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En cierta ocasión, el líder nacional del Movimiento Antorchista, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, advirtió a los chimalhuacanos que le deben un monumento al biólogo Jesús Tolentino Román Bojórquez y que deben defenderlo por todo lo que ha hecho por el bien de su municipio. Efectivamente, nuestro querido maestro Aquiles tiene razón: defendamos a Tolentino.
Hoy, en las redes sociales, como parte de una campaña sistemática de desprestigio operada por los especialistas en manipular a la población –operadores contratados por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) para engañar con mentiras a las masas– han orientado sus ataques contra el biólogo Tolentino para desinformar a los chimalhuacanos; algunos han creído esas falsedades, pero los demás deben vacunarse contra ellas, tomar conciencia de lo que representa el trabajo de este luchador social, actuar de inmediato en su defensa y preguntarse: ¿qué han hecho a favor de su colonia o barrio en los últimos 20 años quienes mienten en las redes sociales? ¿Qué han hecho los administradores de esos medios por Chimalhuacán? Nada, por supuesto. Tolentino, en cambio, ha entregado su vida por Chimalhuacán.
El compañero Jesús Tolentino Román Bojórquez llegó a Chimalhuacán en 1988, sin ninguna otra ambición personal que la de luchar por los desprotegidos de ese municipio olvidado. En esa época, toda la zona baja y el cerro estaban sumidos en la miseria; el crecimiento de la población era desordenado y el municipio era un gigantesco basurero. La gente vivía literalmente en la basura: en la avenida del Peñón que, en tiempos de sequía, generaba polvaredas y en el de lluvias se convertía en un enorme charco y lodazal. En las calles, lo común eran los perros muertos, los montones de basura por todos lados; y en los canales de drenaje a cielo abierto corrían la suciedad y sus olores. ¡El lector podrá imaginarse lo que entonces era Chimalhuacán!
Una señora reveló que Chimalhuacán solo era conocido por La Loba y sus acciones violentas, porque entonces era un municipio perdido. El biólogo Tolentino inició la lucha social con la defensa de la Escuela Primaria Emiliano Zapata del barrio Alfareros, la famosa EPEZ, que el Estado de México (Edomex) pretendía cerrar. Lo hizo al frente de los vecinos organizados y los jóvenes que llegaron a reforzar el trabajo social. Éstos y el compañero Tolentino vivieron en este centro escolar, cuyos salones eran tan insalubres que todos, incluido el biólogo, adquirieron sarna, lo que no impidió que defendieran la educación popular.
Le tocó de todo. Sufrió las amenazas de los Lobos, quienes no querían intrusos en su territorio; y cuando se hundió un microbús con 30 pasajeros en un socavón de la avenida Ignacio Manuel Altamirano, trabajó en el rescate de los cadáveres entre el lodo, el polvo, el frío, el calor, la basura, etc. Después promovió la creación de los mercados 28 de Marzo y San Agustín; la secundaria Francisco Villa y, con base en la lucha organizada, consiguió 80 lotes en el barrio de Fundidores. En su incansable defensa del pueblo de Chimalhuacán, Tolentino viajaba con mucha frecuencia a Toluca para realizar gestiones a favor de los necesitados.
En una de las varias veces que lo acompañé como chofer, fui testigo de su habilidad para dialogar y conseguir las obras requeridas por el pueblo pobre. En esa ocasión gestionaba la construcción del drenaje para la calle Ignacio Manuel Altamirano del barrio Fundidores, ubicado en la orilla de Chimalhuacán (por eso le decían “refundidores”) y, en una reunión a la que asistió el alcalde Suárez Pacheco, se obtuvo el acuerdo de que el municipio pondría los materiales; la Comisión de Agua del Estado de México (CAEM), la maquinaria y la asesoría técnica; y los colonos, la mano de obra. Hoy ese drenaje funciona eficientemente al servicio de los colonos.
Después de una década de trabajo arduo; del hartazgo de la gente por la miseria en la que se encontraba y la poca disposición de los gobiernos de La Loba para atender sus necesidades, hicieron resaltar el liderazgo de Tolentino como cabeza de un grupo de fuerzas locales que conformaron el Proyecto Nuevo Chimalhuacán, el cual contendió en las elecciones municipales del año 2000 y, no sin grandes dificultades y fuertes resistencias del gobierno local, de las fuerzas de La Loba y del gobierno estatal, se logró un triunfo contundente que después costó 10 vidas y 99 heridos de bala.
