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Nació el 10 de noviembre de 1834 en Chacras de Perdriel, Argentina. Fue un poeta, periodista, militar y político; considerado el exponente máximo de la literatura del gaucho por su poema El gaucho Martín Fierro.
Se inició como militar en la lucha por la autonomía de las provincias entre1852 y 1872; sostenía que éstas no debían estar ligadas al gobierno de la capital. En 1871 participó en la rebelión federal encabezada por Ricardo López Jordán, que finalizó con la derrota de los gauchos y su exilio a Brasil.
A su regreso, un año después, continuó su lucha mediante la labor periodística y publicó la primera parte de su obra maestra. Gracias a su excelente composición y narración, su protesta de federalización halló eco y le dio acceso a los cargos de diputado y senador de la provincia de Buenos Aires. En 1879 publica La vuelta de Martín Fierro, que se une a la primera parte como el poema nacional argentino por excelencia. Falleció el 21 de octubre de 1886, en Buenos Aires; en su honor, Argentina celebra el 10 de noviembre el Día de la Tradición.
Los dos besos
Volaron aquellas horas
en que la mente delira:
sin cuerdas está mi lira
y sin fuego el corazón.
y pues que cantar no puedo
tus encantos y embelesos,
a una historia de dos besos
presta, niña, tu atención.
En los inmensos espacios
dos besos que iban errantes,
vagos, perdidos, flotantes,
se llegaron a encontrar.
Y al tocarse levemente,
yerto el uno y maldecido,
tembló el otro, como herido
por aquel roce fatal.
Y entre el éter de las nubes,
do el trueno tiene su cuna,
un tibio rayo de luna
los ilumina a los dos.
Y el silencio interrumpiendo
que en los espacios reinaba,
un genio que allí pasaba
oyó la siguiente voz:
–¿Quién eres?
–¿A donde vas
por el espacio infinito?
–Tan fresco tú.
–Tú marchito
–¿De dónde saliste, dí?
–Yo soy ternura.
–Yo rabia.
–Yo dulzura.
–Yo dolor.
–Yo soy hijo del amor.
–Yo del odio y frenesí.
–Yo vierto una alma en otra alma
divinizando las dos:
soy el hábito de Dios,
soy inocencia y virtud.
y yo soy remordimiento,
infamia, oprobio, perfidia:
soy maldición, soy envidia,
y perversa ingratitud.
–Yo soy perfume suave,
soy celestial armonía,
soy placer, soy alegría,
soy esperanza que brota.
–Yo soy maldición, blasfemia,
soy rencor de furias lleno,
soy para el alma, veneno
que destila gota a gota.
–Yo soy pureza y esencia.
–Yo crimen y falsedad.
–Yo salvé a la humanidad.
–Yo a la humanidad perdí.
–Soy yo de origen divino.
–A mí el infierno me hizo.
–Yo nací en el Paraíso.
–Yo en Jerusalén nací.
–Yo soy virtud
–Yo maldad.
–Yo inocencia
–Yo delito.
–Yo soy deleite infinito.
–Yo soy infinito horror.
–Digámosnos, pues, quién somos,
y así saldremos de dudas.
–Yo soy el beso de Judas.
–Yo el primer beso de Amor.
Y los dos al separarse,
para seguir su camino
por un mandato Divino
se miraron con horror.
–¡Adiós! yo busco en el mundo
odios, venganzas, agravios...
–Y yo unos cándidos labios
que me den vida y calor.
Cantares
Yo tengo entre mis libros
un libro viejo
que una vieja lo mira
con espejuelos.
y tengo un libro
que lo ve una muchacha:
con ojos lindos
la viejita leyendo
pasa el día entero,
y da vueltas las hojas
con dedos secos;
pero la otra
tiene para las suyas
dedos de rosa.
A las unas les gustan
crónicas viejas
y gustan a las niñas
lindas novelas
mas no me asusto
de que tengan entre ellas
distintos gustos.
Y para que no digan
que es impolítico.
después de estas verdades
haré un cumplido
¡las viejas, vivan!
que son madres o abuelas
de lindas niñas.
El carpintero
Al compás de su herramienta
mientras trabaja afanoso
así sus desdichas cuenta,
así canta y se lamenta
un carpintero amoroso.
«Es mi vida su mirada,
y cuando su voz escucho,
siento mi alma arrebatada
de tierno gozo inundada….
–Muchacho, trae el serrucho.
«Brotan de sus ojos bellos
penetrando el corazón
esos fúlgidos destellos
y absorto me quedo en ellos….
–Muchacho, trae el formón.
«De sus labios de granada
se escapa de amor el soplo,
y es ondeante y perfumada
su cabellera rizada…
–Muchacho, trae el escoplo.
«Y mi vida antes serena
tornóse agitada y turbia
cambióse el placer en frena,
de amor gimo en la cadena,
–Muchacho, traeme la gurbia.
«Y cariñoso con ella
inocente el cefirillo
juega al mirarla tan bella
fulgente como una estrella,
–Muchacho, trae el cepillo.
«Por ella es este dolor
por ella siento esta pena,
yella con su cruel rigor
desdeña, ¡ingrata! mi amor:
–Muchacho, trae la barrena».
Y amante sigue sus llantos
y sus eternas disputas
aliviando sus quebrantos
con sus amorosos cantos
entre tablas y virutas.
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Escrito por Redacción