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"El abogado del diablo" y la deuda que aún tenemos con el mundo
Los habitantes “miran la pobreza y la ignorancia como cruces que es preciso soportar y no como injusticias por remediar, creyendo que mientras más sacerdotes, monjas y religiosos haya, será mejor para el mundo”.
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“Por eso estamos cincuenta años atrasados respecto del resto de Europa. No queremos organizarnos, no queremos disciplinarnos, nos negamos a cooperar. No se puede construir un mundo mejor con un plato de pasta y un balde de agua bendita”.

Ambientada a finales de la Segunda Guerra Mundial, esta novela de Morris West se desarrolla en un poblado llamado Gemello Minore (en la región de Calabria, Italia); con el pretexto del juicio que constituye la Iglesia para resolver la canonización de Giaccomo Nerone, West nos guiará en un recorrido por la región calabresa, pueblos olvidados, ignorantes y pobres que han sido cegados por la fe: todo lo dejan a disposición del Señor; su poco dinero es para el Señor y su buena o mala ventura es causa también del Señor; los habitantes “miran la pobreza y la ignorancia como cruces que es preciso soportar y no como injusticias por remediar, creyendo que mientras más sacerdotes, monjas y religiosos haya, será mejor para el mundo”.

Monseñor Blaise Meredith, un hombre que está al borde de la muerte debido al cáncer, es el abogado del diablo, apelativo con que se aludía al procurador fiscal en los antiguos procesos de canonización en la Iglesia. Él tendrá que trasladarse de la cómoda Roma a la montañosa Valenta para comenzar su averiguación sobre Nerone. Por su trabajo dentro de la Iglesia, se ha formado como un hombre frío y sin sentimientos de compasión o cariño hacia el prójimo. En el sur italiano, sin embargo, aprenderá el significado del verdadero vivir; y ello generará en él, al final de su vida, un cambio y un camino de esperanza.

Todos los hombres que conoce Blaise Meredith han querido sacar a Calabria de su atraso económico, social y político; pero ninguno lo ha logrado porque representan contradicciones en sí mismos que les impiden crear una región fructífera para sus habitantes.

Entre ellos se encuentra el Obispo de Valenta, considerado por la Iglesia romana como una persona demasiado liberal y enviado a Calabria para evitar que se convierta un estorbo en Roma. Es educado, tiene visión de lo que debe hacerse para mejorar la región y posee los medios para desempeñarlo, pero no tiene el permiso de la Iglesia, sin el cual no se decide a actuar. Aunque cree fervientemente en Dios, es un crítico de las actitudes de la Iglesia Romana: condena que se autoproclame caritativa pero no le interese llevar educación y progreso a los rincones de Italia; que prefiera poner diez iglesias antes que una escuela o conseguir más padres antes que maestros; que no dé medicina arguyendo que sus feligreses deben aferrarse a los milagros como actos de fe. En boca del Obispo, West pondrá sus más intensas y mordaces críticas sobre los instrumentos que utiliza la Iglesia para mantener sometidos a los hombres.

Meredith también conocerá al doctor Aldo Meyer, un judío autoexiliado de Alemania. Desde su llegada, ha intentado educar, curar y ayudar a las familias que día con día libran una batalla campal contra el hambre; sin embargo, por su condición de judío en tierra de Cristo, nadie le hace caso y todos ven en él a la reencarnación del diablo que quiere hacer daño con sus materiales quirúrgicos. Aldo es un hombre progresista, que sabe que apuesta por la educación como única vía para el desarrollo; pero para los pobladores él es solo un extranjero, y además judío.

Por último, a través de los relatos que hagan de él, Meredith conocerá al hombre por quien ha llegado a Gemello Minore: Giacomo Nerone, militar inglés que, durante la guerra, decide escapar y logra refugiarse en esa región. Años después de su ejecución, la gente pide la canonización de Nerone atribuyéndole milagros que se deben, más que nada, a que mientras vivió proporcionó alimentos, cobijas y medicinas a los habitantes. Sin embargo, él mismo no logró que las personas que lo alababan lo defendieran cuando se dictó su ejecución.

Una vez que Meredith se introduce en las costumbres de las montañas y comprende los vicios de los habitantes, propios de gente que primero “mira” su panza y casi nunca la ajena, porque así de dura es su vida, que no sabe de letras, sino únicamente de cruces y santos, intentará realizar un cambio, trasformación que, hasta ahora, sigue pendiente en el mundo entero.


Escrito por Libia Carvajal

Colaboradora


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