El Nuevo Chimalhuacán “desplegó las alas” en ese momento, pues se resolvieron los grandes problemas: se pavimentaron las avenidas principales; se combatió el problema del agua potable de manera gradual e inteligente y el gobierno municipal consiguió que se instalaran seis escuelas de nivel superior, entre ellas un campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otro de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), donde hoy se imparte la carrera de medicina. Anteriormente no había una sola institución educativa de este nivel.
Tampoco había albercas, salvo las de lodo que se formaban en tiempo de lluvia; se cubrieron los canales a cielo abierto; se crearon teatros; una calle diaria era pavimentada; los servicios de agua potable y drenaje llegaron al 90 por ciento de los chimalhuacanos; se fortalecieron las tradiciones y las culturas populares (entre ellas los carnavales de comparsas); se rescató el milenario oficio de los canteros; se mejoró la seguridad pública, pues con La Loba solo había 10 patrullas que no servían; se liberó a las calles de la basura, pues antes del año 2000 el municipio solo disponía de un camión recolector y “burreros”; se mejoró el transporte urbano y dejó atrás a los famosos “chimecos” en los que, para ir al metro Pantitlán, había que sufrir suciedad, olores de diésel, golpes, asaltos y soportar a los choferes que manejaban drogados con resistol, además de que el pasaje era muy caro. Ahora, los chimalhuacanos tienen el Mexibús, que es más seguro, barato y eficiente, propio de una ciudad moderna en la que hay albercas olímpicas y de recreación, estadios deportivos profesionales, un planetario (solo Ecatepec y Chimalhuacán lo tienen en el Edomex), una granja recreativa, un aviario, un lago artificial para disfrutar con la familia; una plaza como la Tlacaélel, que es el símbolo del cambio profundo en la ciudad y donde se exhibe una réplica del gran Calendario Azteca, que fue hecho por artesanos de la piedra de Chimalhuacán, y una obra cumbre: El Guerrero Chimalli, que simboliza la fuerza de los hacedores de escudos.
Después de todo lo que el biólogo Tolentino ha promovido durante dos décadas en Chimalhuacán, cabe preguntar: ¿con qué autoridad moral los escribas de las redes sociales quieren enlodarlo y negar su obra? Esos señores no han hecho nada a favor de la gente en Chimalhuacán, y menos los políticos de Morena que solo se han dedicado a denostar a nuestro compañero Tolentino.
Al biólogo se le ha acusado de enriquecerse; pero reto a los que hacen estas imputaciones a que prueben sus dichos porque nuestro compañero no tiene cuentas bancarias millonarias, ni en México ni en el extranjero; ni se le ha captado recibiendo dinero en efectivo como a los hermanos del Presidente; ni posee las propiedades que tienen Manuel Bartlett, Irma Eréndira Sandoval o el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta. Tolentino es un hombre que ha entregado su vida a la causa de los demás y no ha luchado para enriquecerse personalmente. Por el contrario: el compañero Tolentino ha vivido siempre en la misma vivienda que ocupó poco después de que llegó a Chimalhuacán, que se ubica en la calle Amoxtli y que sigue igual de modesta.
Por ello, todo lo que se haga por desprestigiar su imagen y su trabajo tiene motivos políticos y es un acto de persecución política. Como Morena no hará nada por el bien de Chimalhuacán, ahora ataca a Tolentino y a los miembros del Proyecto Nuevo Chimalhuacán para excusarse de su ineptitud. Alertamos al pueblo de Chimalhuacán para que no caiga en la trampa de Morena. Tolentino es un hombre bueno y merece todo nuestro reconocimiento; su nombre debe grabarse en las páginas de la historia como el líder del proyecto Nuevo Chimalhuacán que transformó profundamente al municipio y lo sacó de su atraso, al grado de que hoy jóvenes de Chimalhuacán están representando a México en las olimpiadas de Tokio. Defendamos los logros que en dos décadas han costado sangre, sudor y lágrimas y defendamos a nuestro compañero Jesús Tolentino Román Bojórquez con todas nuestras energías; porque si lo atacan, nos agreden a todos y si lo persiguen políticamente, están ofendiendo el esfuerzo de un pueblo que, con su dirección, pasó de ser un megabasurero a la ciudad ejemplar y moderna que luce hoy.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.