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La pobreza en el Estado de México ha ido en aumento. En el año 2010, según los datos del Coneval, 42.9 por ciento de los mexiquenses vivían en situación de pobreza, esto es, seis millones 712 mil mexiquenses; para el año 2016, la cosa había empeorado, pues ya se trataba del 47.9 por ciento de personas en pobreza, lo que significa que eran ocho millones 230 mil mexiquenses, es decir, un millón y medio más de pobres, lo que representa un incremento del 22 por ciento de la pobreza. De los ocho millones 230 mil mexiquenses que vivían en pobreza en 2016, un millón 57 mil se encontraban en pobreza extrema, es decir, poco antes de que el nuevo gobierno del licenciado Alfredo del Mazo entrara en funciones, lo que significa que no se le puede atribuir al actual gobierno todo el peso de la responsabilidad; no obstante, al asumir el cargo constitucional, el nuevo gobierno es un gobierno de continuidad, entonces, tiene la responsabilidad social de atender el flagelo de la pobreza como eje fundamental de su plan de acción, pues el actual gobierno triunfó bajo los colores que hablan de “democracia y justicia social” .
Pero veamos las carencias especificas que plantea el Coneval, y que a mi juicio es relevante manifestar aquí, pues son la base de los planteamientos que ha hecho en 45 años de trabajo el Movimiento Antorchista y que hoy son la clave para entender qué reclaman los necesitados del Estado de México. Veamos: en rezago educativo se encontraban dos millones 362 mil mexiquenses; en carencia por acceso a los servicios de salud, dos millones 668 mil personas; en carencia por acceso a la seguridad social, nueve millones 535 mil mexiquenses; en relación con la carencia por calidad y espacios en la vivienda, dos millones 173 mil mexiquenses y en carencia por acceso a la alimentación, tres millones 572 mil mexiquenses. Un panorama desolador, de tal suerte que las banderas de Antorcha están basadas en estas cifras, pues la gente que se organiza con el Movimiento y que se movilizaron el jueves 14 de marzo por las calles de Toluca, es gente marginada, es gente olvidada, es gente humilde, es gente pobre, es gente trabajadora que requiere que el gobierno resuelva sus peticiones.
Ahora bien, antorchistas organizados en el Estado de México solicitan obras y servicios que sirven para mejorar las condiciones de vida de los mexiquenses en rezago. Por ejemplo, para los campesinos marginados una de las actividades fundamentales para la vida es, precisamente, la siembra de maíz, frijol, hortalizas, entre otros cultivos; sin embargo, más del 80 por ciento de los productores son pequeños, es decir, siembran en menos de cinco hectáreas y trabajan bajo las condiciones de temporal, razón por la que es necesario que se les ayude mediante el fertilizante subsidiado por parte del gobierno estatal. Los procesos de siembra están por iniciar y, no obstante, el gobierno no ha dado una respuesta a estos campesinos que, en otros años, han podido tener mejores cosechas gracias a la intervención gubernamental.
Por su parte, más de 300 escuelas se vieron afectadas por el temblor del 19 de septiembre de 2017 y, sin embargo, a la fecha hay escuelas cuyas bardas perimetrales no han sido reparadas por la autoridad estatal (cabe mencionar que la mayoría de las escuelas en el Estado de México dependen directamente del gobierno estatal); el Movimiento Antorchista, con tiempo suficiente, solicitó a las autoridades estatales entrantes que incluyeran a Chimalhuacán entre los municipios con declaratoria por desastre natural, para que los fondos federales pudieran fluir y resolver estos problemas; sin embargo, el gobierno no lo hizo y hoy los rezagos siguen a la vista, afectando a los niños mexiquenses que ahí tienen que estudiar con miedo y, por lo mismo, están entre las demandas que solicitan los mexiquenses organizados en Antorcha.
Por poner otro ejemplo que demuestra la necesidad de que el gobierno estatal intervenga para resolver problemas que las comunidades por sí mismas no pueden atender, están las obras de drenaje y el cárcamo de la colonia Víctor Puebla, que año tras año se inunda y que, a estas alturas, debería estar resuelto si el gobierno estatal actuara con eficiencia y disposición. Otro caso similar es el de la Laguna de Chiconautla, en el municipio de Ecatepec, que requiere urgentemente un cárcamo, agua potable y drenaje; pero pasan los gobiernos de todos los colores y el problema sigue sin resolverse. Para atender el problema de la Laguna de Chiconautla se requieren aproximadamente 500 millones de pesos; pero el gobierno estatal coloca entre sus prioridades la construcción de un tren de México a Toluca, que anualmente había recibido montos equivalentes a 13 mil 500 millones de pesos (27 veces más de lo que cuesta atender a miles de familias en Ecatepec), en vez de resolver el problema de agua y drenaje.
La clase en el poder sigue sin ver en el Movimiento Antorchista a un excelente termómetro para detectar los rezagos en las comunidades mexiquenses. Si las autoridades quieren acabar con la enfermedad de la pobreza rompiendo el termómetro, desde ahora les decimos que así no van a lograrlo. Cuando el pueblo mexicano se organiza, aparecen sus enemigos por todos lados. Tal parece que los mexicanos pobres no tienen derecho unirse y, si llegan a hacerlo, se les criminaliza en la prensa, o simplemente no se resuelven sus demandas y se les deja en el mismo rezago de siempre.
El modelo de mercado en el que vivimos obliga a cada mexiquense a rascarse con sus propias uñas; el Estado y las empresas libran a su suerte a los ciudadanos; si sus ingresos no le alcanzan para pagar por una vivienda, para atender su salud, para comprar medicinas, educar a sus hijos, etcétera. El gobierno recibe los impuestos del pueblo y tiene la obligación de atender las demandas principales que afectan a la población; sin embargo, en los planes de gobierno que se instrumentan, no se toma en cuenta a los más pobres (o si se les toma en cuenta es mediante una tarjeta con dinero que no los va a sacar de la pobreza pero que brinda al gobierno la posibilidad de controlarlos); simplemente, se ejecutan planes que, lamentablemente, benefician a las clases poderosas de este país. ¿Qué solicitan, entonces, los necesitados del Estado de México? Solución a sus justas demandas, pues si los planes de gobierno no contemplan sus prioridades, deben echar mano de los derechos consagrados en los artículos 6o, 8o y 9o de la Constitución General de la República para hacer valer sus derechos; eso justamente, es lo que hace el Movimiento Antorchista Nacional.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.