tan cruel que así no llora
a quien más que a sí mismo en vida quiso,
ni cómo de llorar se ve arrepiso
privado ya de ver a mi señora?
Desagraviemos al noble caballero, al soldado viudo de dos amadísimas esposas. En la entrega anterior nos referimos a un maldit, es decir, a un poema de escarnio, probablemente escrito por encargo contra una mujer de nombre Na Monboí en el que Ausiàs March (pues a él se ha atribuido la composición) descarga sus invectivas. Pero el laureado poeta catalán del siglo XV, apreciado en vida por su contemporáneo, el Marqués de Santillana y traducido al castellano por Carlos de Montemayor, no puede reducirse a la crítica por una supuesta misoginia que, por lo demás, era un rasgo ideológico de la cerrada sociedad en la que iba, lenta pero inevitablemente, amaneciendo. Su apasionado lirismo en vida y muerte ha sido con frecuencia explicado por la costumbre de componer al itálico modo, es decir, siguiendo la influencia de Dante y Petrarca, pero la belleza y sinceridad de la profunda poesía de Ausiàs March tampoco pueden reducirse a eso.
¿Qué loco me pregunta estando ausente
si tengo soledad de vos, señora?
Y si no lloro, ¿quién reír me siente
con este grave mal que sufro ahora?
Mis bienes puse en uno solamente
que Amor lo quiso y pienso de hora en hora
que no hay cosa en el mundo que más valga
y de allá espero que mi gozo salga.
Mi corazón a quien la vida enfada,
¿cómo podrás sufrir tan triste estado
si odias la risa y el llorar te agrada?
Sus poesías, publicadas con el título de Cants, pertenecen al género elegíaco y casi todas están dedicadas a la “dama de sus pensamientos”, Therese, quien inspira vehementes sentimientos amorosos mientras vive y a su muerte provoca un intenso dolor que se traduce en sinceros himnos luctuosos en los que, a decir de Arqueles Vela en su Literatura Universal, “la visión femenina adquiere corporeidad, abandona lo trascendental y divino y se humaniza en la pasión, sujeta a un ilimitado análisis, provocado por un amor sin esperanza que se ejercita en el dolor hecho fuerza sensorial. El poeta catalán idealiza la esencia femenina, como Dante o Petrarca, y el misticismo simbólico se desvanece, hasta convertirse en realidad de los sentidos”.
Si muerte no me estorba de miraros,
Señora, yo jamás la temería;
Mas ¿qué haré yo en ausencia, pues amaros
con todo mi dolor me es alegría?
Mi carne ya no tiene amor sensible,
el alma sola es quien amor desea;
del fuego bajo, oscuro, no es posible
que yo queriendo a vos quemado sea.
Yo quiero en el amor ser encendido,
porque en su fuego vivo descansando,
como el Santo, de amor a Dios rendido,
que en el tormento se halla consolado.
Ausiàs March nos lega su dolor, individual e irrepetible, pero por esto mismo universal; su rebeldía ante la preceptiva literaria de su tiempo lo hacen exponer, como sostiene Martín de Riquer, “la idea desnuda, desgarrada e insobornablemente sincera, que rebasa todo artificio y se opone manifiestamente a las anteriores experiencias poéticas, tildándolas de falsas: Leixant a part l’ estil dels trobadors, qui, per escalf, traspassen veritat (Dejando aparte el estilo de los trovadores que, por ardor, trasponen la verdad)”.
¿Quién mató al republicanismo español en 1936?
Extender la guerra es acelerar el fin de la humanidad
Multas en Edomex y CDMX por quema de pirotecnia
Recortes a estímulos fiscales encarecen precios de gasolinas en 2024
Congreso de CDMX aprueba Presupuesto 2025; crea un impuesto ecológico
AXA demanda a México para evitar quiebra por conflicto fiscal
Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.