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La sátira, el sarcasmo, la burla disfrazada de inocencia, son algunas características del llamado humor negro. El humor negro ha sido, con esos elementos, un vehículo eficaz para hacer crítica social y política sobre temas, los cuales son polémicos o suscitan controversia y muchas veces son abordados directa y seriamente en las obras de la literatura, el periodismo o el cine; en la literatura son muchos los escritores que usan el humor negro, desde la primera novela del idioma castellano, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Cervantes.
El humor negro, la burla, la sátira son armas de profundo calado en el alma de los lectores para comprender la crítica (Cervantes hizo una crítica demoledora de las instituciones sociales, de los gobernantes, de la iglesia y de todos los sectores parásitos y opresores del pueblo). Autores como Anton Chejov, Mark Twain, Baudelaire, Rimbaud, Poe y otros, fueron escritores a los que el humor negro les sirvió en su obra literaria. Al recordar al gran cineasta Charles Chaplin, podemos ver la forma genial en la que utilizando un humor hilarante llegó a hacer una de las más profundas críticas al orden social capitalista en cintas como Tiempos Modernos o El Gran dictador. Y posteriormente cineastas del último tercio del Siglo XX y comienzos del XXI han utilizado el humor corrosivo hacia los fenómenos sociales que más afectan a los seres humanos (por ejemplo, El Dr, Strangelove de Stanley Kubrick, en Goodfellas de Martin Scorsese o en BeetleJuice de Tim Burton (sin dejar de lado a la serie comic de televisión Los Simpson).
Recientemente se estrenó en una plataforma streaming una cinta que utiliza el humor negro para hacer una crítica sociopolítica al orden social que prevalece en la superpotencia capitalista; se trata del filme de Adam McKay No miren arriba (2021).
No miren arriba es un retrato de la sociedad actual en la que las prioridades de las élites que dominan económica y políticamente no es solucionar los problemas de los habitantes de ese país –y del mundo entero–; la prioridad es el control político y económico. La postulante a doctora en astronomía Kate Dibiasky (Jennifer Laurence) descubre en sus observaciones del espacio que un cometa se va acercando a la Tierra y que en poco más de seis meses colisionará con nuestro planeta. Ella le da cuenta de esto al astrónomo Randall Mindy (Leonardo Di Caprio). Ambos deciden informar al gobierno de Estados Unidos sobre esa gigantesca catástrofe que será el fin de la vida en el Globo terráqueo. Mediante un funcionario de la agencia espacial norteamericana, la NASA, logran tener una entrevista con la presidenta de Estados Unidos, Janie Orlan (Meryl Streep); sin embargo, a la jefa política de la superpotencia solo le importan las consecuencias electorales si se da a conocer la inminencia del choque; por esto decide posponer varias semanas el dar a conocer la noticia. Randall y Kate deciden ir a los medios de comunicación para dar a conocer la terrible desgracia que acecha a la humanidad.
Pero los presentadores de noticias no consideran esa noticia como algo que despierte el interés del público, incluso dan más importancia a una noticia sobre la separación de una cantante famosa con su novio por la infidelidad de éste, lo que evidencia el grado de manipulación y enajenación en la sociedad. Al ver la superficialidad, la frivolidad con que se aborda el problema, Kate estalla emocionalmente y lanza improperios a los conductores de televisión. Al poco tiempo aparecen cientos de “memes” en donde se caricaturiza a Kate, mostrando que las redes sociales “desaprueban” y cuestionan a la aspirante al doctorado en astronomía.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA