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El Chilam Balam de Chumayel (primera de dos partes)
“El llamado Chilam Balam de Chumayel –dice el poeta– es el más importante de los códices, propiamente manuscritos mayas, que hasta hoy se conocen. Como todos los otros, es una sucesión de textos de diferentes épocas y estilos".
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En 1930, el poeta yucateco Antonio Mediz Bolio, enamorado de la cultura ancestral de su tierra, terminaba la primera traducción al español del Libro del Chilam Balam de Chumayel, obra que consigna para la posteridad la vida del pueblo maya, sus luchas y sufrimientos en los días posteriores a la conquista. En 1941, la Universidad Nacional Autónoma de México, en su colección Biblioteca del Estudiante Universitario, publicó la obra, bajo el cuidado y revisión del propio Mediz Bolio, quien también se encargó de escribir el prólogo.

“El llamado Chilam Balam de Chumayel –dice el poeta– es el más importante de los códices, propiamente manuscritos mayas, que hasta hoy se conocen. Como todos los otros, es una sucesión de textos de diferentes épocas y estilos. Generalmente se ha tenido como compilador de ellos a un indio instruido llamado don Juan José Hoíl, natural y vecino de Chumayel, en Yucatán, según aparece en una nota por él suscrita, con fecha 20 de enero de 1782 (…); pero es muy probable que, aparte del mencionado Hoíl, hayan intervenido otros indios en la formación del manuscrito, ya que se puede apreciar que hay en él distintos caracteres y formas de letra y aun distintas clases de ortografía”.

Descubierto en el pueblo del que tomara su nombre, el manuscrito de Chumayel fue entregado al obispo Crescencio Carrillo y Ancona, quien lo custodió hasta su muerte, cuando el documento fue expropiado a su albacea para, finalmente, desaparecer “misteriosamente” de la Biblioteca Cepeda, de la Ciudad de Mérida. Para fortuna de la humanidad, que hoy puede acercarse a la arcaica poesía religiosa de los mayas, algunas reproducciones fotográficas se habían realizado y una de ellas sirvió al poeta y traductor para presentar la versión en castellano y asegurar que “Sin duda alguna, los textos del Chumayel, más o menos adulterados, provienen directamente de antiguos cantos o relaciones poemáticas que de padres a hijos fueron bajando, repetidos de memoria, hasta los días de la dominación española, al principio de la cual algunos de los indios (probablemente sacerdotes), que aprendieron a escribir con los caracteres europeos, consignaron sigilosamente por escrito tales relaciones con el objeto de que no se perdieran en definitiva. Estos manuscritos formaron así nuevos libros mayas devotamente conservados en secreto por sus privilegiados poseedores, según la liturgia tradicional, que hacía de los Yanaltés o Libros, cosa santa y oculta”.

El Chumayel es una recopilación de textos de índole mística, relaciones de hechos y su interpretación religiosa, textos iniciáticos en su mayoría; la sección final, numerada como decimosexta, se titula Libro de las profecías, que se atribuyen al sacerdote maya Chilam Balam.

“Estas palabras compuestas aquí son para ser dichas al oído de los que no tienen padre y de los que no tienen casa. Estas palabras deben ser escondidas como se esconde la Joya de la Piedra Preciosa. Son las que dicen que vendrá a entrar el cristianismo, a Tancáh de Mayapán y a Chichén Itzá, y será arrollado Suhuyuá, y será arrollado el Itzá. Despertará la tierra por el Oriente, por el Norte, por el Poniente y por el Sur. Venido de la boca de Dios es, y lo manifiestan cinco sacerdotes. Sacerdotes Adoradores, llegados a la presencia de Dios. Ellos profetizaron la carga de la amargura para cuando venga a entrar el cristianismo. He aquí sus nombres escritos: Chilam-Balam, Gran Sacerdote. Napuc-tun, Gran Sacerdote. Nahau-Pech, Gran Sacerdote. Ah Kuil-Chel, Gran Sacerdote. Natzin-yabun-chan, Gran Sacerdote. Estos Hombres de Dios, doblando su espalda sobre la tierra virgen, manifestaron la carga de las penas, en presencia de Dios Nuestro Padre, para cuando venga a entrar el cristianismo. Vómitos de sangre, pestes, sequías, años de langosta, viruelas, la carga de la miseria, el pleito del diablo. En el cielo habrá círculos blancos y arderá la tierra, dentro del Tres Ahau Katún (*) y el Uno Ahau Katún y los tres katunes malos”.

 

(*) En el calendario maya, un Katún es un periodo cíclico de 20 años.


Escrito por Tania Zapata Ortega

COLUMNISTA


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